Uno

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Yo soy Lucía Segura, tengo 17 años y vivo en Sevilla, España

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Yo soy Lucía Segura, tengo 17 años y vivo en Sevilla, España.

Estoy en mi cuarto, sentada en mi silla de estudio delante del escritorio con todos los libros de las asignaturas del instituto abiertos. Estoy estudiando para la selectividad, que será dentro de dos meses, mejor dicho a finales de junio, qué nervios. 

Vivo en un pequeño piso con mis queridísimos padres, aunque no suelen estar mucho conmigo, ya que siempre están trabajando para ganar algo de dinero para mantener a mi familia. Tengo un hermano pequeño, un plasta, que se llama Liam. Hoy estoy sola en casa, mi madre está trabajando duro en su pequeño bar, para el que si no trabajara tanto no aguantaría ni un minuto abierto. Mi padre, en cambio, no trabaja en un pequeño bar, si no de mecánico. Su trabajo es mejor, pero el dinero casi es igual.

Mis padres siempre se arrepienten de no haber ido a la universidad, como yo tengo pensado hacer, puesto que antiguamente no era algo tan común. La frase que me dicen siempre mis padres es "ahora trabaja duro, así en el futuro podrás disfrutarlo". Suspiré. Siempre tienen razón, aunque yo no piense igual, porque no estoy pasando lo que ellos están pasando, yo siempre he vivido como una princesa. Ahora me arrepiento de haber sido una niña mimada. 

Dejé mis pensamientos a un lado y me puse a estudiar todo lo que cabía en mi pequeño cerebro. Llegó la hora de estudiar la asignatura física y química, ¡oh no!, era la asignatura que peor llevaba. Recordé la frase que siempre me dicen mis padres y, repitiéndola en silencio en mis labios, empecé a estudiar. 

Al de poco de terminar de estudiar las 5 hojas de física y química, mi madre llegó de recoger a mi hermano Liam.

- Lucía, cariño, ya hemos llegado, da un beso a tu madre.

- Ahora voy, ¡hola mamá!, ¿qué tal el bar hoy?

- Uf, sin más, no quiero hablar de ello, y ¿qué tal tú?, ¿has estudiado? Venga, te voy a preguntar.

Yo sin más remedio fui arrastrando mis pies por el suelo hasta llegar a mi habitación, donde cogí mi gran montón de libros y los llevé a la sala donde estaba mi madre con sus gafas apoyadas en su larga nariz puntiaguda.

Repasamos todas las asignaturas sin problemas, pero llegó la de física y química

- A ver Lucía - dijo subiéndose las gafas y acercándose al cuaderno lleno de apuntes y empezando a preguntarme problemas y más problemas.

Por fin terminamos, era mi día de suerte, todo lo había hecho bien, pero mi madre, como era una perfeccionista, siempre tenía que sacar alguna pega, Lucía tienes que repasar esto, y esto...

- Lucy muy bien, pero..

- Pero qué - le contesté bufando.

- Umm, tienes que repasar más, no es suficiente, mañana te pregunto más.

- No mamá, nooo.

- Sí Lucía, sí, es para tu bien.

- Vale...

Cogí los pesados libros, los dejé en mi mesa de estudio y me dirigí a preparar la cena, una tortilla de patata, umm.

Después de terminar mi deliciosa cena y recoger todo los platos, y vasos me dirigí a mi habitación a mirar mi Instagram. Me tumbé en la cama y encendí mi móvil. Tenía un mensaje de...Erik, el chico con quien estoy saliendo, bueno mi novio, no sé, mi mejor amigo.

- Hola Lucy, ¿puedes quedar mañana para ir al parque a tomar un helado?

- Oh, le voy a preguntar a mi madre,  pero creo que sí.

- Ok.

Me dirigí a la sala donde estaba mi madre jugando con los legos con mi hermano.

- Mamá, ¿puedo quedar mañana con Erik en el parque?

- ¿Tu novio?

- Sí.

- Vale, pero con una condición.

- ¿Cuál?

- Que te lo pases bien y que vuelvas a las 21.30 para cenar.

- Gracias mamá.

Le di un gran beso en la mejilla y, sonriente, me fui a mi habitación a contarle a Erik la buena notícia y hacer una videollamada con mis amigas, Alejandra y Vea, para hablar sobre los cuchicheos del instituto y sobre los próximos exámenes.

Cuando las estrellas se alineanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora