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     El demonio se arroja sobre el animal, intentando tocar el cuello de su adversario con sus tres uñas en forma de cono. La bestia de pelo negro esquiva al cuarnario y le propina una gran dentada en la piel rugosa de su muslo derecho delantero. El maligno ser ruge de ira y dolor, da unos pasos atrás y vuelve a mostrar sus filosos dientes.

Ambos luchan por acertar un mordisco fulminante a su contrincante. El lobo posee mayor tamaño y fuerza, poco a poco la ventaja se hace notoria. Dos del resto de la manada corren a ayudar a su líder y los otros continúan atacando a los hermanos y hermanas.

Daniel se apresura hacia una rama de los árboles de cedro que está más baja, da un salto y logra subirse. Su hermano se percata de su acción y hace lo mismo. Las horribles criaturas rodean los troncos y tratan de subir. Los Bermúdez parten otra rama de los cedros, el pedazo de madera se quiebra de tal forma que en uno de sus extremos queda una punta que los jóvenes usan como arma.

Atacan con el delgado tronco a los cuarnarios que osan a escalar el árbol, con el arma improvisada atraviesan uno de los cuatro ojos de los demonios.

A cambio de varias mordeduras en su cuerpo el lobo logra hacerles frente a sus tres enemigos que también han recibido algunas heridas. La sangre decora el suelo a su alrededor.

Las jóvenes brujas han quedado sin fuego y aire para defenderse. Deciden retroceder y escapar, pero tres de los horribles seres se lo impide y con gran rapidez de acercan a ellas. El pánico se hace presente en sus hermosos rostros, sus corazones quieren huir de sus pechos.

David se percata de ello, su cuerpo se esfuerza en recolectar de sus venas lo que aún puede quedar del líquido azul oscuro para usarlo en su intento de proteger a Diana y su hermana.

—¡David! ¡Idiota, no te bajes! No llegarás a tiempo y termi... —El chico de cabello negro no lo escucha, o tal vez lo ignora.

Cae sobre la cabeza de uno de los cuarnarios y esta se destroza en incontables pedazos, la sangre de rojo oscuro se esparce con brusquedad y algunas gotas caen a varios metros. Una gran mancha del fluido queda en el pie del árbol, junto con los restos del cráneo. Los compañeros de la criatura corren a atacar a David, pero él corre a gran velocidad hacia los otros tres que acaban de saltar sobre las chicas.

Cuando se halla a escasos pasos de las dos hermanas los tres demonios que están en el aire son atravesados por una flecha e instantáneamente los cuerpos caen en el frío suelo del bosque Sandam. Sus gargantas emanan una sangre oscura que proviene del orificio que tiene cada uno en su cuello. David intenta frenar para no tropezar con los cadáveres, pero termina chocando con ellos y da dos vueltas sobre el piso.

El lobo de ojos rojos se las ha ingeniado para asesinar a uno de sus adversarios. El líder de los cuarnarios mira los pocos que quedan de su manada, hace un ensordecedor aullido como señal de retirada y huye del lugar. Los demonios lo siguen, pero dos de ellos son alcanzados por las flechas de un joven sin camisa y de cabello negro.

—¿Están bien? —les pregunta el joven del arco a las chicas.

—¡Hermanito! —exclama la pelinegra con lágrimas en sus mejillas a la vez que corre a abrazar al chico.

—Tranquila, ya pasó.

Diana corre hacia a David.

—Gracias por intentar a ayudarnos —le dice mientras lo ayuda a levantarse.

—Fui lento, si él no hubiera...

—¿Quién eres tú? —pregunta en tono serio el joven sin camisa mientras toma del brazo a la castaña y la hala hacia atrás, situándose frente a David.

—Es un Bermúdez —grita Tatiana— y el que camina hacia el lobo también, son hermanos.

El muchacho mira a David con mucha más seriedad y da dos pasos más, quedando a unos quince centímetros del joven Bermúdez.

—Quiero que te alejes de mis hermanas, no queremos tener nada que nos relacione con tu familia. Con lo que ha pasado hoy ya nos han causado suficientes problemas. ¿Entiendes? —David mira a Diana, pero ella esquiva su mirada y camina hacia su hermana.

—Y sino lo hago, ¿qué?

El joven del arco deja salir una sonrisa maliciosa y lo ve directo a los ojos.

—¿Cuántas de mis flechas crees que puedas resistir?

—¿Cuántas crees que puedan lograr tocarme?

—¡Mateo! Vámonos —grita Diana, intentando liberar la tensión entre los dos chicos.

—Estás advertido, no te quiero cerca de mis hermanas, a tu hermano tampoco. Y... a ese puto lobo tampoco. —Mira con desprecio al animal y al castaño, gira su cabeza de nuevo hacia David y escupe a escasos centímetros de los zapatos del joven Bermúdez.

El lobo le gruñe a Mateo que se aleja con sus hermanas, Daniel se detiene a un metro de él. No sabe cómo pueda reaccionar, después de todo se suele pensar que su naturaleza es ser agresivos.

—Gracias por salvarme —le dice con una sonrisa de agradecimiento. "Debería de adoptarte como mascota", piensa— y ayudarnos a combatir a esos demonios.

El animal lo mira con sus ojos rojo fuego y le asiente con su cabeza. Se da la vuelta y se marcha dejando gotas de sangre a cada paso, su cuerpo recibió varias mordidas de los cuarnarios que enfrentó.

David llega a donde está su hermano y ambos miran la cantidad de cadáveres que hay a su alrededor, aproximadamente cuarenta.

—Es hora de volver —comenta Daniel y deja salir un suspiro—. Mamá Claudia debe estar preocupada.

Bosque Sandam (Cazadores de demonios/Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora