Como un crío

875 87 21
                                    

Elisa

Entro en la habitación de Wilhelm conteniendo las ganas de decirle lo que pienso de él en realidad. 

—Buenos días Willie. Nos levantamos y nos duchamos —ordeno categórica cuando veo la pocilga en la que se ha convertido su cuarto. 

Lo está intentando, pero cada vez más difíciles y es como tratar con la pataleta de un niño de tres años todo el santo día. 

Me mira de soslayo y asiente ligeramente. Me crispa los nervios que siga lanzando la pelota hacia la pared y la coja tras rebotar en el suelo, una y otra vez. Yo me presté a esto para ser algún día la reina de edte país, no para hacer de canguro de un crío caprichoso. 

Intercepto la pelota antes que él y apenas se mueve. 

Es como si tuviera un mueble frente a mí. Han pasado dos semanas desde que Simon se fue con parte del coro. Por eso estaban aquí Jako y sus compañeros, ensayaron con Hillerska unos días y seleccionaron a unos cuantos para formar equipo y participar en el concurso coral más prestigioso de toda Europa. Estarán hasta final de curso y eso significa que Wilhelm ya no verá a Simon quizás hasta después de verano. El último antes de ir a la universidad. 

Comprendo que pueda dolerle al principio, pero esto sucede constantemente y la gente no se pasa el resto de su vida deprimida y llorando por los rincones. 

—Sí, a sus órdenes. 

Contesta finalmente y yo pongo los ojos en blanco y respiro hondo. Se comporta como un auténtico capullo. De cara a la galería nuestra relación parece creíble, de esas distantes y respetuosas al mismo tiempo, con clase y fachada de grandes promesas. Nunca pensé que él se fuera a enamorar de mí, pero sí que podríamos rebasar la barrera de la amistad y tener un romance. Nada, ni me mira, no debe saber ni de qué color tengo el pelo. 

Se arrastra como una lombriz hasta el baño y cuando cierra la puerta me dispongo a abrirme camino entre las latas de refresco, camisetas, cojines y... una hoja escrita a mano llama mi atención. 

Me siento en la silla después de dejar a un lado los libros que estaban sobre ella y empiezo a leer. 


Querida mamá, 

te escribo desde el corazón, de hijo a madre esperando que así puedas intentar comprenderme mejor que de príncipe a reina. He tomado una decisión, una vez termine la universidad, si la burocracia no me permite reinar, cuando herede el trono, con la persona que yo elija a mi lado, renunciaré. Te quiero demasiado para hacerte esto ahora mismo, por eso esperaré paciente a encontrar una solución. Puedo perder cuatro, cinco e incluso seis años de mi vida, pero si acepto lo que la gente me impone y no lo que yo siento, me perderé para siempre y, sé mamá, que tú no quieres eso. Erik era el destinado para sucederte, no yo, y a pesar de que me hecho a la idea de que es mi obligación tomar esa posición, solo podré hacerlo si estoy bien conmigo mismo, por el contrario, no sería justo ni lógico que yo pudiera tomar las riendas de un país. Deseo desde lo más profundo de mi alma que aceptes mi decisión.  

Te quiere, Wilhelm. 


La hoja resbala de mis manos. Doy gracias a Dios de que todavía no la haya enviado. Esto sería mi final en Hillerska y acabaría con cualquier esperanza de poder hacerme un hueco entre la alta sociedad.

Regreso a Hillerska [Jóvenes Altezas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora