☀ XI ☀

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Inseparables
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Me acerqué a mi fiel mascota, para empujarla levemente sin antes darle dos o tres caricias.

— Luego nos vemos Rompecráneos —mencioné para que me obedezca.

— Así que su nombre es...¿Rompecráneos? —preguntó Esperanza, la que más hablaba de todos nosotros.

— Si —contesté sin ningún problema en especial. Pero su cara solo mostraba mucho disgusto a casi todas nuestras acciones.

No recibí más respuestas de parte de ella.

— Me parece genial ese nombre —una voz masculina cerca mío habló causandome un corto escalofrío, pues no me había percatado del todo de su presencia hasta ahora.

— ¿Eh? —voltie sobre mi eje para encontarme con aquel joven, alto y de contextura media. Era una gran novedad su hermoso cabello rizado, combinado con el mismo color de ojos que los de mi hermana.

— Que Rompecráneos esta... Muy cool —sonrió, mostrando los dientes más blancos que había visto en toda mi vida.

— Ah, este... Okey —contesté algo pérdida, pues su rostro tan esbelto me desoriento bastante—. Cool —concluí, volteando nuevamente hacia la puerta que tenía un gran agujero.

— Subiendo —mencionó Félix jalando una pequeña cuerda con un círculo de caña atado en ella.

E increíblemente comenzamos a elevarnos, o eso es lo que sentía mi cuerpo y podía presenciar por la ventana.

Al llegar a nuestro destino, Sandy desesperada salió de la caja. Mientras la señora Siemprebién abrió las puertas con disgusto para que podamos salir más fácilmente.

— ¡Bienvenidos al hogar de los Siemprebién! —habló la mujer extendiendo sus brazos.

Todos, absolutamente todos quedamos boquiabiertos.

¡No podía creer que este era su hogar!

Obviamente era más grande que nuestra cueva y por ello nos parecía espléndido.

Thunk se emocionó tanto al encontrarse con una ventana, que hasta parece haber descubierto una nueva realidad.

Toda mi familia se encontraba observando cada esquina, y cada esquina nos sorprendía aún más que la otra.

— Guy, es.. Impresionante —le hablé, ya que no estaba tan lejos de mí.

— ¡Si! —contestó—. Es... —fue interrumpido por el mayor que se acercó a el por detrás.

— Oye Guy, —mencionó Félix entrometiéndose entre nosotros, haciendo que nos alejemos aún mas— a Alba le va a dar muchísimo gusto verte.

« ¿Alba? »me cuestionaba interiormente.

Una puntada en mi cabeza se hizo presente. Pero, el dolor desapareció enseguida.

No sería cómodo desmayarme en plena casa ajena.

— ¿A Alba? —dijo el pelinegro, con un pequeño brillo en sus ojos.

Nuestro Mañana // Guy y tu // [2°do Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora