Cinco

111 36 9
                                    

Cuando todos se fueron a sus puestos en la cafetería, Luis se dirigió hacia donde estaba y me dijo que podía empezar ya

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando todos se fueron a sus puestos en la cafetería, Luis se dirigió hacia donde estaba y me dijo que podía empezar ya. Yo, nerviosa y feliz a la vez, me puse el uniforme y salí a la barra de preparación de la cafetería para empezar. El trabajo no era nada aburrido como yo pensaba cuando estaba de clienta, pero cuando estás detrás de la barra, en cambio, era todo lo contrario, es frustrante algunas veces, pero la mayoría es divertido hablar con los clientes y preparar bebidas y cafés.

La cafetería era bonita y moderna. Tenía muchas mesas de metal por todo el local. Las paredes eran blancas como la nieve y los carteles que estaban colgados en ella eran de colores vivos. La cafetería era muy concurrida porque estaba en el centro comercial en el centro de la ciudad. Dejé de mirar el local en el que estaba y me puse manos a la obra.

- Hola, ¿qué quiere? - le pregunté a una anciana que estaba esperando.

- Me gustaría pedir un batido de....¿De qué tenéis?

- A ver,... Tenemos de distintas frutas, de dulces, de café,...Bueno, si quiere, aquí tiene la carta - le dije mientras la buscaba.

- Muchas gracias, eres muy amable jovencita - dijo, mientras empezaba a leer la carta y se sentaba en una silla al lado de la barra.

- De nada, si quiere algo, estaré por aquí.

Me lo pasé muy bien hablando con los clientes y compañeros, eran muy majos, pero claro, no todo podía ir bien. Estaba recogiendo la última mesa que nos quedaba, que en ella, habian dejado un batido sin terminar. Yo lo cogí y lo puse en mi bandeja. Por mi mala suerte, Claudia se interpuso en mi camino y, al tropezarme, le tiré todos los restos del batido en su camisa blanca que llevaba debajo de su delantal.

- Lo siento mucho Claudia, no ha sido mi intención - dije, mientras cogía un papel y se lo daba para que se pudiera limpiar.

- Te vas a enterar - me dijo mientras me miraba con una mirada asesina, ésas de las que te aseguran una muerte segura cuando menos te lo esperas.

Yo me fui triste y con miedo de lo que me podría hacer Claudia, porque esa chica desde el primer momento me pareció que era rara. Cuando pasó una hora, todo lo ocurrido se esfumó de mi cabeza, puesto que estaba estudiando y necesitaba sitio para los apuntes de todas las asignaturas, para los exámenes de la semana que viene, los de finales de bachillerato, ¡¡Qué nerviosa estoy!!.

Pasé toda la noche estudiando hasta quedarme dormida encima de los libros en mi escritorio. El siguiente día, el sábado, quedé en la casa de Vea a las afueras de Sevilla para ir a estudiar las tres juntas y ver en secreto nuestra serie favorita, "Amor en las nubes". Iban a dar el último capítulo de la última temporada que no se podía grabar, ni ver en ningún otro momento.

"A ver Lucía, ¿cómo se te ocurre ver una serie si tienes los exámenes la semana que viene?, tu futuro está en tu mano" pensé mientras me duchaba antes de ir a la casa de Vea.

"No Lucía, no le hagas caso, es el último capítulo de la última temporada y no lo van a volver a dar" pensé.

Parecía como en las películas, las dos voces que te dicen cosas diferentes, el ángel y el diablo, ¿hará la protagonista lo correcto?, pensé mientras me aclaraba el pelo y me reía a carcajadas.

Bueno, tengo claro qué voy a hacer, voy a hacer lo que dice el demonio, aunque siempre sale mal..., dije mientras ponía una voz de protagonista de una película (jajajaj).

Pasamos todo el día viendo la tele, ¡qué decepción! Aparte de no estudiar (mi madre me va a matar), la serie no terminó como yo pensaba.

Cuando llegué a casa, mi madre me preguntó y como no había estudiado lo suficiente para las preguntas del final del libro, se dio cuenta y se puso como una furia.

- Lucía, cuántas veces te he dicho que tienes que estudiar. Ah, ya entiendo, has estado viendo la tele, cómo no, luego no te pongas a llorar que has suspendido, no tienes remedio - dijo mi madre gritando. ¡Lo oía todo el barrio!

- Pero mamá,... - dije mientras me caían lágrimas por la cara.

- Nada de peros, mañana te preguntaré. Si haces todo bien, te quito el castigo si no... allá tú - dijo con una mirada de decepción.

Me castigó sin salir hasta que terminasen los exámenes. Podía salir sólo para el trabajo, ¡¡esto era la prisión!! También me quitó el móvil, ¡nooo! Tendría que haber escuchado al ángel de la película, pero era demasiado tarde.

Cuando las estrellas se alineanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora