Dos

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Me desperté sobresaltada por el sonido de mi madre gritándome desde la cocina que no llegaría a claseEra verdad, me había reatrasado, ¡El reloj no había sonado!

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Me desperté sobresaltada por el sonido de mi madre gritándome desde la cocina que no llegaría a clase
Era verdad, me había reatrasado, ¡El reloj no había sonado!

Rápidamente cogí la ropa que me iba a poner y la llevé al baño donde allí me pegué una rápida y refrescante ducha. Salí, me vestí y con mi cepillo de pelo en la mano derecha y el secador en la mano izquierda empecé a peinarme y a secarme el pelo a la vez.

Al terminar, recogí todos los botes que había dejado desperdigados por todo el baño y esquivando todos los muebles llegué a tiempo a desayunar, todavía estaba caliente. 

Desayuné a toda maquina, tragándome todo, cogí mi mochila y mi sudadera en la mano y salí corriendo hacia la calle. 

No, no, no puede ser, el autobús que tenía que coger se estaba yendo sin mí, ¡noooo!.

Corrí a todo pulmón, pero no fue suficiente, porque cuando llegué a la parada, el autobús ya estaba en marcha. 

- ¡Buff!, ¿Ahora que voy a hacer? - dije en voz alta

Suspiré una vez y con paso ligero, mejor dicho corriendo, llegué a tiempo para entrar por la verja que estaba ya cerrando la profesora de matemáticas.

- Pero bueno, Lucía, por poco no entras. - me ha dicho la profesora de mates dejándome entrar.

- Muchas gracias profesora.

Me despedí corriendo y empecé otra vez a correr para llegar a tiempo a la clase de Inglés de la primera hora. Qué mala suerte, estaba empapada y estaba estrenando una camiseta nueva, ¡puaj!.

La puerta estaba abierta, todavía la profe no había venido. Como todos estaban gritando y con el móvil, nadie se dio cuenta de que llegaba tarde, menos mis mejores amigas, Vea y Alejandra.

- Hola Lucía, qué tarde vienes - dijeron las dos a la vez, Vea y Alejandra.

- Ya.lo.sé - dije entrecortada mientras me sentaba en mi pupitre seguida por mis amigas.

- ¿Has venido corriendo no? - me preguntó Vea.

- Si, era difícil de adivinar - dije cogiendo aire al terminar la frase. 

Justo de terminar de decir la frase, la profesora de inglés entro en la clase dando gritos.

- Sentaos todos, si no, os lleno de negativos- dijo gritando con su voz chirriante y amargante.

Yo me sobresalté.

Saqué velozmente el libro, el ordenador y el cuaderno. La profesora se llamaba Paloma y no era muy maja, era no sé cómo describirlo, pero alguna palabra mala seguro.

Paloma empezó a dar la clase dándonos unos papeles para ir practicando algunas cosas para el examen de finales de bachillerato antes de la selectividad, dentro de una semana.

La clase se pasó rápido y las demás aun más rápido, sin pensarlo ya estaba saliendo por la puerta con mis amigas.

Antes de salir, me crucé con Erik, no nos veíamos muy a menudo ya que Erik era de otra clase. Yo era de la clase C y el de la clase A.

- Hola Lucy, ¿qué tal?

- Muy bien, bueno, hasta luego, que me está llamando mi madre -  le dije dejándole con la palabra en la boca. 

- Ok, hasta luego entonces - me dijo dedicándome una sonrisa encantadora.

Salí de la verja del instituto y descolgué la llamada de mi madre. 

- Lucy.

- ¿Qué?

- Vas a tener que recoger a tu hermano y llevarlo a casa de la abuela Pili.

- Pero, pero, he quedado con Erik.

- No es excusa, llegas de sobra.

- Vale...

Colgué la llamada y con mis amigas me dirigí hasta una calle de dos direcciones, ellas se fueron hacia la izquierda y yo hacia la derecha. Tranquilamente me dirigí hacia el colegio en el que estudiaba mi hermano. Al llegar, lo cogí del brazo y, sin que se pudiera despedir de sus amigos, nos dirigimos hacia la casa de la abuela Pili a una manzana de allí.

- Pero Lucy, ¿¡qué haces!?.

- Nada.

- No me has dejado despedirme - se quejó Liam.

- Es que no tengo tiempo, ¿vale?.

- Vale...

Al llegar a la casa de mi abuela, un olor a galleta bañaba el vestíbulo de su casa, uhmm, qué bien olía.

- Hola abuela - dijimos Liam y yo a la vez

- Hola mis dulzuras - nos dijo mientras nos abrazaba fuertemente

- Qué bien huele - dijo Liam

- Estoy haciendo galletas de chocolate, ¿Queréis alguna?

- Yo no puedo, tengo prisa, pero una sí puedo - dije, mientras me metía una en la boca y cogía otra en la mano.

Me despedí dando un beso en la mejilla a mi hermano y a mi abuela y salí rápidamente para tener tiempo suficiente para poder vestirme y maquillarme para la cita con Erik en el parque.

Cuando las estrellas se alineanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora