Doce

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Me desperté por el ruido de unos tacones y, supuse que sería mi madre

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Me desperté por el ruido de unos tacones y, supuse que sería mi madre. Velozmente me levanté y corriendo la abracé y le deseé buena suerte.

- Buena suerte mamá - le dije dándole un gran abrazo.

- Gracias cariño... - me dijo mi madre preocupada.

Ella en cambio me miró con tristeza y preocupación, la despedí y volví a mi cuarto a vestirme para la quedada con Hugo, Alejandra y Vea.

Salí temprano y mientras andaba les escribí un mensaje.

- Estoy en camino - dije.

- Yo estoy vistiéndome - dijo Alejandra.

- Yo ya estoy - dijo Hugo.

- Yo estoy andando por la calle principal - dijo Vea.

- Pues voy contigo, espérame - dije.

- Ok - dijo Vea.

Me dirigí a la calle central para juntarme con Vea que me estaba esperando.

- Hola Lucy.

- Hola-a-a. - dije entrecortado por haber venido corriendo.

- Vamos, que sino llegamos tarde.

Empezamos a andar rápido para llegar bien. Y sí, llegamos a tiempo.

- Hola chicos - dijimos Vea y yo a la vez.

- Bien, empecemos a pensar... - dijo Alejandra.

- ¿Dónde está el ordenador? - preguntó Vea.

- En el bar de mi madre, en la Avenida Sevilla. -dije.

- Vale, entonces tenemos que ir al sitio del crimen, ajam... - dijo Alejandra.

- Jjaja - dijo Vea.

- Sí - dijo Hugo.

- Seguirme - dije.

Después de estar bastante tiempo hablando, decidimos dirigirnos hacía el sitio del crimen, como lo llama Alejandra.

Llegamos, me quedé mirando el minúsculo local perdido entre las calles menos transitadas de la ciudad. Miré el letrero que se caía a cachos y también la puerta de madera con el pestillo forzado.

Todos me imitaron y también se quedaron alucinados.

Entramos todos juntos, y como pensábamos, la puerta se abrió sin problemas. Entramos al mal oliente y oscuro bar. Encendimos las luces que casi no alumbraban y empezamos a mirar todos los sitios del minúsculo bar.

Era pequeño, todo de madera, las paredes, el mostrador, las sillas,...Había dos lámparas antiguas que dentro de poco se caerían. Las dos ventanas que traían luz al bar estaban tapadas por dos maderas. Entré al mostrador y me quedé paralizada al ver a un ratón pasar corriendo y esconderse bajo las mesas bacías.

Miré en los armarios y vi que sólo había vasos de vino y de bebidas de alcohol. Más adelante se podía contemplar las botellas de vino, cerveza,...

Esquivando las cajas del suelo y paquetes conseguí llegar a una vieja máquina negra que era el ordenador donde estaban los recibos y pagos del mes.

Llamé a los demás y abrimos con cuidado el chisme viejo que teníamos en la estrecha barra.

- A ver, se necesita una contraseña... - dije.

- No sé, lo sabrás tú Lucía, ¿no? - dijo Vea pensativa.

- A ver que lo piense, creo que es esta... - dije poniendo las letras en el teclado de la pantalla - Bien, es esa.

- ¿Cuál era? - dijo Hugo.

- Mamá es la mejor - dije sonriendo.

- jajaj - se rieron todos.

Entramos en el ordenador de mi madre y clicamos en el documento llamado pagos.

Y como lo pensábamos el pago estaba en la cifra cero. Suspiré.

- No hemos encontrado nada. dije tristemente.

- Puedo hacer una copia en un usb y mirarlo mejor en casa. - dijo Hugo - y también puedo coger una muestra de ADN del ordenador.

- Lo primero sí, pero lo segundo no, porque lo acabo de tocar yo - dije.

- Es verdad - dijo Hugo.

- Ahora podemos ver si hay alguna pista, como algún pendiente o algo. - dijo Vea.

- He mirado ya, y nada. - dijo Alejandra.

- Bien... Mejor cuando termine mi madre la cita con el juez le pregunto más cosas, a ver si ella sabe algo más que no sepamos nosotros. - dije despidiéndome de ellos.

Cuando las estrellas se alineanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora