[Advertencia: ataques de pánico] ⚠️‼️
Cuando Shoto despertó se quedó inmóvil, luego pegó un salto en la cama y miró hacia todos lados. Katsuki no estaba allí y se habían ahorrado un despertar incómodo. Suspiró dando un par de vueltas en la cama y finalmente decidió abandonar aquel suave colchón, si estuviera en su casa ahora mismo no se levantaría a menos que su vejiga esté por explotar. Le sucedió una vez, había estado encerrado seis días de los cuales solo cuatro había ido al baño, luego no tuvo la voluntad de abandonar su cama. El quinto día no se movió de la misma posición, parecía un feto en el útero hecho bolita, había dormido la mayor parte y el resto de las horas se quedó viendo las pegatinas del techo, simplemente no le urgió orinar u otras cosas pues no había consumido más que su propio aire. Al sexto día la habitación se envolvía en oscuridad y su cuerpo entero sudaba, ni siquera se había levantado a comer y se acabaron las pocas reservas que tenía a mano y las botellas de agua. Su abdomen dolía mucho, estaba deshidratado y hambriento, no se había bañado, tenía fiebre y su cuerpo parecía pesar más que antes. Simplemente no le parecía interesante levantarse, apoyar ambos pies en el frío piso y caminar unos metros hacia el baño parecía ser la tarea más imposible de su vida hasta que despertó muriendo del dolor en su cama. Su vejiga no pudo soportar el no descargar todos los minerales y líquidos, fue entonces cuando cruzar esos cortos metros de su cama al baño se convirtieron en un desafío atroz. Sabía que la vejiga podría aguantar unas seis horas sin vaciarse, pero había pasado el doble y las consecuencias de ello habían dado sus frutos. Un paso a la vez mientras sujetaba el área de sus riñones, no podía gritar, no podía llamar a una ambulancia y no podía pedir ayuda. Tras tocar el picaporte del baño la puerta se abrió y Shoto no pudo llegar, acabó cayendo al helado piso del baño mientras se encontraba tiritando de frío. No tenía más fuerzas y entonces sucedió, acabó orinando sus pantalones mientras seguía en el suelo, llorando por las siguientes horas mientras el dolor en sus riñones parecía aligerarse un poco.
Hizo una mueca ante el recuerdo y se sentó en la cama, se vistió con pereza poniéndose los jeans oscuros de anoche y conservando aquella camiseta enorme de Kirishima que tenía estampado "Sharks" en el centro. Abrió una ventana creyendo que iba a encontrarse con una mañana encantadora, llena de sol y pajaritos cantando pero en cambio recibió una ventada horrible y un clima nuboso que le despeinó aun más. Tenía sentido, esa madrugada había lloviznado tal y como dijo el pronóstico. Tomó su teléfono con una mueca y se mordió el labio, eran las siete de la mañana. Odiaba levantarse temprano sin tener algun rumbo, era distinto a ir a la preparatoria. Su interrupción del sueño tenía una justificación noble, pero ahora se veía como un fastidio. Shoto suspiró, solo eran dos días más y luego quedaba el fin de semana. No era tanto si se ponía a pensar pero la espera se convertía en algo tortuoso para una persona que no tiene nada para hacer.
Se preguntó si estaría Kirishima despierto pero segundos después negó despacio, tiene cara de dormir hasta tarde a los ronquidos. Abrió la puerta muy despacio y caminó hasta el living con sus zapatillas en las manos, desde allí podía escuchar al pelirrojo durmiendo y cuando se asomó lo pudo confirmar. Eijirou dormía en el sillón todo desparramado, con un pie sobre la mesa pequeña y babeando los almohadones. Y en efecto, roncaba.
-¿Te vas? -una voz gruesa lo hizo saltar en su lugar y girar sobre su hombro.
Katsuki estaba apoyado contra la mesada de la cocina mientras en su mano había una espátula. Shoto lo miró, escaneando el lugar y finalmente halló respuesta en la sartén a su lado, encendida y con un aroma bastante enriquecedor. Asintió despacio y tomó lugar en la mesa, poniendo una zapatilla y luego dejando la otra a medio poner. No era una extraña moda o algo así, simplemente había notado que la mesa estaba puesta. Tres platos, tres vasos, tres tazas y cubiertos. Shoto se sintió ansioso mientras se terminaba de poner las zapatillas, le había dicho que se marchaba pero ahora se sentía grosero. Sonaba estúpido, no debería porqué tener respeto alguno por alguien que ha sido mala persona con él. No obstante, es complicado ser irrespetuoso cuando tuvo una adecuada crianza. El simple hecho de llevar las zapatillas puestas dentro de la vivienda de Eijirou lo hacía sentir fuera de lugar.
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GRITO SILENCIOSO [𝔹𝔸𝕂𝕌𝕋𝕆𝔻𝕆]
FanfictionShoto se niega a cambiar su vida, creyendo merecer lo que le pasa por una culpa que carcome en su interior. Un muchacho mudo a causa de un accidente trágico y otro que adopta la fama de un bravucón, dos extremos que poco a poco comienzan a entenders...