Manos

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Este capítulo lo re- subo ya que a partir de aquí la escritura será de otra forma.

Era un lunes por la mañana como cualquier otro. Me preparé rápidamente, recogí mi cabello en una coleta y salí de casa después de despedirme de mis padres, que ya se dirigían al trabajo. Al cerrar la puerta con llave, me encaminé hacia la escuela, con la mente atormentada por Rubén y sus bromas.

"Maldito Rubén, te atrapé de nuevo con otra de tus estúpidas bromas con Celia", murmuré entre dientes mientras avanzaba con furia.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Rubén me saludó alegremente: "¡Hola, buenos días!"

Volteé hacia él con una sonrisa forzada y continué caminando. Rubén siguió mis pasos y me llamó: "Hey, espera."

"¿Sí?" Respondí, deteniéndome y tratando de ocultar mi irritación.

"No seas grosera, espera", dijo él frunciendo el ceño.

Confundida, decidí averiguar qué estaba pasando. "¿Qué pasa, Rubén?"

— Te pasa algo? — Preguntó, poniendo una mano en mi brazo.

Respiré profundamente, dejando escapar mi frustración. — Lo siento si fui grosera, simplemente no he tenido un buen día — admití, mirando su mano en mi brazo.

— No pasa nada — respondió con una sonrisa, retirando su mano. — ¿Quieres que te ayude con tu bolso? — Propuso, intentando animarme.

— No, nuestros bolsos parecen tortugas de lo grandes y pesados que están — , bromeé, sorprendida por su oferta.

— Bueno, si te cansas, déjamelo a mí — insistió, buscando algo en su bolso. — Mira lo que mi madre trajo ayer — sacó una pequeña barra de chocolate.

— Oh, qué rico — exclamé emocionada.

Rubén partió el chocolate por la mitad y me ofreció una parte. "Toma", dijo con una sonrisa, mientras él se comía la otra mitad.

— Muchas gracias — respondí con una sonrisa sincera.

Mientras caminábamos hacia el colegio, no podía evitar pensar en si el chico que me escribió la carta realmente existía o si todo era una broma de Rubén. Y si fuese una de esas bromas una decepción así sería una de las más grandes de mi corta vida, y apenas tengo doce años.

Finalmente llegamos al colegio. Durante las primeras horas de la mañana, intenté concentrarme en las lecciones, pero mi mente seguía divagando entre la posibilidad de que la carta fuera real o simplemente una broma cruel de Rubén.

Durante las clases, notaba la mirada de Rubén hacia mi, supongo que sospecha algo. De vez en cuando en clases hablamos o reíamos de algo que pasaba

A la hora del almuerzo nos dirigimos hacia la cancha a comer algo ya que por las bancas estaban llenos.

— ¿Cómo va tu día hasta ahora? — preguntó amablemente.

— No está mal — respondí encogiéndome de hombros. — ¿Y el tuyo?

— Bueno, sin incidentes hasta ahora — dijo mientras buscaba algo en su mochila. ¿Que trajiste para almorzar?

— Un par de emparedados y una bolsa de papas fritas. — dije sacando las cosas.

— Yo traje un sándwich y un juguito — sonrió después de eso comenzábamos a comer juntos.

Durante el almuerzo, conversamos sobre tonterías y reímos. A pesar de mi inicial desconfianza por las bromas de Rubén, comencé a darme cuenta de que podía ser alguien en quien confiar, cosa que mi yo de hace unos años le daría un paro por dicho pensamiento.

Después del almuerzo, nos dirigimos hacia nuestras siguientes clases con una sensación de tranquilidad. Aunque la incertidumbre sobre la carta aún persistía en mi mente, al menos había encontrado un momento de paz en medio de la confusión.

El día continuó sin más incidentes notables, y al final de la jornada escolar, nos despedimos con una sonrisa. "Nos vemos mañana", dijo Rubén mientras se alejaba hacia su casa ya que me había dejado en la puerta de la mía.

Así, entre dudas y momentos de camaradería, terminó otro día.

Simplemente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora