Por él, lo soportaría todo

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Cuando Anna abandona la habitación, Simon se sienta en la cama y mira fijamente su mesita. En el primer cajón debajo del libro que ahora lee por las noches antes de dormir guardó por si acaso, el sobre, la carta, el comunicado. Lo coge y lo lee varias veces, como si de esa manera fuera a descifrar lo que se va a decir en él en unos minutos. De alguna manera, llamémosle corazonada, intuición o esperanza, piensa que lo que se diga, dictará su futuro con Wilhelm.

Se pone nerviso y resopla tratando de liberarse de los nervios que le invaden el estómago. Se anima él mismo mentalmente y se levanta para ir a la sala donde está el televidor retransmitiéndolo.

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Es la primera vez que Wilhelm viaja solo, ir a la universidad le aterra, cuando fue a Hillerska todo resultó más sencillo por dos razones, le acompañaba Erik y él no era el príncipe hemérito.

Lo cierto es que no viaja del todo solo, Sinah conduce y Biron y un nuevo guardaespaldas los escoltan en el coche de atrás.

Se refriega las manos y se muerde el pulgar. Es la locura más grande que ha hecho es su vida, o no, eso tampoco es del todo así. La locura más grande fue hace exactamente dos semanas atrás.

- Mamá, tenemos que hablar - Wilhelm entró en el despacho de la reina después de llamar tres veces, pero sin esperar a que contestara.

Ella se bajó las gafas hasta la punta de la nariz, había probado los cristales progresivos y no había conseguido hacerse con ellos, por eso seguía haciendo eso de llevar los binóculos de cerca siempre, y los de lejos solo cuando era estrictamente necesario.

-En diez minutos en la biblioteca hijo.

Wilhelm hubiera arrastrado la silla, se hubiera postrado sobre ella y le hubiera dicho "¡No, ahora!". Al contrario, se dio media vuelta y cruzó hasta la otra punta de la casa, bajó dos pisos y esperó paciente observando los jardines desde los increíbles ventanales que permitían leer desde la mañana hasta la tarde con la luz del día.

Llevaba ocho minutos, en dos su madre estaría frente a él y eso le ponía los pelos de punta. Ella no se podía ni imaginar lo que le espereba y eso a Wilhelm le daba pena y le resulataba incluso doloroso. Miró su teléfono, concretamente la aplicación donde la gente cuelga fotos y vídeos de su vida, entró en el perfim de Simon. Sí se dijo desde que le dijo todo aquello la última vez que se vieron que no li haría más y lleva desde entonces observando cada foto con detalle una media de cinco veces al día. Es la única manera que siente de estar conectado con él. Mira sus ojos con detalle, se centra en su negra retina y cree que Simon piensa en él cuando se hace la foto. Probablemente sea así, en los autoretratos que cuelga ya no de le ve tan risueño como neses atrás, se le enconge el corazón cuando piensa que él es culpable, pero para que engañarse, también le gusta que piense en él.

Ya habían pasado los dos minutos y Wilhelm había recordado porque había tomado esa decisión.

-Ya estoy aquí hijo, una llamada inesperada me ha retrasado. Dime, ¿Qué es eso tan importante de lo que me quieres hablar?

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Cuando entra en la sala todos los asientos están ocupados. Decide pasar por delante de una fila de alumnos bastante más mayores que él, se disculpa por un pisotón y un pequeño empujón y se queda rezagado en un espacio que ha quedado libre entre una columna y una estantería. Mira hacia el televisor que está echando un anuncio de jabón para la colada. Su teléfono vibra, es Elisa. Le cuelga la llamada, no quiere hablar con ella. Ahora mismo no tiene nada en su contra, pero simplemente no le apetece. Su mirada vaga por la sala y desafortunadamente se cruza con la de Jako. Le hace aspamientos con la mano como señal de "Ven aquí, hay sitio para ti". Simon frunce el ceño y niega con la cabeza de manera, como si quisiera quitarle importancia a su negativa para que a Jako no le sentara mal. Pero este no se entera e insiste, tanto que para no llamar más la atención Simon hace malabares hasta llegar a la silla que le tiene reservada.

Regreso a Hillerska [Jóvenes Altezas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora