Huit

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(Advertencia:
Este episodio contiene, escenas de sexo.
Si no son de tu agrado, te recomiendo saltarlo.)

Matteo.

Nuestros padres no llegaban, sus manos sobre mi cintura, mi cuerpo sobre el suyo, me insitaba a seguir, a concluir lo que más de una vez casi pasaba.

-Hay que hacerlo, quiero hacerlo- Mi subconsciente estaba hablando, y Simón lo habia escuchado. No dijo nada, solo retomó el beso, mientras que con sus manos me sujetaba de la cadera, restregando su entrepierna con la mía.

-¿Estás seguro?- Su respiración ya estaba acelerada, al igual que su voz. No es que sea virgen, pero sería la primera vez que lo hacía con un hombre.

-Solo quiero hacerlo, a menos que tu no..- No me dejo terminar la oración, me robó un beso, mientras que seguia moviendo su cadera, creando un roce con la mía.

Sus besos comenzaban a bajar, sentía como lamía mi cuello, mientras que sus manos buscaban la forma de deshacerse de mi ropa, sin tener que separarnos. Hasta que lo consiguieron, ambas con fuerza, lograron romper mi playera, ocasionando que mi torso estuviera al aire libre, al igual que el suyo.

No habia palabras, tampoco ruido, todo estaba ahogado en nustros jadeos y el pálpito acelerado de nuestros corazones, lo cueles parecian estar a la par.

Sus besos seguían bajando, dejando un rastro de saliva por todo lugar donde su lengua pasará. No sabía que era lo que yo podía hacer, por inercia, tome uno de sus pechos, y comencé a jugar con su pezón, eso pareció gustarle, lo supe por el corto gemido que hizo cuando deje de estimularlo.

Me solto por un momento y con ayuda de sus brazos se hizo para atras, indicando que me divirtieran con ellos. Tenia experiencia en eso, comencé a lamer uno, su piel estaba caliente, no sabia si por la cercanía o por su excitación. Mientras que lo lamía, jugaba con el otro, era satisfactorio eschucar como dejaba salir pequeños gemidos, ante mi tacto. Cambié de pezón y este otro, estaba casi tan duro como nuestras erecciones, lo succionaba, mientras que el acariciaba mi cabello.

Suavemente me baje de su regazo, me pare sobre mis rodillas y retire sus pantalones de manera lenta. La habitación estaba oscura, la tenue luz de la luna, me ayudaba a ver que su amiguito ansiaba salir de su ajustada ropa, así que lo ayude. La perspectiva, me hacía creer que estaba en un sueño, Su piel brillaba gracias a la luna, su cuerpo perfectamente moldeado y el tono rojizo de su rostro.

-Déjame ayudarte- Me quede mirandolo tanto tiempo que, incluso deje de hacer lo qué estaba haciendo. Se levantó de la cama y el mismo retiro el resto de su ropa. Lo tenía tan cerca, y su postura me era magestuosa, como si de una deidad se tratara. Me tomó por los hombros y levantó del suelo. -Cuando quieras que paremos, lo haremos- Su voz se eschuchaba incluso mas ronca.

Me volvió a besar, el beso se hizo intenso, como si de comernos se tratara, me arrojó sobre la cama, y volví a sentir que era un conejo, presa de un depredador. Se inclinó, su rostro estaba sobre el mío, me besaba de manera repentina, cada vez que se separaba, yo deseaba más de el, del sabor de sus labios.

Comenzó a besar mi cuello, sentía como podia venirme con el simple tacto de su lengua, recorriendo mi cuello, está vez no tardó mucho en seguir bajando, sentía sus besos marcar un camino directo a mi entrepierna. Se detuvo en mi pantalón y me miró divertido.

-¿Es de tus favoritos?- Le dije que no con la cabeza y, aunque no sabia a que venía su pregunta, pude entenderlo, cuando sus manos se colocaron estratégicamente, y con fuerza logro hacer una grieta en mi jeans, de ella introdujo una de sus manos y la hizo más grande. Para que al final destrozara el pantalón, y así quitarlo de la manera mas brusca.

Me Niego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora