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⚠️ Advertencia: este capítulo contiene violencia física, no es super explícita pero en caso de sensibilidad saltear al próximo capítulo o leer desde: " Y por primera vez de lo iba del tan aclamado suceso..." hasta: "Sus brazos cayeron a un costado de su cuerpo..."

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Shoto solía tener un profesor que decía que todo ocurre por algo. A veces desconocido, a veces irracional, a veces injusto. Por alguna razón esas palabras volvían a él cuando se detenía en el umbral de la puerta de su casa y observaba el tapete bajo sus pies. Elección de su madre. Bienvenido, decía en un bordado de hilo negro que hacía contraste con el suave verde. Shoto no le encontraba sentido a esa palabra, no en su casa. No con su padre.

Apenas puso un pie dentro y dejó ese tapete atrás, todo se terminó rompiendo en pequeñas piezas. El lugar estaba hecho un caos desde la última vez, con vidrios rotos sobre el piso y botellas desparramadas a medida que uno avanzaba. El hedor a alcohol mezclado con humedad se percibía con facilidad y los ruidos en la cocina le advertían que no estaba solo en casa. Shoto avanzó lento, con precaución y con la idea de encerrarse en su habitación para no lidear con la inestabilidad de su padre. Después del episodio del comedor y si bien se había lavado la suciedad, aún tenía comida y sangre seca -y ajena- en su ropa. No quería que lo viera así y empiece a gritarle todo tipo de groserías, pero más que nada no quería recibir preguntas. Aún podía sentir el ajustado agarre de Bakugou en su cuello como una correa tirante, se atrevía a afirmar que su piel traicionera ya dejó a la vista un moretón violáceo. Sus dedos rozaron su garganta ante la sensación.

Shoto esquivó una botella, que de lo contrario habría revelado su presencia. Miró sobre su hombro y suspiró aliviado. Enji era ignorante de ella aún. Subió la escalera lentamente, incluso en ella había botellas y algunos vasos. Si bien el lugar era un desastre, Shoto no sentía esa ira que sintió la primera vez que encontró algo similar. No tenía lugar a ello, era casi hipócrita pensar que su padre era un ser irracional. Pero la realidad es que el alcohol no le hace bien a Enji, los medicamentos tampoco. Quizás evitan que su padre ponga un revolver en su boca y acabe con su vida, pero Shoto cree que de todas formas está acabando con ella. Lentamente. Puede notarlo cada vez más psicótico, más inestable e irritado. A veces riendo solo en su oficina, otras veces hundido en su miseria. En ambas Shoto lo oye sollozar.

Cerró la puerta despacio y de forma silenciosa, como si la pesada madera fuera una delicada pluma. El aire salió disparado de sus pulmones ante la sensación de alivio. Se quitó la ropa y la dejó en el canasto de su baño propio mientras se metía en la ducha. Por un momento sintió que ninguna ducha en el mundo le quitaría la humillación que sintió en la cafetería. Shoto había terminado con el rostro entre sus rodillas de solo recordarlo. El agua caía sobre su espalda mientras las imagenes golpeaban su mente. Por unos segundos se sintió ahogado, descubrió que lágrimas calientes caían entre la tibieza del agua. Shoto no solía llorar, no lloró en el funeral, tampoco en el hospital cuando le dijeron que la cirugía causó un daño en sus cuerdas vocales. Pero ahora lo hacía, siempre que Bakugou estaba allí. En la cafetería, en el baño, en su mente. Shoto sucumbía, no ante él sino ante todo lo que representaba dejarlo salirse con la suya. No defenderse aliviaba la culpa que apretaba sus sienes todos los días, todas las noches y mañanas. La sensación pasaba cuando había un golpe en su mejilla, quizá le volaban las neuronas y eso le hacía pensar menos. Shoto no puede afirmarlo con tal certeza, pero había una irracional calma en su mente cuando eso pasaba. No puede hablar por su cuerpo, Shoto puede tomar dos experiencias distintas con facilidad. Lo que su mente gritaba "Hazlo. Libérame" su cuerpo gritaba "Corre. Huye. Reacciona"

Ruido afuera y silencio en su mente.

Pero cuando era lo contrario, y el silencio del ambiente envolvía a Shoto, su cabeza comenzaba a taladrar una y otra vez. En una incesante tortura que llevaba a Shoto a preguntarse cuándo terminará esta angustia. Más dolorosa que cualquier golpe o patada, que cualquier insulto o humillación. Infinita, absorbente, sin escapatoria. Esa era la pregunta que se hacía todos los dias, en cada oportunidad.

GRITO SILENCIOSO [𝔹𝔸𝕂𝕌𝕋𝕆𝔻𝕆]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora