Capítulo 13: Recuerdo

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Kohaku vio por última vez el escueto documento entre sus manos y un intenso coraje lo hizo arrugarlo y arrojarlo con violencia al otro lado de la habitación.

Se giró enfadado en su silla, encontrándose ahora con la imagen en la pantalla que lo había sacado primero de sus casillas antes de recibir el informe del laboratorio que acababa de desechar. Apretó sus dientes, furioso.

Esa mujer lo había engañado.
El nombre que le había dado era falso y además, el cabello que había logrado quitarle de su rubia cabellera era de una peluca. Una maldita peluca.

La evidente y absurda situación lo hizo reír con ironía. Por supuesto que era una maldita peluca... Y eso, aunque lo enfurecía como el infierno, también lo hacía regocijarse en su propia arrogancia.

Porque tenía razón. Esa mujer lo había estado siguiendo. Era una maldita espía o algún tipo de investigador privado que lo había estado vigilando toda esa maldita semana... No había otra explicación para toda esa mierda. No había otra explicación para que ella le hubiera dado un nombre falso y además, tuviera que ocultar su identidad... Estúpida ramera, pensó. Pero no le sirvió de mucho...

Porque a pesar de todo, la recordaba bien.

Recordaba haberla visto aquella vez dentro de un auto gris perla estacionado frente a la comisaría cuando él salía del trabajo... Había visto ese mismo auto seguirlo después por unas cuantas calles para después desaparecer de su vista cuando se dirigía fuera de la ciudad de Hokkaido, hacia su encuentro con aquel pesado tipo con el que tenía cierto tipo de negocios... E incluso recordaba haberse topado con ella brevemente entre toda la enérgica multitud dentro de ese club nocturno al que él acostumbraba ir para relajarse un poco y llevarse alguna buena compañía para pasarla bien...

Y claro, ese día en la cafetería la reconoció al instante en cuanto pasó a recoger su bebida a la barra para después sentarse casualmente tan cerca de ellos...

Hmp, estúpida. Rio para sus adentros.

Alzó nuevamente la vista a la pantalla de su computadora y su boca se torció con disgusto. No tenía caso indagar con los datos que ella le había dado cuando la abordó afuera de la cafetería y le coqueteó astutamente para sacarle información. Eran simplemente basura. Cerró la ventana de búsqueda de personas en su computadora y se dejó caer sobre el respaldo de su asiento recargando su codo sobre el descansabrazos y sus dedos sobre su sien, pensativo.

Ahora tenía que buscar otra manera para dar con su identidad... Y de esa manera, también dar con el infeliz que seguramente la había contratado. Aunque ya tenía sus sospechas sobre ello...

Si tan sólo tuviera una foto de su cara... esos inusuales ojos azules los reconocería rápidamente en cualquier base de datos...

Su arrugado entrecejo se relajó al instante cuando una idea cruzó por su mente.

Se enderezó rápidamente en su asiento y abrió el Sistema de Vigilancia de la comisaría en la computadora. La posibilidad podría ser remota pero aún así debía intentarlo...

Escribió en el buscador aquella fecha en que recordaba haberla visto al salir y pulsó Enter en aquel rudimentario software.
Una larga lista de videos se desplegó casi al instante frente a él, mostrando todo lo grabado por las cámaras que cubrían alrededor del edificio de justicia de la prefectura de Hokkaido. Una sonrisa logró levantar las comisuras del detective, celebrando lo que él consideraba ya como su inminente victoria.

Si esa mujer había tenido la osadía de estacionarse tan cerca de la entrada del edificio sólo para vigilarlo... las cámaras debieron haber sido capaz de captar su imagen, o al menos el frente de aquel lujoso auto... Y con ello, las placas de registro.

Inevitablemente, túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora