Capítulo 3: Confusión

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Atravesé la salida de la habitación prácticamente corriendo y casi tropiezo con aquel hombrecito que sabía era su empleado. Él me miró extrañado mientras yo hacía una reverencia, me disculpaba con él y seguía mi camino.

Caminé rápidamente hacia mi oficina y me dejé caer en el mullido sillón negro . Sentía mi cara roja y mi corazón latía a mil por hora. Dios, ¿Cómo puede ser que con unas simples palabras pudo tirar todos mis esfuerzos por mantenerme serena dentro de esa habitación? Aunque quizá tuvo mucho que ver el hecho de que el Señor Sesshomaru no desvió su mirada de mi en ningún momento... Su inquietante y sensual mirada ambarina. Suspiré profundamente. Sí, sin duda ese hombre era demasiado atractivo y me lo había parecido desde que lo vi ayer. Incluso hoy con el apósito en su frente, el enorme collarín y esa ropa de hospital... Sólo él podía hacer que todo eso se viera tan endemoniadamente sexy en una persona.
Y es que todo en él me hacía sentir nerviosa, me hacía perder la calma... Ansiosa por no cometer alguna ridiculez y quedar como una tonta. Ni siquiera aquel popular idol que atendí hace unos meses había causado tanto revuelo en mí.
El señor Sesshomaru era especial. Su mirada era especial. Tan... intensa. Me provocaba un revoloteo en mi vientre que contraía lo más profundo de mi ser y me atraía hacia él como un imán... Dios, su sola mirada me hacía sentir... Deseada.

Sacudí mi cabeza enérgicamente. Vamos, Rin. No es correcto pensar así. Es prácticamente tu jefe. Es el dueño de este hospital y de muchos otros lugares... O eso escuché de las enfermeras cuando llegué ésta mañana. Volví a suspirar hondo.

Ayer creí que no lo volvería a ver cuando su gracioso asistente pidió su traslado del Hospital Comunitario Saint Mary, de dónde yo había terminado mi turno vespertino y al cual tuve que regresar en la ambulancia con él inconsciente. Bueno, su vestimenta y el auto que había chocado daba a entender que era alguien refinado, y podía comprender que quisieran llevarlo a un hospital de su... nivel.
Podrían haberlo llevado a cualquier otro hospital privado en Tokio... Y así yo podría haberme olvidado de este cosquilleo que aparecía cada vez que lo veía... Pero para mi buena o mala suerte eligieron mi lugar de trabajo matutino y terminé siendo su médico tratante a petición del director Nakamura. Hice una mueca, derrotada.

Me había prometido actuar lo más profesional posible... Siempre, aunque me sintiera nerviosa por alguna cirugía o procedimiento que fuese a realizar, siempre mostraba una actitud que transmitiera seguridad a mis pacientes. Y había decidido que ésta vez así sería. Era buena en eso. Y lo habría logrado de no ser por sus palabras al final... Y de nuevo esos ojos y esa voz tan varonil y sensual que me hizo perder la cordura...

Sacudí la cabeza. Dios, Rin. Sólo dijo eso por si te necesitaba por alguna urgencia... No es que te estuviera coqueteando... o sí? Aw ¿Pero porque tuvo que usar esas palabras? Si tan sólo hubiera preguntado cómo localizarme en caso de que se estuviera muriendo, no lo hubiera malinterpretado. Recordé entonces lo que creí haber escuchado ayer... Él había murmurado mi nombre... Pero, ¿porqué lo haría? Tal vez sólo escuché mal y él sólo estaba alucinando por el golpe. Eso pudo haber pasado. Hoy ni siquiera lo mencionó cuando me relató lo que le sucedió...

Me levanté bruscamente del mueble, sentándome derecha. Era cierto. Ni siquiera lo mencionó. Así que eso debe ser. Mi mente sólo lo está imaginando cosas. Un hombre así no podría fijarse en alguien como yo. No debía sentirme así. No era correcto. Porque a pesar de hacerme sentir toda clase de sensaciones... y además de ser prácticamente mi jefe, era mi paciente, un paciente importante y sobre todo eso... Yo aun estaba en una relación.
Algo frágil y tormentosa... Pero aún en una relación.Me encorve sintiendome derrotada una vez más y saqué mi celular del bolsillo de la bata. Kohaku ni siquiera me había respondido los mensajes que le había enviado ésta mañana. ¿Debía llamarlo? No, probablemente estaría en su trabajo.

Inevitablemente, túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora