Capítulo 6

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Caminé a través del reluciente pasillo del hogar de Carsson, la voz de Juli recitando una cuenta hasta el diez llegaba a mis oídos con un poco de eco a causa de los altos techos de la propiedad. Bastante bonita por cierto.

Hace tres días había despertado en el hospital y desde mi dada de alta habíamos permanecido aquí, durante este tiempo conocí a Corin, la esposa de Carsson, y a su pequeña hija Juli. Era una ternura de rizos negros y una risa lo suficientemente escandalosa como para cautivarme.

Abrí una puerta que sabía era la de un ropero y me escondí tras un par de perchas con abrigos de piel.

Esperé un par de segundos en completa quietud. Claro que, no importaba cuánto me esforzase por guardar silencio, los sentidos de Juli siempre le ayudaban a encontrarme casi inmediatamente.

Tenía que ir acostumbrándome a la idea de que ellos, y también yo, éramos diferentes, aunque yo parecía ser incluso diferente a los que deberían ser semejantes a mí.

Curioso.

Continuaba pareciendo una humana, carente de cualquiera de los rasgos y habilidades que caracterizaban a los Ray. Durante estos tres días había sido imposible que recrease cualquier poder, incluso, aquello del proyectil de Energía que ya había hecho en el bosque.

Frustrante.

Todavía se me hacía raro convivir con un Marcus que literalmente corría como un jodido Flash de vez en cuando y con una niña con oídos biónicos. Ver una escoba barriendo sola fue el colmo ayer. Gracias Corin.

Esto era... Era de locos. Y sinceramente a veces sentía que no estaba manejándolo bien.

Juli abrió el portal y se arrojó sobre mí gritando que me había atrapado. Yo no pude hacer más que reír antes de ponerme en pie y darle la mano para ir a la cocina a por algo de comer.

Debian ser alrededor de las diez de la mañana, Marcus estaba en quién sabe dónde, y mamá estaba en el jardín con Corin.

Me acerqué al refrigerador de dos puertas, comenzando a sacar y colocar sobre la barra los ingredientes a utilizar. Lechuga, tomates, jamón y demás. -¿Quieres mantequilla o mayonesa en tu sandwich?

Juli se situó a mí lado con dos platos, y se dispuso a sacar las rebanadas de pan de la bolsa de plástico. A su lado, una de las tantas plantas dentro de la casa, había descubierto que los Ray tenían por costumbre estar rodeados de cuanta naturaleza pudieran. -Mantequilla, por favor.

Asentí. -Vas a la escuela mañana ¿Eh? Me dejarás jugando sola.

Juli rió. -Pronto tu también irás a la escuela, Alessa.

Suspiré por lo bajo, aquello no me emocionaba demasiado, no quería cambiarme de instituto a mitad de año, menos a uno de un puñado de chicos alienígenas que se conocen desde el vientre de sus madres. -Tienes mucha razón, listilla. Pero seguro ellos no son tan divertidos como tú.

Se elevó de hombros. -No puedes esperar demasiado de los chicos grandes.

Hice una exclamación ofendida y le pasé su sandwich. Nos encaminamos a la sala de estar.

-No te enojes, Alessa. -Agitó su mano libre, tratando de retractarse como si de verdad me hubiese mosqueado. -Adel y tú no son aburridos.

Me dejé caer en un sofá negro muy acolchado junto a ella y encendí la televisión. ¿Qué veríamos? Caricaturas, por supuesto, pero no me quejaba. La cría tenía buen gusto, Los Simpsons son bastante entretenidos.

-¿Quién es Adel?

Sonrió de oreja a oreja. -Mi hermano mayor. Es el mejor. Apuesto que te caerá bien. Ahora mismo debe estar en alguna genial misión que le encomendó papá, salvado Rays, o incluso Akuas, ¿Por qué no? Así de genial es. -Mordió su emparedado con fascinación, deteniendo aquel vómito verbal. -Está muy bueno, Alessa.

RAY - Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora