Un colegio prestigioso donde el poder es el principal requisito para formar parte de su comunidad, enfrenta dificultades manteniendo su reputación a causa de un problemático adolescente. ¿Qué pasa si uno de sus estudiantes tiene como fin traspasar l...
Las edades de los demás personajes se dirán en el desenlace del capítulo.
La canción la encontrarás en multimedia.
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Y como él lo predijo, al día siguiente era como si ayer no hubiera estado triste, no había ningún rastro de aquel infausto Hisoka. El rememorar su futuro combate con ese oponente tan poderoso le había subido sus ánimos, la emoción le recorría el cuerpo como una descarga eléctrica dándole una energía indescriptible.
Hasta su inicio de día lo había recibido con uno de sus climas favoritos. Bueno, no iba a mentir, eso decía de todos los climas, ya que siempre encontraba algo positivo desde el día más soleado al más gris y lluvioso. Ahora las nubes parecían deshacerse de todo el vapor en forma de agua.
Cantaba esplendoroso la canción, lo cual le resultaba hilarante, ya que la letra era completamente lo contrario al escenario en el que estaba. Saltaba en cada charco de agua que se le cruzara, se encontraba totalmente empapado de pies a cabeza. Las personas que pasaban a su lado veían al chico con miedo y algunas se quejaban de que les había salpicado. El mago ni siquiera oía los insultos por la música hasta el límite de volumen en sus oídos.
— ¡Machi! ¡Feitan! —gritó el de ojos afilados entrando al aula en un tono meloso y cantarín—. ¡Mis mejores amigos! —corrió en dirección a ellos, quienes se encontraban hablando tranquilamente en el fondo, para al llegar, abrazarlos a ambos. Cuando él mismo rompió el abrazo, besó de pico a cada uno en los labios agarrándoles fuertemente de las mejillas, esto ya era normal para sus amigos.
— ¡Estás mojado! —dijo Machi empujando a Hisoka.
— Ugh, más te vale no haber chupado pene antes de besarme —se quejó Feitan limpiando su boca con la manga de su saco.
— El último que chupe fue el del profesor, ya casi tres semanas de eso —no pudo evitar sonreír al recordar la agonía en los ojos del difunto—. Y el próximo es el tuyo —dijo en un tono pícaro, sabiendo que esto molestaba de sobremanera al contrario.
