final y epílogo.

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n/a:lean la nota al final del capítulo.

La vida de las personas son como las estaciones, cada una es diferente, algunas pueden ser duras como el invierno, otras refrescantes como la primavera, también agotadoras como el verano, pueden que incluso desgastadas como el otoño, sin embargo, encontramos la manera de lidiar con cada una y sobrevivir en el intento

Comencemos por lo que fue en un unicio; Ámbar.

Había tanto que decir sobre aquella rubia de ojos azules y sonrisa cautivadora, pues más allá de su "cara bonita" pasaban cosas más profundas, la vida de una adolescente que fue condenada desde que nació, y liberada llegado su momento, la vida la hizo una costurera -metafóricamente- pues fue creando diferentes disfraces y mascaras a lo largo de su vida, creando personalidades distintas para poder lidiar con todo el sufrimiento que pesaba en sus hombros

Cualquiera que no la conociera simplemente se reiría "¿Siendo bonita y millonaria qué podría estar sufriendo?" Era el tipo de comentarios que siempre escuchaba y por eso jamás se atrevió a dejar caer su máscara delante de nadie

Hasta que llegó él.

Simón fue el paracaídas de Ámbar, el cual llegó justo a tiempo antes de que ella llegara al final del precipicio, ver a aquello dos al principio fue sin duda algo divertido, Ámbar no toleraba a Simón pero desde que lo vio algo comenzó a crecer en su interior sin saberlo y sin quererlo ¿Quién manda en cuestiones del corazón?

Nadie.

-¿Vas a seguir ignorándome?

Ámbar frunció su ceño aún cruzando sus brazos mientras observaba el canal de música sin siquiera dirigirle un gesto, Simón por su lado estaba intentando aguantar las ganas de reír

-Sabes que no lo dije enserio -hizo un pequeño puchero

-No me interesa, andate de acá -bufó la rubia rodando sus ojos, Simón sonrió con nostalgia, le divertía cuando se ponía de aquella manera, le recordaba a la Ámbar de hace cinco años

-Fue solo una bromita -

-Una bromita que te hará dormir esta noche en el sofá -se colocó de pie mientras se acercaba a la isla para tomar las llaves del departamento y del auto

-Hey, ¿A dónde crees que vas? -se colocó de pie para llegar a ella y con agilidad arrebatarle las llaves del auto

-A casa de mi abuelo -se encogió de hombros

Luego de todo este tiempo, Ámbar pudo establecer una mejor relación con Alfredo, hasta el punto de llegar a llamarle abuelo, en cuanto a los Valente se podría decir que ahora los consideraba familia, sin embargo Luna era otro caso a parte que luego hablaremos.

-Sabes que no podes conducir así-la señaló de forma acusatoria

Ámbar rodó sus ojos con fastidio, detestaba que su libertad se haya límitado de dos meses para acá.

-Puedo conducir perfectamente -rodó sus ojos con fastidio, estos días su humor había estado un poco cambiante, habían días en los que amanecía queriendo tener a Simón a su lado, sobre ella y dentro de ella, como habían días que ni siquiera quería verlo de reflejo

Destrúyeme; ꜱɪᴍʙᴀʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora