Capítulo 36: No estas Predestinado.

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La vida es una verdadera aventura.

Una que un dia recordarás y permanecerá tatuada en tu mente por siempre. Pero la verdad es que tienes que decidir si será por ser una buena o mala persona. Si seras la vergüenza de tus errores o la verdad de tus acciones. Es decir ¿que clase de vida quieres vivir? Se supone que lo decides tu, pero ¿que pasa con esas personas que no pueden escapar del destino?

Jack Douglas.

Es un ejemplo de eso y a llegado el momento de contar su historia.

Cuando nació, su madre lo vio como su tesoro mas amado, Emma, se llamaba, era castalla, de ojos azules, joven, tuvo a Jack a sus dieciocho años. Correcto, era muy joven, pero eso, no le impidió amarlo. Jack aunque no heredó sus ojos, heredó los de su padre. Pero ese idiota no era alguien bueno y Emma lo sabía, sin embargo, ella aun seguía muy enamorada de el, no tanto como antes, pero lo sufiente como para permitirle estar en la vida de Jack, al menos para madarle dinero y mantenerlo.

Jack creció viviendo con su madre, quien le enseño a ser un buen niño, cepillarse los dientes cada noche, ser educado, no alzar la voz, comer con la boca cerrada y los mas importante, jamás irrespetar a una mujer. Ella educaria a Jack, para ser un buen hombre y no ser el reflejo de su padre. Cuando cumplió los ocho años, participó en un campeonato de futbol de la escuela primaria el cual ganó, aunque no era muy bueno para las materias o para hecharle ganas a la escuela, era bueno en un deporte y eso le dijo a Emma que Jack, había nacido para el fútbol.

Asi que tuvo la idea de inscribirlo en una academia, para que pudiera jugar y así tener mas oportunidades, pero solo había un pequeño problema. El dinero. Como siempre.

- Mamá entiendo si no tienes dinero. Puedo seguir jugando en la cancha con mis amigos y ya, no tengo por que ir a esas academias llenas de cerebritos.

A el, no le importaba en lo absoluto ir a esas academias, el con tal de seguir divirtiendose con sus amigos, era suficiente. Emma apreció ese gran y generoso gesto de Jack, sabia que el no era quisquilloso, pero igual quería esto para el.

En secreto y con la poca dignidad que le quedaba llamo a Drewn, comentadole la idea y quizás pidiéndole el suficiente dinero para eso. Jack escuchó toda la llamada desde un pasillo de su casa, que no era muy grande, ya había cumplido los diez años cuando eso paso y ahora podía entender un poco mas el asunto.

- Drewn, es tu hijo, nesecita esta oportunidad.

Su madre hacía la cena mientras con su hombro sostenía el celular.

- Por favor, sólo te estoy pidiendo el suficiente dinero para...

Algo pareció interrumpirla, Jack no podía escuchar lo que decía su padre, pero suponía que estaba diciéndole que no. Esto ya había pasado antes.

- Pero si tan solo vieras lo bueno que es... - Volvío a detenerse y observó a nada con confunción - ¿Hola? ¿Drewn? Estas... - Ella tomo el teléfono con su mano y resoplo en enojo, el ya le había cortado la llamada - Dios... - Jack la observó y sabía que estaba agotada, su madre nunca descansaba, siempre trabajaba. Y al parecer no se percató bien y agarro una olla que estaba muy caliente, quemandose la palma de su mano - Ahhh diablos.

- ¿Mama estas bien? - Jack al ver eso, corrió hacia la cocina, su madre se quejaba pero pudo entre quejidos decirle que si - Dejame ayudarte - Jack busco una toalla y la remojo con agua fria, para después correr hacia su madre y envolverla alrededor de su madre.

- Gracias cariño pero estoy bien - Respondió.

Pasaron unos dias despues de lo ocurrido, Jack no tenía dudas de que su padre era alguien que no le caería bien nunca. Su madre sufría por el y eso no era justo.

Jaque Mate [El Juego Final] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora