~ Capitulo 12: Si no hubiera estado ahí ~

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Después de un día lleno de energía el mayor volvió a su departamento dejando a los dos menores en el departamento de la chica.

Ji Soo—¿Notaste como nos miro todo el tiempo?, El está orgulloso de nosotros.—Sonrió levemente mientras acariciaba el cabello del más alto.

Seong—Nonna, si Jin Hyung no hubiera estado ahí... Probablemente no estuviéramos aquí hoy, así que, supongo que está feliz de vernos, bien, de nuevo.—aunque sabía que estaba animado, le miro con sospecha al no ver ninguna reacción en su cara.

Ji Soo—¿Que tal con tus nuevos amigos?.—Pregunto desviando el tema.

Seong—Ellos, son agradables y me hacen sentir cómodo.—Sonrio levemente.

Ji Soo—Conozco a Jung Kook, soy su profesora, es un buen chico, aunque algo hablador, ¿Te llevas muy bien con ellos?.—El mejor asintió sin decir nada más.

Después de unos minutos de silencio el menor suspiro poniéndose de pie.

Seong—Nonna, creo que me gusta alguien.—Toda la atención de la chica fue hacia el.

Ji Soo—¿Una chica?, ¿Un chico?, Oh, ¿Uno de tus amigos?.—hablo rápidamente mientras le miraba a los ojos.

Seong—Jimin-ah, es, el quien me gusta.—La más baja pareció pensarlo un poco sin decir nada más.

Ji Soo—¿El chico de mejillas regordetas?, Espera, ¿Te gusta alguien?, Después de lo que me contaste que ocurrió, no creí volvieras a tener esperanza en el amor.—El azabache le miro mal pero aún así le regaló una sonrisa.

Seong—Lo se, pero, el atrapa mi atención, es muy amable y carismático, lo que pasa... Me da miedo, que el se entere que no soy el chico que no habla con nadie, que no soy quien finjo ser en el instituto.—Agacho la cabeza con vergüenza.

Ji Soo—Seong Ho, si el te quiere al igual que tú, no le va a importar si eres el problemático de mal genio que solías ser hace unos años o eres la rata de biblioteca de ahora, no te preocupes por eso.—Le dió un pequeño empujón haciendo reír al chico.

Seong—Ire a casa, seguro papá se molestará si no llegó a dormir, nos vemos después.—Beso la frente de su mayor con gentileza y salió del departamento.

Mientras caminaba por las calles iluminadas por locales y alumbrado su mente se sumía en recuerdos.

Sra.Yang—Cariño, no vivas en el pasado, en mi muerte o en tus fracasos amorosos, vive el presenté, vive... Sin tener miedo a expresar quien eres.—

Fueron las últimas palabras de su madre antes de cerrar sus ojos, palabras que le habían dolido desde hacia años.

Xx—¡Déjame en paz!, ¡No quiero saber nada sobre ti!, ¡Eres un idiota!.—Justo a un lado de la acera una pareja discutía.

Pero, no una pareja "normal", eran dos chicos, uno más bajo que otro, parecía una pelea por una infidelidad ya que había una chica de por medio en ello.

No les presto atención y siguió su camino, hasta que un golpe resono en sus oídos, los llantos del chico más bajo estallaron y volvió sus pasos con la sangre hirviendo.

El chico estaba en el piso con la nariz sangrando mientras el otro escupía comentarios a los que no le prestó atención en lo más mínimo, al llegar frente a ellos tomo al chico por la camisa con furia.

Seong—¿Tienes los cojones bien puestos para golpearlo?, Imbécil.—solto un golpe directo en su cara y el chico callo al suelo.

Xx—¿Y quién mierda eres tú?, Seguro uno más con los que está maldita puta se acostaba.—otro golpe se instalo en su mentón y la sangre salió de su boca.

Seong—Eres un maldito imbécil, más te vale no volverte a acercar a el.—solto un último golpe y se puso de pie.

El chico más bajo ya estaba de pie, seguía llorando pero al menos la sangre en su nariz había parado.

Seong—Vamos.—Le señaló mientras empezaba a caminar hacia su casa.

Xx—¿a dónde me llevas?.—Pregunto mientras le seguía y secaba sus mejillas.

Seong—Vamos a mi casa, te dare algo para tu mejilla y te llevaré a casa.—El chico nego.

Xx—N-no, yo... No tengo casa, vivía con mi pareja, en su departamento.—Agacho la cabeza levemente comenzando a llorar nuevamente.

El más alto se acercó rápidamente y tomo al chico por las mejillas para levantar su rostro y secar sus lágrimas.

Seong—Esta bien, vamos, si quieres, puedes quedarte por hoy en mi casa.—el más bajo asintió levemente mientras sonreía agradecido.

Seong—Perdona si te molesto que me entrometiera, Soy Yang Seong Ho.—Le Miro con una pequeña sonrisa y el más bajo sonrió igualmente mientras negaba.

Xx—No, está bien, agradezco que lo hayas dejado en su lugar, Soy Choi Beom Gyu, puedes llamarme solo Beomgyu.—Estaba apenado y se notaba.

Seong—Bien, Beomgyu-ssi, ¿Cuántos años tienes?.—Pregunto tratando de despejar un poco al castaño.

Beom—Tengo 16 años... Antes de que digas algo, lo sé, soy pequeño para vivir con mi pareja, pero mis padres no se tomaron bien nuestra relación, Soobin tiene 20 años y mis padres pensaban que era demaciado grande para mi, era demaciado tonto para entender que el solo quería mi cuerpo.—Bajo la cabeza nuevamente y el mayor nego rápidamente.

Seong—Hey, tú no tienes la culpa, por lo general los chicos de su edad saben cómo ilusionar y se aprovechan de los chicos bonitos eh inocentes como tú, no te preocupes por eso.—Despeino suavemente su cabello y le abrazo.

Le abrazo por unos segundos y el más bajo enrredo sus brazos en el torso del mayor, el abrazo era cálido, apresar de que no había abrigos de por medio el cuerpo del más alto desprendía una calidez que lo hacía sentir en paz.

Contuvo sus lágrimas y miro a el mayor.

Seong—vamos Beomgyu-ah.—Se separaron para caminar solo unos metros más, el chico busco las llaves en las bolsas de sus jeans mientras el castaño solo miraba el suelo.

Una vez abrió la gran reja que los separaba del jardín tomo la mano del más bajo dejándole sorprendido, al subir la mirada se topo con una mansión de colores neutros, autos por aquí, por haya, seguridad, ¿Esa era su casa?.

Caminaron hasta la entrada y la puerta fue abierta por uno de los guardias en ella.

Beom—¿Estás seguro de que puedo entrar?.—Pregunto mientras miraba a su alrededor con una mezcla de emociones.

Seong—Claro, vayamos a la nevera para buscar algo frío y evitar que tu mejilla se inflame.—El más bajo solo asintió mientras seguía siendo arrastrado.

No sabía cuánto habían recorrido, solo podía estar más y más anonadado con cada paso que daban...

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• El chico del aula •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora