quiero ser tu esclavo

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Bien. Terminó.

Murmuró Anthony muy bajo, sentado en la punta de su cama con Fat Nuggets durmiendo a su lado y apegado a su pierna para contener parte de su calor corporal. El rubio miraba minuciosamente la espalda de Alastor, quien estaba de rodillas empacando las últimas pertenencias de su habitación.

El semestre al fin terminó y, como había sido su decisión desde el principio, Alastor dejaría la residencia y volvería a la casa que compartía junto a Niffty y Husk. Por las comunicaciones por celular con los trabajadores y reparadores del medio, su casa y planta alta ya estaban en condiciones óptimas para volver a ser habitada. Sus dos amigos habían llegado allí hace un par de días y habían estado limpiando y acomodando muebles, el único que faltaba era Alastor. Ese mismo día llegaría a su viejo hogar, un taxi lo iría a recoger fuera de la residencia y debía arrastrar su equipaje para partir.

Si. Eso creo.

Contestó el moreno al escuchar el tenue lamento del rubio en sus espaldas. De cierta forma, Anthony se removió en su lugar y bajó la mirada con algo de melancolía. Se mordió los labios y sintió que debía reprimir esas emociones.

Ellos habían dormido en la misma cama las últimas semanas, se quedaban dormidos luego de hablar por horas, se abrazaban y se besaban hasta el cansancio y reían ante conversaciones triviales y anécdotas graciosas.

Anthony no quería demostrarlo... Pero en serio, de verdad iba a extrañar a Alastor. Se abrazaba a él en cada noche y no lo dejaba ir, lo llenaba de caricias. ¿Cómo iba a dormir solo luego de tantas noches aferrado a él y escuchando su cálida y fuerte voz, su risa y la sensación de ser protegido entre sus brazos? Se afligió ante ese repentino sentimiento de soledad. Era estúpido porque estuvo la mayor parte de su vida soportando eso, pero ahora era diferente. El rubio se había enamorado de su compañero de cuarto y estaba muy acostumbrado a despertar y verlo allí en la cama de al lado durmiendo, escuchando su respiración suave y viendo su rostro hermoso al descansar. Apreciar su belleza cuando leía libros, cuando se enojaba con él y arrugaba su nariz de forma encantadora. Sobre todas las cosas, ver su sonrisa, sentir las palmas de sus manos tomar su rostro como si fuera lo más importante de su vida y besar sus mejillas y sus labios.

¿En serio... volverás a tu casa?

Volvió a susurrar Anthony con voz temblorosa. Rogar no era una opción, era patético, él se sentía tan patético. Pero no era su culpa, nunca nadie lo había querido de una forma tan linda y pura, casi inocente. Nadie le había correspondido y nadie lo había amado de verdad sin solo querer acostarse con él o sacar provecho de alguna forma. Era tan extraño sentir cariño genuino, la sensación era tan placentera y preciosa que le hacía agitar su corazón y temblar extasiado. Asustaba. Querer a alguien asustaba mucho.

Si. Lo prometí.

Alastor se puso de pie y arrastró su equipaje hacia la puerta de entrada. Volteó para mirar a Anthony, pero de inmediato clavó su mirada en el piso.

Se sentía tal vez peor que él.

No podía quedarse realmente, debía compartir gastos con sus dos amigos así su estancia en lo que le quedaba de carrera sería llevadera y mucho más provechosa. Nunca pensó que conocería a Anthony, que amaría a otro hombre y que no querría abandonar la residencia, siendo que al principio quería huir de allí desesperadamente porque no lo soportaba.

Se angustió por exactamente todas las mismas razones que el rubio. La sola idea de no dormir con él cada noche y abrazarlo, cubrirlo con mantas, despertar, desayunar, tan solo mirarse, ver películas juntos, bañarse juntos, jugar... La sola idea de separarse era dolorosa. No habían pasado el suficiente tiempo juntos, no de la forma en cómo vivieron las últimas semanas que fueron tan maravillosas como un sueño.

Teen Idle 『  RadioDust  』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora