Estando en casa, la noche transcurrió con normalidad. Mi madre llegó primero, seguida más tarde por mi padre. Cenamos juntos y, después de unas horas, nos retiramos a dormir. Sin embargo, yo seguía sumida en mis pensamientos, sin saber qué creer con respecto a todo lo que estaba sucediendo.
"Quizás no debería darle tantas vueltas al asunto", reflexioné en voz baja. "Pero a la vez, me ilusiona pensar que alguien me considere linda. Aunque, en realidad, soy demasiado joven para preocuparme por estas cosas. Pero aún así, desearía que alguien se fijara en mí."
Mis pensamientos eran un torbellino de emociones contradictorias. ¿Quién tenía la razón en todo esto?
"Decían que no soy lo suficientemente bonita en la escuela", recordé con tristeza. "Maldición, quizás Cecilia tenga razón. Pero eso no la hace menos una bruja."
Antes de quedarme dormida por completo, murmuré: "Rubén, si esto es solo otra de tus bromas, te odiaré por el resto de mi vida. Aunque, en el fondo, sé que no puedo alejarme de ti. Necesito descubrir qué estás ocultando."
Al despertar el martes por la mañana, me levanté como de costumbre. Decidí hacerme una trenza, ya que no me gustaba llevar el pelo suelto ese día. A pesar de intentar comenzar el día con buen ánimo, seguía sintiéndome afectada por mis pensamientos del día anterior.
"Lo que pensé ayer sigue rondando mi mente", murmuré mientras organizaba mis libros en la mochila. "Siento que todo esto es una sucia broma, una traición."
Reflexioné sobre la reacción de Rubén cuando revisamos la carta juntos. "Él estaba nervioso pero también confiado", observé mientras bajaba las escaleras hacia el desayuno. Tengo con un nudo asqueroso en el estómago.
La incertidumbre y la confusión se mezclaban en mi interior mientras me preparaba para otro día en la escuela, enfrentando la posibilidad de que todo lo que estaba viviendo no fuera más que una ilusión o una cruel realidad.
— ___ Miranda, ¿te pasa algo? — Mi madre me sacó de mis pensamientos con voz suave, mientras terminaba su café matutino.
— ¿Eh? No, nada, mamá — reaccioné rápidamente, tratando de ocultar mis preocupaciones.
— ¿Segura? — levantó una ceja con una expresión de preocupación en su rostro.
— Sí, mamá, estoy segura — respondí con una sonrisa forzada, tomando asiento para desayunar.
En realidad, en los últimos dos años no había compartido mucho con ella sobre el acoso que Rubén y Cecilia me habían hecho pasar. Mis padres se llevaban bien con los Doblas y no quería arruinar esa larga amistad. Recordaba la vez que intenté contarle sobre las burlas, pero al principio no me creyó y luego lo justificó como juegos de niños.
Suspiré mientras me llevaba un trozo de pan con mermelada a la boca, reviviendo esos momentos incómodos.
(...)
— Mamá, me voy — anuncié desde la puerta.
— Que tengas un buen día, cariño. ¿No olvidas nada? — me llamó desde el comedor.
— No, mamá. Hasta luego — respondí antes de salir.
El día estaba algo nublado, lo cual me pareció reconfortante. "Qué bien", pensé para mí misma, sonriendo ligeramente. Empecé a caminar, y justo en ese momento vi a Rubén salir por la puerta de su casa.
— ¡Hola! — exclamó él, esperando hasta que llegué hasta él
— Hola — respondí con una sonrisa forzada.
Rubén sonrió con su habitual entusiasmo mientras caminábamos juntos hacia la escuela. Intenté relajarme, aunque mis pensamientos seguían enredados en la carta y en las burlas pasadas de él y Cecilia.
Durante el camino, Rubén intentó romper el hielo. "¿Cómo estuvo tu tarde ayer?"
Traté de mantener mi respuesta neutral.
— Bien, supongo — murmuré, sin querer revelar mi verdadera preocupación.
Él frunció el ceño, notando mi falta de entusiasmo.
— ¿Pasa algo? Pareces distante hoy.
Tragué saliva, indecisa sobre si abrirme con él.
— No, solo estoy un poco cansada, anoche no pude dormir bien. mentí, desviando la mirada hacia el suelo.
Rubén pareció notar mi evasión, pero decidió no presionar más. Continuamos caminando en silencio hasta que llegamos a la entrada del colegio.
Durante las clases, mi mente divagaba entre las lecciones y mis pensamientos tumultuosos. No podía evitar cuestionarme si la carta realmente provenía de alguien genuino o si era solo otra broma cruel.
Ya en el almuerzo.
— ___ , ¿Segura que estás bien? Me preocupas — Rubén me miró con preocupación mientras nos sentábamos en las gradas de la cancha durante el almuerzo.
— Sí, en verdad estoy bien — respondí con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mis pensamientos turbulentos.
Intenté mantenerme distraída observando a la gente jugar y correr en la cancha, pero mi mente seguía regresando a la situación con Rubén y la misteriosa carta.
— ¿Viste lo que hizo uno de los compañeros en la clase de matemáticas? — comentó Rubén mientras tomaba unas papitas.
— Jaja, sí, fue bastante tonto — reí, recordando la situación.
— Pero pobrecito — dijo él, mirándome fijamente.
— ¿Por qué? Nadie lo obligó a manchar la pared con corrector — fruncí el ceño, algo indignada por su respuesta.
— ___, qué mala eres — negó con la cabeza, mostrando compasión.
(...)
"Bueno, eso sería por hoy. Recuerden repasar en la página 77", anunció la maestra mientras todos comenzaban a salir del aula.
Fui a mi casillero junto con Rubén. Claro. Dejé todos los libros que necesitaría para mañana.
— ¿Es siempre así estar contigo? — preguntó Rubén mientras cerraba su casillero.
— ¿Cómo así? — guardé el último libro sin mirarlo, sintiendo su mirada sobre mí.
— Siempre estás seria y de vez en cuando sonríes — se apoyó en la puerta del casillero cerrado.
— No — respondí seriamente — es solo que estoy cansada, ya te lo dije — cerré el casillero y me di la vuelta para caminar hacia la salida.
— Hey, pero tampoco es para que te enojes — me siguió.
— Si no te gusta, entonces busca a otra persona para tus bromas y déjame en paz a mí — solté, frustrada. No quería expresarlo así, pero estaba cansada de la confusión sobre la carta y de todas las dudas que me acosaban.
Me alejé sola, sintiendo una mezcla de alivio y pesar por haber confrontado la situación de esa manera con Rubén.
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Simplemente amor
FanfictionNo hay nada más lindo un amor creado por la infancia, un amor correspondido, pero no, la realidad es otra. • •