Capítulo 3: El Zorro en llamas... Parte II

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Le dolía todo, sus piernas, brazos, hombros, espalda... caderas.

Parecía ser que tenía bastante suerte de haber quedado en una sola pieza, ya que después de todo, fue comido por ese zorro. Recordó esos ojos brillantes e intensos, esa sonrisa enérgica y esa mirada hambrienta... mierda.

Se sonrojo hasta las orejas, metiéndose entre las sabanas para ocultar su vergüenza.

Kyojuro Rengoku era un hibrido, un Pilar, un hombre... y un completo desconocido.

¡¿Cómo es que había terminado pasando la noche con alguien que había conocido ese mismo día?!

- no puedo... no volveré a hacerlo – sentía sus mejillas arder en pena.

Y pensar que aquel zorro malicioso se había apropiado de su primer beso, la primera vez que alguien lo tocaba de esa manera, adueñándose de muchas primeras veces... ¡ni siquiera sabía que se podía hacer algo así con la lengua!

Su inocencia fue arrebatada salvajemente.

Se mordió el labio con indecisión, porque aquello no debió de pasar y eso el menor lo tenía claro, pero no estaba muy seguro de si Rengoku pensaba lo mismo...

Un aroma dulce le llamo la atención, asomándose por sobre la sabana vio a un par de orejitas de color amarillo puntiagudas, sobresalían del escalón que llevaba al jardín interno, revelando la ubicación del visitante.

Parpadeo un par de veces, intrigado... aquel desconocido de verdad creía que no podía verlo.

- ¿quién eres tú? –

El escurridizo intruso se irguió en sorpresa, había sido descubierto.

- por favor no le digas a mi hermano que me viste – es pequeño, muy parecido al Pilar con esos ojos saltones, cejas pobladas y orejas se zorro, con la única diferencia que el hibrido frente a él tenía una esponjosa y pequeña cola, y no dos* – me llamo Senjuro – Tanjiro tenía muchas preguntas... ¿Dónde estaba Rengoku-san? ¿Por qué ese niño estaba allí? ¿Tendrían algún medicamento para el dolor?. Sin embargo su sentidos tomaron la delantera y captaron que aquel dulce aroma acompañaba al niño, acto siguiente su estómago sonó, rompiendo el pequeño silencio incomodo – pensé que tendrías hambre así que traje batata hervida... -

La verdad es que se sentía un poco avergonzado, su estómago no dejaba de sonar, así que acepto la comida sin replicar nada. Tenía tanta hambre que se dio cuenta ya cuando se había comido la tercera porción.

Eran batata hervida, simple, tal como la preparaban los humanos, algo bastante peculiar ya que era el primer alimento que le resultaba remotamente familiar. La comida que le daban en el palacio olía y sabia bastante diferente.

Dio otro mordisco, restándole importancia a ese hecho, tal vez solo estaba siendo algo paranoico.

Se sintió observado de repente, solo para encontrarse con que aquel pequeño hibrido le miraba como si fuera alguna clase de eslabón perdido, pareciéndole algo gracioso.

- mmm... ¿es primera vez que ves a un humano? – se aventuró a preguntar.

Senjuro ni siquiera se había dado cuenta que ni siquiera parpadeaba, avergonzado asiente y desvía la mirada.

- creí... que serias... diferente – Senjuro parece cuidar sus palabras – Padre y hermano no me dejaban verte, así que no se... pensé que serias peligroso – por alguna razón, Senjuro se veía un poco desilusionado – pero eres pequeño, puedes fácilmente ser confundido con un niño... no eres nada aterrador –

:Uno para Todos:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora