Capítulo 7: Tiempo

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Volví al inicio del párrafo del artículo que se suponía debí haber terminado de leer desde hace rato. Ésta era la quinta vez que lo repetía... ¿O era la sexta? Cómo sea no estaba entendiendo absolutamente nada.

Suspiré haciéndole un puchero a la pantalla de mi computadora, colocando mi codo derecho sobre el escritorio y poniendo la mano bajo mi mentón. Era realmente difícil concentrarse cuando mi mente elegía divagar por su cuenta con los recuerdos de la noche del domingo...

- ¡Ay por todos los cielos! - exclamé escondiendo la cara entre mis manos, avergonzada de nuevo. Y es que ni siquiera lograba reconocer a la Rin de esa noche. Sentía todo un manojo de emociones en mi interior. Sorpresa, vergüenza, alegría... y desafortunadamente también algo de remordimiento...Y para ser honesta, eso era lo que más me atormentaba.

Desde ese día, una pregunta rondaba mi mente una y otra vez...
¿Estaba siendo demasiado cruel con Kohaku? Después de todo yo había terminado la relación apenas, aunque no de la manera que esperaba...

Sentía sus palabras retumbar dentro de mi cabeza, acechándome y haciéndome sentir de lo peor...

Pero aún así... ¿Porqué entonces en ese momento... no retrocedí? ¿Porqué no pude sentir ningún remordimiento? ¿Porqué... porqué me sentí tan plena cuando el señor Sesshomaru se confesó de esa manera? Cuándo me besó... tan dulce, tan... intensamente...?

Los labios del señor Sesshomaru se presionaban contra los míos, tan anhelantes, como si hubiera esperado tanto tiempo para hacerlo; atrapando cada uno de mis labios, arriba y abajo, consecutivamente con su boca. Su mano posicionada justo debajo de mi oreja le permitía profundizar sus movimientos y pronto sentí como sus dedos pasaban de allí hacia la parte posterior de mi cuello, colocando también su otra mano en mi espalda, atrayéndome poco a poco cada vez más hacia él.

Su boca continuó su danza, pausando brevemente sólo para permitirnos respirar y a pesar de notar aquella intensidad en sus labios, no sentí violencia alguna en ellos. Sus labios se movían tan suave y pausadamente, tratando con dulzura cada rincón de mi boca, sin llegar a invadirla con su lengua. Yo respondí embelesada, tratando de llevar el ritmo de su danza, probando por primera vez esa boca que tanto me había atraído desde un principio.

Jamás había sentido tanta pasión y cariño en un solo beso, tanto que me hizo dejar caer lo que tenía en mi mano e inconscientemente puse ambas sobre su pecho, cerrando en un puño una de mis manos en su camisa, jalándole más hacia mí.

Pronto sentí mi espalda sobre lo acolchado del sillón y unos hilos sedosos sobre mis mejillas, acariciándome suavemente con cada movimiento que hacíamos. No fui consciente de la posición en que me encontraba hasta que sus labios se detuvieron lentamente y al abrir los ojos, pude observar su ambarina mirada tan cerca de la mía escudriñándome con devoción y retirando con dulzura sus cabellos de mi rostro.

-Rin... - susurró, con un tono tan seductor y delicado, como si saboreara cada letra de mi nombre al hacerlo.

-Se.. señor Sesshomaru...- respondí sin aliento y con el corazón a mil por hora , sin poder quitar mi mano de su camisa.

- Rin... - canturreó - No sabes cuánto tiempo he esperado para hacer eso... - dijo acariciando mis labios con su pulgar, sonriendo suavemente, admirando cada centímetro de mi rostro.

- Entonces... ¿Porqué se detiene? - susurré sin siquiera pestañear, presa de su seductora mirada, que me hacía perder la cordura, que me hacía desearlo en todas las maneras posibles... Dioses.

Inevitablemente, túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora