deux

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Simón.

-Sabemos que acaban de conocerse, y es por eso que debemos tomar esta decisión los cuatro juntos- Mamá me había hecho venir a la casa de su pareja, no pensé que fuese a pasarla bien, y aunque lo hice, había algo en mi que no me dejaba estar totalmente de acuerdo con esto.

-¿Está todo bien?- Preguntó el pequeño conejo, que al parecer ya se había recuperado del frío.

-Ya sabemos que son grandes, y es por eso, que pensamos en preguntarles a ustedes una cosa- Ninguno de los dos dijo algo.

-Como saben, nosotros hemos estado, juntos casi tres años y creemos conveniente el vivir juntos, y no sabemos si ustedes estan de acuerdo con, esta decisión- Matteo me miro de reojo, supongo que espero a que yo respondiera, pero no dije nada, no sabía que decir.

-Bueno, mi padre ya me había dicho sobre esta idea, y lo que le dije a él, es que no veo problema con esa unió- Matteo se acercó a su padre y le abrazó.

No dije nada, solo sonreí y asentí con la cabeza.

Los días pasaban, cada vez mi habitación estaba más vacía y la que estaba en casa de Matteo, repleta de cajas y maletas.

-¿Estas de acuerdo con ésto?- Me preguntaron del otro lado del teléfono.

-No lo sé, lo sentí- Sonreí del otro lado del teléfono.- Sentí algo, ese click, pero ahora no creo que pueda pasar algo si es que me vuelvo su hermano, se que es algo tonto, solo fueron como cuarenta minutos que pasaron como cinco, pero sentí que había algo- Estaba terminando de guardar lo último que quedaba en mi habitación.

-Eres un tonto, romántico- Ámbar, quién ha sido mi mejor amiga desde siempre, es quien estaba del otro lado del teléfono. -No sé, por qué no aprovechas está cercanía, para que pueda haber algo, no hay un índole sanguíneo que lo una y no creo que sus padres se opongan, a menos de que no este de acuerdo con las relaciones entre dos chicos, pero ambos son jóvenes y modernos, así que, sin miedo al éxito- No me dejo responder, ya que se despidió, y me dejo pensando en lo que podría pasar.

-¿Ya estás listo?- Mi madre entró en mi habitación. -Es momento de irnos, el auto ya esta lleno- Me ayudó a sacar una pequeña caja que solo llevaba librós, mientras que yo llevaba la última maleta de ropa.

El camino paso rápido, ella estaba emocionada con esta nueva etapa, yo tenía nervios, muchos en realidad.

Al llegar Matteo no estaba recibiendo, para ayudarnos con las cosas, me saludaba cada vez que llegábamos y me ayudaba con las cajas.

-Es todo- Ya estaba en lo que sería mi nueva habitación, el estaba entrando con la última caja, de mis pertenencias. -Gracias conejito- Tomé la caja de entre sus manos, tocando la punta de sus dedos, mis manos temblaron, al sentir su tacto, que deje caer la caja.

-Lo siento- Me respondió, mientras que casi al instante se bajaba a levantar lo que había salido de la caja.

-No, lo siento fue mi culpa- Baje junto con él, y comencé a tomar los libros que salieron de esa caja.

-No pensé que te gustara leer- Tomó varios libros y de algunos leyó la parte trasera del que más llamaba su atención.

-No es mi mayor pasión, pero alguna vez leí la mayoría de estos libros- Nos levantamos de suelo e iba a devolverle los libros que tenía entre, pero me negué. -Llamaron tu atención, puedes llevártelos y cuando los termines, me los regresas, al fin y al cabo, tu puerta está frente a la mía- El sonrió y abrazo los libros sobre sus manos.

-¿Quieres que te ayude a guardar tus cosas?- Me preguntó amablemente.

-No, pero podrias hacerme compañía- El accedió y pregunto si podia tomar la guitarra que se encontraba entre todas las cajas.

-¿La tocas?- El nego casi de inmediato con la cabeza.

-No, pero puedo entonarte una melodía, para poder hacerte compañía- Le hice una señal con la mano, de que lo hiciera y aunque mi guitarra lloraba por ser tocada con alguien sin experiencia, el parecía darlo todo, en su interpretación.

-Nada mal, pero puedo enseñarte a hacerlo mejor, tal vez asi no tenga que cambiar las cuerdas de mi guitarra próximamente- El se rió por lo bajo y dejó la guitarra sobre la cama, donde estaba sentado.

Él comenzó a ayudarme, a pesar que le había dicho que no, mientras que reproducía música desde su teléfono móvil.

No tardamos mucho, a pesar de que aparentaban ser muchas cosas, la verdad es que solo las había, metido sin ningún orden en las cajas y maletas.

-¿Tienes hambre?- Me preguntó él poniendose de pie, después de que viera que la última caja se había vaciado.

-Tengo ganas de cazar a un conejo, digo, mis instintos de lobo tienen hambre- Estabamos saliendo de la habitación, y aunque las cajas estabam por todos lados, el logró salir, sin ningún accidente, por otro lado, yo pise dos cajas, mi pie quedo atrapado en otra de ellas, haciendome caer de frente, no tenía nada a que sujetarme, mas que a el, quien se volteo para intertar detenerme en la caída, pero eso, solo hizo, que cayera junto conmigo. El quedo abajo, yo estaba sobre el, mi cara estaba sobre su pecho, mis piernas estaban entrelazadas entre las de él.

-Que buena forma de cazar, el lobo atrapó al conejo, solo espero no ser tu cena- Tomó mi rostro entre su manos y me hizo mirarlo. -¿Estás bien?, ¿Te hiciste daño?- Se levantó del suelo y me ayudo a hacer lo mismo.

-Todo bien, el lobo sigue fuerte para cazar al conejo- Comencé a correr detras de el, como si de niños se tratara, por suerte, me siguió el juego, hasta que logré atraparlo, entrando en la cocina.

-¿No hay nadie?- Le pregunté torpemente, estaba claro que no estaban, ambos tenían que trabajar, dejándonos solos por las tardes.

-No, pero supongo que no tardan, ya es tarde y aún no han llegado- Me acerqué a él, no sabía como reaccionaria, solo me comencé a dejar llevar. Él ya estaba en una esquina, yo estaba a centímetros de él, queria tomarlo por el cuello de la camisa que tenia puesta y besarlo, pero, sería algo inapropiado.

-Veo que el lobo tiene hambre de verdad- El se estaba comenzando a ver rojo del rostro, estaba tan cerca, que su manos ya estaban en mi pecho, mi ojos estaban clavados en los suyos, aunque el en realidad estaba mirando mis labios.

-¿Puedo hacerlo?- Mi corazón latía muy rápido, y el podía sentirlo con su mano sobre mi pecho. -¿Te puedo besar?- No respondió, pero tampoco me alejó.

-Solo házlo- Se tardó en responder, me puse un poco a su estatura, coloque mi mano por detras de mi nuca y lo acerqué para asi besarlo.

Lo acerqué mas a mi, sus manos subieron y pasaron por detras de mi nuca, las mías bajaron y lo cargaron, sentandolo sobre la encimera.

Eran segundos, no sabía lo qué pasaba, pero me gustaba, mis manos estaban por en su cadera, sacándole la camisa fajada del pantalón, para poder tocar su piel.

El dejó de besarme los labios, pero comenzó a bajar hacía el cuello, no me opuse, solo levanté el rostro, para que el pudiera disfrutar de mi cuello, que parece que le gusta.

No sé cuánto tiempo pasó, pero unas llaves se escucharon, nos separamos casi inmediatamente, nuestra ropa, no estaba en orden, mi cuello tenía marcas muy pequeñas, por suerte, solo parecían picaduras de algún insecto, tal vez de mosquito.

El tenia toda la ropa arrugada, el cinturón desabrochado y la camisa con uno que otro botón abierto.

Nos arreglamos lo mas rápido que pudimos, mientras que en esa misma velocidad nos servimos cereal, para parecer normales.

-¿Está todo bien?- Mi madre y su padre entraron en la cocina, el y yo solo cenamos alegremente.

-Si, solo tomamos un descanso después de esa mudanza express, digo es lo mejor que se puede hacer en el verano- El solo río, escupiendo algo de leche en su boca.

-Me alegra ver que se llevan bien, es gratificante- Ambos se unieron a la cena de cereal y comenzamos a hablar sobre nuestro día.

Terminamos la cena, había ido a mi habitación, cada quién estaba en su habitación, estaba a punto de dormir, hasta que el entro por mi puerta.

Me Niego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora