Ahora está en tu mente

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CAPÍTULO 4

El tono de voz era suave, Luna ni siquiera quería voltear a ver quién hablaba, el rostro de Diana expresaba nerviosismo y por ende decidió marcharse sin decir ni una sola palabra. Luna continuaba dando la espalda hasta que se armó de valor y haciendo una reverencia se disculpó por lo que acababa de decir.

Luna (voz avergonzada): No era mi intención por favor disculpe el haberlo ofendido -Ella reconoció la voz de inmediato ya que el día anterior la había escuchado-.

Alexandro: No te preocupes, tampoco me agradas, eres una entrometida además de ser infantil, solamente te pido que hagas bien tu trabajo.

Luna (voz avergonzada): Claro no sé preocupe, haré un buen trabajo.

Alexandro se retiró del lugar y Luna al fin pudo estar más tranquila. El día transcurrió con normalidad y ya era de noche, el turno del día había finalizado y se dirigían todos juntos a la salida a excepción de Alexandro que no se encontraba con ellos pero que coincidió en la puerta del hospital ya que también estaba por irse.

X: Buenas noches doctor.

Alexandro: Que descansen, nos vemos mañana.

Luna (en su mente): A ella sí le respondió pero a mí me ignoró en la mañana y para variar me dijo directamente que no le agrado. ¿Por qué me preocupo? No debería darle importancia solo estoy acá por mi universidad.

Alexandro fue el primero en irse del hospital, los demás tardaron un rato más ya que se estaban despidiendo.

Luna llegó a su casa, estaba exhausta, además aún tenía molestias por su tobillo así que simplemente tomó un baño, ceno un poco, tomó su medicamento y se fue a dormir…

Alexandro se dirigía a la casa de su padre en su auto, tenía que hablar con él y no lo pudo hacer en toda la tarde. Al llegar a la casa su padre lo estaba esperando en la sala.

Eduardo (padre de Alexandro): ¿Ya has pensado en lo que harás?

Alexandro: ¿De qué estás hablando?

Eduardo: De lo que discutimos en la mañana.

Alexandro: Aah, sí de hecho por eso venía a verte. Decidí que iré a hablar con los padres del niño, de hecho tengo planeado ir mañana, ya chequé mi agenda y no tengo ninguna cirugía programada así que llegaré más tarde de lo habitual; espero que el señor y la señora puedan entender lo sucedido.

Eduardo: Está bien, de todos modos por eso me retire del hospital en la tarde, me encargue de hablar con ellos y aceptaron las disculpas, me platicaron que una joven los hizo entrar en razón en el momento que estuvieron en la sala del hospital.

Alexandro: Ahora resulta que…

Eduardo: Así es, lo que les dijo Luna ayudó a que esas personas se calmaran, pero como te dije en mi oficina, ya escuché la versión de tus compañeros y por lo que me platicaron es evidente que tuviste un ataque de pánico.

Alexandro: Sí pero pude controlarme.

Eduardo: Sabía que el temblor podía afectarte pero no tanto. Han pasado otros temblores y no habías reaccionado de esa manera.

Alexandro: Lo sé, pero esta vez no comprendo qué sucedió.

Eduardo: Por eso mismo ya pensé en la solución…

Alexandro: Ni lo menciones, sé lo que vas a decir y no lo aceptó.

Eduardo: Aunque no quieras tendrás que aceptar, te estoy hablando como tú padre no como el director del hospital.

Alexandro: Pero papá…

Eduardo: Tendrás que ir con un psicólogo. Sé que nunca te ha gustado esa idea pero debes de superar lo que sucedió hace tantos años y que mejor ayuda que un psicólogo o en su caso… una psicóloga.

Alexandro: Ni se te ocurra, ya sé que estás pensando, quieres que Luna sea mi psicóloga.

Eduardo: Yo nunca dije su nombre, eres tú quien pensó en ella.

En el lugar quedó un silencio incómodo, Alexandro se había sonrojado y su padre comenzó a reír.

Alexandro: Continuaremos esta plática después, estoy cansado y ya es tarde así que me retiro, buenas noches papá.

Eduardo: Siempre dices lo mismo pero está bien, descansa, yo también iré a dormir, maneja con cuidado.

Alexandro: Gracias papá, tendré precaución, además mi departamento no está tan lejos así que no te preocupes.

Eduardo: Está bien, te veo mañana.

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