Teen Idle 『 RadioDust 』

¿por qué no yo?

"Pensé que ir con la corriente era estúpido."

La voz del profesor se escuchaba fuerte y clara a primera hora de aquel lunes, esta retumbaba por las esquinas del salón de clases el cual estaba bastante poblado de estudiantes que tomaban apuntes y fotos de la pizarra. Como era teoría, la mitad de los alumnos escuchaban y escribían a la par. Los del fondo aprovechaban que no eran vistos y mandaban mensajes o revisaban redes sociales en sus celulares.

Anthony estaba en uno de los asientos individuales del fondo de todo. Dormía sobre uno de sus cuadernos de una forma absolutamente silenciosa, nadie podía verlo desde ese ángulo y nadie podía llamarle la atención. En realidad, estaba muy cansado porque no durmió en todo el fin de semana y, ese lunes, llegó a las siete de la mañana a su habitación, se duchó, se vistió y asistió directamente a la clase. Si, estaba medio muerto y sus ojeras negras adornaban su rostro a pesar de que quiso cubrirlo con maquillaje. Estaba destruido y su cabeza retumbaba aún con la música de la fiesta de la noche anterior. Lo mejor era dormir un poco en clase.

Ese poco se convirtió en dos horas de siesta en la primera clase de la mañana.

—Tu nariz.

Anthony apretó sus párpados y su conciencia comenzó a regresar. Una grave voz a su lado fue escuchada por él a pesar de que sonó como un particular susurró. Un quejido perezoso surgió de sus labios al momento que recuperó la compostura en su asiento y, por reflejo, llevó una mano a su rostro. Cubrió su boca y su nariz, sintió el líquido caliente y cuando miró su cuaderno, lo vio manchado con su propia sangre. Desde sus fosas nasales emergían hilos rojos oscuros, la sangre no era demasiada pero si la suficiente como para ser notoria.

—Ah...

Justo en ese momento, el profesor dio por finalizada la clase y todos los alumnos comenzaron a levantarse y a recoger sus pertenencias. El ruido general del aula tapó los confusos pensamientos de Anthony, quién se cubrió la boca y nariz entre sus manos y quiso frenar el sangrado aún sintiéndose bastante desorientado.

No obstante, el chico que había señalado lo que sucedía y estaba ubicado en el pupitre de al lado se acercó a él y le ofreció un pañuelo blanco. Anthony apenas alzó la mirada hacia el sujeto, tomó el pedazo de tela y se cubrió el rostro para limpiarse lo mejor posible. La hemorragia estaba cesando, era cuestión de secar ese desastre.

—Te ves horrible. ¿Quieres ir a la enfermería?

La voz grave fue más honesta y dura. El sujeto arqueó una ceja con algo de impresión y nervios al ver al rubio. Era alarmante por donde quiera que lo viera. Anthony le negó y se sostuvo la nariz unos momentos cubriendo y tapando sus fosas nasales para evitar que el sangrado persistiera.

La cocaína en exceso a veces tenía esa clase de efectos dolorosos. El día anterior se acostó a un dealer en la fraternidad sur y este le regaló bastate polvo. No pudo desperdiciar la oportunidad y terminó sobrepasado los límites de su cuerpo.

—No. Estoy bien. No hay nada nuevo que me puedan decir, sé bien cuál es la razón.

Anthony se levantó algo tembloroso. Dejó el pañuelo sobre la mesa luego de terminar de limpiarse y, aún algo pálido, trató de sostenerse. Comenzó a recoger sus cosas, no le tomó verdadera atención al hombre a su lado y siguió adelante de la mejor manera posible. Tal vez el peso de sus cuadernos y libros era mucho en su estado, cerró sus ojos cuando su vista se nubló.

De repente, una mano envolvió su brazo y lo sostuvo para que obtuviera un poco más de estabilidad y no se derrumbara.

Fue en ese momento que Anthony abrió sus ojos pasmado y levantó su mirada hacia el más alto. Hicieron contacto visual por primera vez... El rubio se le quedó mirando con ojos brillosos al contemplar a ese tipo de hombre. Su mirada dura y dorada, lo firme de su agarre, lo alto y bien tonificado que estaban sus músculos, la leve barba sobre su mentón y su ceño fruncido ante la molestia de cargar con alguien. Anthony sintió un flechazo inmediatamente porque ese era exactamente su tipo de hombre ideal.