Dos semanas para quererte u odiarte

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❣ Estimad@s lectores, he tenido un pequeño desajuste en las publicaciones, pero ya he vuelto a la normalidad.
Ya podéis encontrar el siguiente capítulo. Como siempre, espero que lo disfrutéis 💜

Wilhelm

—¿Se puede saber qué haces aquí escondido? 

—No estoy escondido —respondo y levanto la cabeza.

LLevo toda la mañana sentado en el suelo de clase con las rodillas dobladas y la espalda pegada a la pared. Siento las piernas entumecidas cuando trato de estirarlas, hago un esfuerzo, pero me lo impide un hormigueo que me sube desde el pie hasta la cadera. Felice me tiende su mano y la acepto dándome impulso para levantarme. 

—¿Y entonces es casualidad que estés aquí justo el día que vuelve el coro?

—Quizás...

Felice se cruza de brazos y alza la ceja derecha de manera inquisitiva. 

Me coloco el pelo hacia atrás y me siento en un pupitre. 

—No quiero verlo, o no quiero verlos mejor dicho —miro hacia la derecha avergonzado. Yo jamás he estado celoso de nada ni de nadie, ni siquiera de Erik cuando parecía tenerlo todo y a todos a su favor. Yo era feliz con eso, nunca he deseado tener más que los demás, pero con él es distinto, mi pecho arde y una sensación de inseguridad me ahoga cuando pienso que puede estar con Jako. 

—¿Por qué no hablas con él?

—Porque no hay nada nuevo que decir. 

—¿A qué te refieres? A mí me parece que os quedan muchas cosas que aclarar.

Asiento repetidas veces con la cabeza pensando si debo abrirme o no a Felice, nunca he sido muy hablador, al menos a lo que a mis sentimientos se refiere. Me enseñaron a no revelarlos por mi propia seguridad, mi madre dice que no hay arma más eficiente para acabar con uno que sus propios temores.

—Hicimos una especie de trato —Se sienta en el pupitre de al lado y continúo—. Yo decidía por mí mismo que debía hacer con mi vida, de qué manera quería vivirla y él hacía lo mismo con la suya.

—¿Y cúal es el problema Wilhelm?

—Que se olvide de mí. No sé cuánto tiempo voy a tardar en poner orden en mi cabeza. Las decisiones que tome traerán grandes consecuencias para mucha gente —sacudo las piernas rozando el suelo con las puntas de mis zapatillas—. Y aun así en realidad solo me importa lo que piense una persona.

—Comprendo, pero tengo la certeza de que esa persona tampoco se va a olvidar de ti. Bajo mi perspectiva, os veo a los dos remando hacia la misma dirección, solo que en distintas canoas. 

—Simon no es muy bueno con el remo —Me cubro el rostro sonrojado pensando en las primeras veces que pasamos juntos practicando. 

—Y tú no eres muy bueno dejando que la gente te lea, excepto él que supo hacerlo desde el primer minuto que hablásteis. 

Nos mantenemos en silencio unos minutos hasta que una ola de gritos y aplausos atraviesa las ventanas. 

—Yo lo veo de la siguiente manera, tú eres el remo, la fuerza y él es agua, la coherencia. Una cosa no puede ir sin la otra, pero a veces dos personas se encuentran demasiado pronto, aunque su destino sea permanecer juntos. Lo que vosotros habéis hecho sin pensar, es daros tiempo para descubriros, estar bien con vosotros mismos para después darle vuestra mejor versión al otro. 

—Dicho así suena fácil y yo parezco un idiota.

—No, solo tienes miedo y eso es totalmente justificable.  

Regreso a Hillerska [Jóvenes Altezas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora