EL UNIVERSO EN SUS OJOS

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Ha pasado cerca de un mes desde que yo dije que me abstendría de conocer a Hange por segunda vez, ha sido lo más difícil de aguantar en esta nueva vida.
Sé que ella aún es una adolescente, pero sólo quiero ver sus ojos, sus hermosos ojos.

¿Listo para que vayamos a casa de tu madre otra vez?
Si, bueno eso creo.

Estaba totalmente nervioso, pero como siempre no demostré ni un segundo estarlo. Ya en camino y con la hermosa vista que ofrecía el sector VIP dónde vivía Erwin lleno de mucha naturaleza y hermosos cerezos le hice la pregunta más tonta que pude hacerle esa mañana.

¿Sabes dónde vive ella?
Es nuestra vecina, mi casa está justamente al lado de su casa, pero como son mansiones se ven alejadas justamente por esa razón.
¿¡Y por qué no me habías dicho eso antes!?
Porque nunca me lo preguntaste, fué casualmente por esa razón que pude darme cuenta que si pudiste aguantar sin salir corriendo a verla.
Tsk, me parece algo egoísta de tu parte.
Sólo era fijarte un poco quién era la persona que de vez en cuando pasaba en la limusina frente a la puerta.
¡Cómo quieres que supiera, si vives a 200 metros del portón de tu casa! Por cierto, he visto a un joven entrar donde dices que vive Hange.
¿Te refieres a Moblit?
¡Que! ¿Moblit aquí también se mantiene a toda hora detrás de ella?
Moblit aquí es su primo y viven en la misma mansión, y si, aquí también la cuida de sus propias travesuras.

El camino se hacía eterno para mi, mirar las manecillas del reloj era algo bastante molesto. Afortunadamente tenía a la naturaleza de mi lado, los hermosos cerezos que estaban de lado a lado, el cantar de las aves, las traviesas ardillas trepando por los árboles y ver las bestias correr libremente por aquellos campos fueron calmando mi ansiedad. Todo fué tranquilo en mi mente hasta que recordé algo.

¡No puede ser!
¿Pasa algo Levi?
Hoy es viernes, y a esta hora mi madre cierra el negocio por dos horas aproximadamente.
¿Para que cierra el negocio dos horas los viernes?
Para guardar en el banco las ganancias de la semana.
Ya veo, igualmente vamos y veremos que pasa.

Al llegar al lugar noté que mi madre no estaba, y como era de esperarse el lugar estaba vacío porque los clientes ya saben que los viernes a esta hora se cierra. Seguí caminando un poco más allá cuando escuché la voz de un hombre discutiendo, apresuré mis pasos para ver con quién discutía aquel hombre y vi unos zapatitos rojos muy llamativos que sobresalían en el entorno; seguí alzando mi mirada y pude ver un cabello alborotado y castaño ¿Será ella? No podía ver su rostro desde donde estaba ¿Por qué discute ese hombre con una niña?

¿Pero por qué no quieres aceptar mi trato?
¡Porque no es emocionante niña estúpida!
¿Te parece más emocionante robar este negocio, con el poco dinero que debe haber en esa caja registradora en vez que yo te enseñe ciencias y matemáticas y encima de todo te de un cheque con una suma de dinero bastante considerable?
¡No seas tonta niña, eso no es emocionante, no me digas que no tengo derecho a robar aquí mientras la dueña no está!

Esto me confundía aún más. ¿Cómo puede ser posible que una niña negocie con un ladrón de esa manera tan tranquila?

¿Piensas dejar que Hange lidie sola con un ladrón?
¿Qué, esa niña es…?
Si, aquella niña adolescente es Hange.
¿Pero, no se supone que no debía acercarme a ella?
Lo único que tienes que hacer es no decirle acerca de nuestro pasado hasta que tenga una edad considerable

En ese momento le di una patada al sujeto en su espalda, lo que hizo que saliera disparado unos dos metros, y aunque quise seguir golpeando a aquel sujeto, sentí como mi cuerpo quedó paralizado por los grandes y expresivos ojos de Hange.

El universo que la vida me había robado en aquella época me lo estaba devolviendo justamente en éste instante. Toda mi vida empezó reflejarse en mis memorias con más claridad que cuando leí aquellos libros, recordé desde los momentos más desesperantes que habían sido para mí soportar las locuras de ella, los momentos en que empecé a sentirme tranquilo cada vez que ella estaba a mi lado, el momento tan difícil en la cual yo sabía anticipadamente que la debía dejar marcharse sin mí, y aquellos años dónde al despertar lo único que veía era esa silla de ruedas, una y otra vez cada día de mi vida hasta que morí en aquella época; y aunque por ratos podía caminar recorridos cortos, el desgaste que tuve en mi cuerpo por cada batalla había hecho que yo dependiera más a esa silla de ruedas.

QUE NUESTRA ÚNICA GUERRA SEA DE BESOS. (LEVIHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora