III

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Iba caminando pensando en todo lo que había pasado. Cuando recordé que no conocía el lugar me di la vuelta para tratar de volver con el anciano, pero ya no recordaba donde quedaba el lugar en el que habíamos estado hablando.

—Demonios por que soy tan subnormal—dije para mi misma.

—¿Quién está ahí?—escuche una voz por lo que di un brinco.

Después miré como un chico salía de la vuelta a otro pasillo con un palo... O más bien una varita con la punta de ésta con luz. La puso cerca de mi cara a lo que yo entre cerré los ojos.

—Baja esa maldita cosa me dejaras ciega— dije. Abrí un poco los ojos y logré ver al chico.

Era el chico que había visto cuando entre en la sala en la que había mucha gente.

—¿Qué haces a estas horas fuera de tu sala común niña?—me dijo de forma molesta.

— Te dije que bajes esa maldita cosa—le dije con un tono enojado.

—Recuerda que soy prefecto, así que no me hables así y lárgate a tu sala común si no quieres que te quite cincuenta puntos— espetó de forma molesta.

—Joder, que humor— dije de forma burlona.

—¿Qué dijiste maldita sangre sucia?— me dijo pegando su varita a mi cuello y mirandome con una mueca de asco.

—Aleja esa maldita cosa de mí o te la clavaré en el cuello— amenacé.

—No— dijo. Mientras la clavó más a mi cuello.

Tomé su brazo fuertemente y lo alejé bruscamente. Aferré más mi agarre a su brazo y lo volteé haciendo que su brazo estuviera ahora pegado a su espalda y yo estuviera detrás de él con su brazo sujeto. Aproveché esto y le quité su varita, lo empujé y tiré al suelo para que quedara boca bajo y yo encima de su espalda sosteniendo su brazo. Le apunté con su varita al cuello.

Gracias por los trucos tía Natasha—pensé.

—¿No?— le dije con una sonrisa burlona en mi boca, mientras mis ojos se ponían de color amarillo, casi verde.

—Sueltame, asquerosa sangre sucia— me dijo claramente molesto.

—¿O que?— dije, mientras le clavaba más su varita al cuello.

—Que me sueltes, a caso no sabes quién soy— me dijo amenazadoramente.

—¿Un idiota?— le dije de manera burlona.

—Maldita sangre sucia, mi padre se entrará de esto— espetó.

—¿A si? Pues dile a tu papi que- — no termine de hablar por que escuché como alguien carraspeaba la garganta.

—Señorita Maximoff, veo que ya conoce al joven Malfoy— dijo alguien a lo que levante mi vista, mientras mis ojos se volvían de mi color natural, todavía encima del chico y miré que era el señor con el que había hablado.
—Creo que no se llevaron muy bien eh—me dijo.

—Dígale que se me quite de encima—dijo de forma molesta el chico.

—Señorita Maximoff podría...—

—Pff—solté un bufido. Mientras lo soltaba y me levantaba de encima de él.

—Dame mi varita, sangre sucia— me dijo el chico.

—En primera deja de llamarme sangre sucia, no se lo que es, pero un halago no lo creo y en segundo. No— le dije con una sonrisa sarcástica.

—Señorita Maximoff olvide que acaba de llegar y no conoce el lugar, no la llevé de vuelta a la enfermería— dijo el viejo como si no hubiera escuchado todo lo que habiamos dicho el chico y yo. —Me permite— me dijo estirando su mano hacia la mía, en la que tenía la varita del chico.

DE OTRA REALIDAD || Sara Maximoff||Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora