《once》

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A veces se necesita perder, incluso cuando hay que ganar

Ámbar era una persona peculiar, sus actitudes y su forma de pensar no eran como la de los demás, quizas por eso ella se catalogaba a si misma como alguién "diferente" a los demás, no solo por tu forma de vestir, íba más allá de su apariencia física, sin embargo nadie había entendido el transfondo de sus palabras, así eran las personas, solo veían lo que querían ver

La mayoría catalogaba las actitudes de Ámbar como las de una persona egoísta, y orgullosa y quizás ella era de esa forma, pero ¿Cómo culparla? Si a sus ojos aquello había sido normalizado durante casi veinte años por la mujer que la crió. Sharon se encargó de amoldar la personalidad de Ámbar a su total semejanza, en su forma de actuar, pensar, vestirse e incluso caminar.

Sin embargo ella estaba ahí, tratando de cambiarlo todo, de cambiar su vida, incluso de cambiarse a ella misma, encontrar su camino sin importar las veces que tropezara en el proceso, Simón íba a estar detrás de ella para sostenerla.

Como justo en aquel momento, Simón apretaba con sutileza la mano de la rubia brindandole confort y transmitiendole seguridad y valor, sobre todo lo último, no es que ella fuera una cobarde pero necesitaba un impulso para estar ahí, una parte de ella quería girar, largarse y alejarse de aquellos problemas que la atormentaban, pero otra parte quería permanecer ahí y enfrentar lo que fuera que hubiera tras aquellas enormes puertas.

—Siempre podemos volver ¿Sabes? Aún no hemos tocado la puerta —la voz de Simón hace que Ámbar levante la mirada del suelo y lo observe. El castaño notó la duda en los ojos azulados de la rubia pero esta soltó un leve suspiro para luego negar

—No vine hasta acá para nada, no soy una cobarde

—Nadie dijo que lo eras —le sonrió con gentileza —Al contrario, eres demasiado valiente al venir hasta aquí por tu propia voluntad, Ámbar, sin darte cuenta estas teniendo cambios, son pasos pequeños, pero cada uno de estos cuenta ¿Entiendes eso?

Ámbar asintió tratando de darle sentido a cada palabra que le decía Simón, pero era complicado, su mente le estaba jugando en contra creandole mil y un escenarios en los que aquel encuentro podría resultar catastrófico

¿Ella estaba asustada?

No, sin embargo otras sensaciones la estaban embargando, también se sentía extraña, puesto que Simón había estado siendo atento con ella en exceso, incluso cuando la rubia le era totalmente indiferente, eso parecía incentivar aún más al castaño de estar a su lado

¿Por qué?, se preguntaba ella

¿Qué había de especial en ella?, era una pregunta la cual solamente Simón tenía una respuesta

Ámbar se precipitó a subir los últimos dos escalones de la entrada de la mansión para luego tocar la puerta, luego de unos segundos esta fue abierta por una sonriente Luna, la pequeña mexicana suponía que se trataba de su mejor amigo puesto que este le había avisado horas antes sobre su visita, pero esta no contaba con que Ámbar vendría con él

—¿Ámbar? ¿Qué haces aquí? —soltó en tono brusco, Simón frunció su ceño en dirección a la ojiverde, era realmente extraño escucharla ser grosera con alguién

¿Por qué Luna había comenzado a tomar esas actitudes?

—Eso venía a preguntarle a tu mamá, ella fue quién me citó aquí —Ámbar no flaqueó ante la actitud de Luna —Así que si me disculpas —la rubia pasó por el lado de la castaña chocando su hombro contra el de ella a propósito, adentrandose a la sala de la mansión donde Alfredo y los Valente compartían una merienda — Vaya, veo que llego en buen momento

Destrúyeme; ꜱɪᴍʙᴀʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora