Una noche juntos

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Tras una incómoda cena y de la despedida del dios del sol, todos se prepara para dormir. No sin antes recibir una advertencia de papá Adán.

Adán: Si escucho a alguno aplaudir, lo van a lamentar el resto de su vida.

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Sasaki: Chico no puedes dormir con tu traje ¿Esta bien si te doy uno de mis kimonos?

Le pregunto el espadachín, mientras rebuscaba entre sus cosas.

Sasaki: Este es uno de los kimonos que me diste, creo que será con el que te sientas más cómodo.

Comentó, mientras giraba a ver a la deidad. Poseidón ya había retirado la parte superior de su traje dejando su torso totalmente desnudo.

"La estatua no le hace justicia" Pensó el espadachín mientras cierta incomodidad crecía entre sus piernas. Miro a Poseidón quien ya se había percatado de su erección, el dios de los mares un tanto avergonzado desvió su mirada.

Sasaki: Lo siento, fue involuntario.

Se disculpo totalmente rojo el espadachín. Se dio vuelta buscando darle privacidad a la deidad mientras se regañaba mentalmente.

"Idiota, la idea es hacerlo sentir cómodo. No que piense que eres un pervertido"

Después de unos minutos escuchó como el dios tomaba su lugar en la cama. Totalmente avergonzado hizo lo mismo, no sin antes darle un vistazo al dios. El kimono azul claro con detalles plateados definitivamente resaltaba la belleza de Poseidón.

"¡Contrólate Sasaki Kojiro!" Se repitió varias veces el espadachín.

Ambos se recostaron sin decir palabra alguna. Sasaki trató de dormirse rápidamente para salir de la situación tan incomoda en que se había metido, pero le fue imposible al sentir que era intensamente vigilado.

Sasaki: ¿Chico que ocurre? ¿No puedes dormir?

Poseidón: Quiero verte dormir.

Contesto con honestidad el dios de los mares. Su respuesta sorprendió al espadachín, pero rápidamente sonrió ante la castidad de sus palabras. Gentilmente coloco su mano sobre el cabello de Poseidón y comenzó a acariciarlo.

Sasaki: Ha sido un día largo, trata de descansar también. Te prometo que tendrás más oportunidades.

El dios murmullo en desacuerdo.

Sasaki sujeto su mentón y empujándolo ligeramente lo acerco hacia él. Dulcemente deposito un suave beso en sus labios, sorprendiendo a la deidad quien rápidamente tomo un color rojizo.

Cuando se separaron Sasaki susurro al oído de Poseidón, deseándole dulces sueños.


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En la habitación del Grigori Rasputín, el monje todavía procesaba lo sucedido en el día. Mientras el demonio revisaba sus cajones y armarios sin descaro alguno.

Rasputín: Oye ¿podrías terminar ya? Es hora de dormir.

El señor de las moscas lo ignoro totalmente y siguió con su cometido. El ruso solo suspiro.

Rasputín: Escucha puedes hacer todo el desastre que quieras en esta habitación, pero no en el resto de la casa, sobre todo en la cocina.

Y sin más se recostó. Si podía sobrevivir a las conversacioneseternas entre su hermano y el dios destructor, podría dormir con un demoniorondando en su habitación.


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Para Jack y Hércules no era la primera vez que compartían la cama del londinense, por lo que fácilmente se acomodaron.

Hércules: ¿Jack?

Jack: Yes, my dear god.

Hércules: Te amo.

Jack: Y yo a ti, my dear god.

Sonrió el mortal aferrándose aún más al pecho del semidios.

Hércules: ¿Jack aún temes que mi color pueda cambiar algún día?

Jack: No.

Respondió honestamente el londinense.

Jack: Ese temor se fue hace mucho, ya que se perfectamente que tus sentimientos son honestos. Se que ambos daremos lo mejor para cuidar y amar al otro. Además, eres demasiado testarudo, jamás permitirás que tu color cambie.

Contestó con un poco de humor al final, sacándole una sonrisa al semidios quien no dudo en besar a su novio.


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Por último en la habitación del emperador, este se encontraba sobre el regazo de su pareja mientras se besaban. Después de un par de besos y miradas picaras, el emperador comenzó a restregarse contra la creciente erección de su pareja.

Quetzalcóatl: Tu papá nos matara si nos descubre.

Comentó el dios azteca mientras besaba el cuello del emperador.

Quin Shi Huang: ¿Y quién dijo que haríamos algo?

La deidad se detuvo ante las palabras de su novio, y lo miro confundido. El emperador le dedico una sonrisa maliciosa, mientras se bajaba de su regazo y se acomoda en la cama.

El dios azteca estaba incrédulo, no podía creer que su pareja lo había dejado así.

Quin Shi Huang: Para bajar eso, podrías tomar una ducha de agua fría.

Le aconsejo divertido el emperador, resignado el dios se dirigió al baño maldiciendo en voz baja.

Quin Shi Huang: ¿Que dijiste?

Quetzalcóatl: ¡Que eres un desgraciado!

Grito la deidad poco antes de azotar la puerta del baño.

Quin Shi Huang: ¡Lo sé!

Respondió totalmente divertido el emperador.


Déspues del RagnarokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora