《veinticinco》

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❝Es necesario perdonar, no solo a los demás, sino también a nosotros mismos.❞

Las fechas importantes no siempre destacan por ser algo bueno, sino porque algún evento histórico o trágico se llevó a cabo dicho día, aquella fecha era conocida para todos como "La tragedia de la mansión Benson" pero para Ámbar solo era su cumpleaños

¿Por qué odiaba tanto aquel día?

Solo había una respuesta y era sencilla; Sharon

Todas las cosas que ella detestaba o le desagradaban eran o fueron a causa de Sharon, como lo era su cumpleaños, aquel día que se supone debe de ser especial y felíz, para la rubia no lo era en lo absoluto pues era un constante recordatorio de los desprecios de su madrina, la única vez que se cumpleaños fue celebrado fue el mismo año que Luna entró a su vida, tristemente, fue celebrado el día equívocado, aunque nadie lo sabía.

Eso a Ámbar le dolió y también la marcó, núnca podía hablar del día de su cumpleaños sin que Sharon se colocara a la defensiva y la insultara, el dolor de una perdida era más fuerte que el amor a su propia ahijada, o en este caso a su propia hija, pues aunque a Ámbar no le guste admitirlo, Sharon seguía siendo su madre adoptiva, al menos de forma legal.

Aquel día estaba más tenso que de costumbre, Alfredo y Luna compartían un desayuno juntos mientras que el hombre mayor le relataba a la pequeña ojiverde lindas y divertidas historias de su madre y lo similares que eran ella y la mexicana. Del otro lado de la mansión, Ámbar estaba cubierta aún con sus sábanas hasta la cabeza sobre su cama, pero ya no estaba dormida, sus ojos a pesar de estar cerrados derramaban lágrimas, en silencio y sin que nadie supiera Ámbar sufría pues a penas los pequeños rayos de luz emergieron a través de su ventana la ojiazul ya sabía que día era aquel y se odio más que núnca, se odió por núnca haber tenido una familia en primera instancia, aunque no lo dijera muy en el fondo ella anhelaba tener a una madre como Mónica, alguién tan dulce, cariñosa, comprensiva, que siempre estuviera ahí para cuidarte y quererte a pesar de todo, también quiso tener un padre como Miguel, que la protegiera, que la cuidara, que la defendiera de todo lo malo que pudiera llegar a pasarle, Ámbar no sentía molestia hacia los Valente por Luna, no, ella sentía molestia por no ser suficiente para tener una familia como aquella.

—Señorita Ámbar —Susana la enfermera entró a la habitación luego de dejar unos leves toques en su puerta —Vine a curar sus heridas y aproveché en ayudar a su madre con el desayuno para traerselo

—Mónica no es mi madre, vete —murmuró en un susurro ahogado, intentando de que ningún sollozo escapara de sus labios

Susana la ignoró, también era psicóloga y entendía a la perfección que la situación en la que estaba la rubia no era para nada fácil, Mónica se había encargado de ponerla al tanto de todo lo que había pasado en su vida, o bueno, hasta donde ella tenía conocimientos.

La mujer de uniforme azul entró a la habitación a pasos lentos y sin ocacionar algún ruido, dejó la charola con el desayuno sobre la mesita de noche de la rubia para lueg sentarse sobre su cama a su lado donde Ámbar estaba hecha un ovillo entre las cobijas.

—¿Te he dado el permiso de estar acá? Andate —usó ese tono tan amargo y frío al que estaba acostumbrada a usar, la rubia estaba demasiado sensible ese día, y de un humor muy pésimo, el primero en ser victima de su humor había sido Miguel quién al llamarla para desayunar solo recibió un grito furioso de parte de la rubia.

Susana la ignoró por completo y arriesgadose a no salir viva de ahí tomó el borde de la manta y la fue halando con suavidad hasta dejar a la ojiazul descubierta por completo, Ámbar estaba hecha un desastre de pies a cabeza, el cabello enmarañado, sus ojos hinchados de tanto llorar, su nariz roja y su cuerpo tebloroso a causa de los leves sollozos.

Destrúyeme; ꜱɪᴍʙᴀʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora