Es todo mi camino...

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Los rastros de pequeños fragmentos dorados esparcidos por el viento, los insonoros lamentos atorados en la garganta de los muertos. La oscura noche hace tanto que dejo de ser tan fría.

Corriendo por todas partes, los animales huyeron de manera desprovista, las aves abandonaron el nido y la vegetación se volvió lúgubre, las hojas cloríticas tan amarillas como las limas que fueron arrancadas del limonero por el viento voraz, las flores dejaron su esplendor sobre el suelo, arrancadas y carcomidas, aplastadas y secas.

Huesos, cadáveres, ropajes viejos, son los adornos de este ya inerte suelo, la vida puede jamás volver a ser lo que era antes, las manchas de sangre seca se camuflan por los rastros de pasto quemado.

La lluvia seso, los trozos de un sombrero de bambú fueron olvidados, son inservibles, inútiles e insignificantes para cualquiera.

Un escenario tan triste fue dejado atrás, yendo cada uno por su propio camino sin vuelta atrás.

La tranquilidad en la profundidad de las nubes sometidos a un silencio mortal que atormenta a todos los que se han enterado de aquel trágico suceso, no imaginaron que el segundo jade Lan terminaría de esa manera, con la poca información que se les fue otorgada llegaron a la conclusión simple y banal, falleciendo en manos de un demonio que amenazaba con terminar la paz que les ha costado años tener.

En el salón de las orquídeas, un ataúd resaltaba en medio del lugar, los adornos y las flores blancas alrededor, en la habitación cuatro personas que se lamentaban en silencio por el deceso de su amado sobrino, hermano, esposo y padre.

Los sentimientos de amargura, tristeza, soledad y vacío se apoderaron de ellos.

Cada uno se encontraba en un conflicto consigo, gritándose, insultándose, castigándose en silencio, la culpa no radicaba en nadie en específico, pero los pensamientos de "Debí ir a apoyarlo", "debí detenerlo", "Insistir que se quedara" no se quedaron atrás.

Lan Qiren aun intentaba procesar la información, su amado sobrino se comunicó entre sueños estos últimos días, explicándole con pocos detalles su misión, aquel Dios al que llamaba Xie Lian fue claro, necesitaban vigilar a una persona, Jun Wu un Dios y calamidad que viviría sus últimos años en confinamiento en los recesos de las nubes.

Lan Xichen, impotente por los hechos se lamentó tantas veces todos estos años ¿De qué sirve la fuerza y sabiduría? las personas a quienes ha amado han partido de este mundo. Su consuelo se basa en la secta, tío, esposa e hijo que han estado ahí en cada momento, en especial ahora que su confidente, su hermano pequeño se encuentra en un plano astral diferente.

Dejando salir un suspiro silencioso, volvió su mirada a Lan Shizui quien no apartaba la mirada de aquel ataúd blanco y pulcro, imaginaba cuales serían los pensamientos que atraviesan por toda su cabeza ¿Cómo no sentir empatía por un joven que se ha convertido en un orgullo para la familia Lan?

La persona que lo salvo de la muerte cuando era solo un niño, fue criado, protegido y amado como un miembro más de la prestigiosa secta Lan.

Lo quería como a un padre y ahora se debe despedir de él.

Lan Shizui se enteró de lo que ocurría cuando se encontró con Wen Ning.

Un par de días antes de que Wei Wuxian lograra salir fue él quien se percató de la presencia de Wen Ning en las cercanías.

Se acercó a él y este queriendo contar sus penas lo escucho. – A-Yuan, temo que Hanguang Jun no regrese con vida esta vez –

Aquellas palabras alteraron a Lan Shizui, por lo que cuestionó – Tío Ning ¿Quién o qué es tan fuerte para que tenga esa preocupación? –

Sin vuelta atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora