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Shoto tiene un pitido en sus oídos. Largo y agudo, no frena hasta que Toshinori pone una mano en su hombro. Es grande y pesada, con calida temperatura en la piel helada de Shoto. Pese a que su audición ya no está bloqueada, solo ve los labios moverse del adulto moverse. Todo iba muy lento. Todo iba muy rápido.

-Los estudios van a tardar, ve a casa y descansa. -Yagi dijo, anotando en un papel las fechas. Los ojos de Shoto fueron al reloj en la pared, habian pasado horas. -Nos vemos en dos días, Shoto.

Shoto miró el papel. Había dos fechas diferentes, una de Yagi y otra que llevaba el nombre de psicólogo a un costado. Para esa faltaba casi una semana, Shoto suspiró hallando alivio en eso pero no duró mucho más. Shoto es victima de náuseas cuando abandona el hospital y va en el tren. Lo primero que piensa en que quizás las sacudidas eran bruscas, lo segundo -y acertado- es que su mente no puede dejar de pensar. Miró su brazo, había una vendita elástica pero Shoto no recuerda que le hayan sacado sangre. En algún punto solo se desconectó de allí, su mente estaba demasiado lejos. Lo que si recuerda son las manos inspeccionando su garganta y aún puede sentir la sensación de los fríos dedos en su cuello tibio. Llevó sus manos allí, sin poder sentir esa tibieza ahora. Otra náusea golpea a Shoto al llegar a la casa, la cual se está sola y limpia. El silencio es familiar pero tedioso, no tanto como el aroma al perfume de pisos. Quizás se acostumbró muy rápido al olor del alcohol derramado y la humedad, o quizá era más fácil de procesar el cambio con dos personas más allí. Todoroki quiere reírse porque su pecho se siente raro, extrañando a su hermano y al peliceleste. Los ojos bicolores escanearon la casa entera. No hay rastro de Tomura, nota Shoto, lo que significaba que se volvió a su departamento.

Su primera acción es correr a la heladera, Shoto aprieta la manija y la cierra con fuerza al ver que hay comida preparada por el peliceleste. Envases de plástico llenos de verduras y carnes, racionados para toda la semana. En el otro espacio había frutas y lácteas que Shoto no recuerda haber tomado en los últimos meses. Todo estaba nuevo y lucía bien, sin embargo Shoto no se encontró con apetito. Había algo más en su pecho, una molestia por buscar decepción y no encontrarla. Incluso si pensaba eso de Tomura, era difícil sentirlo. Quizás simplemente esa decepción no iba hacia el amigo -o lo que sea- de su hermano. Pensó que podría ser hacia Touya pero Shoto no es estúpido como para pensar eso, incluso cuando lo vio en ese antro solo sintió confusión. Pero no esto. Esta decepción era extraña, no como la que solía sentir hacia Enji, llena de rabia y molestia. No. Esta era más... triste. Como una bolsa pesada en su espalda, que cuelga de su cuello como una toalla húmeda al salir de un baño. Era abrumadora y Shoto no logra hallar al culpable.

Se volvió a su habitación, creyendo que el lugar calmaría sus nervios. Pero luego de un par de horas, concluye en que falló miserablemente. El sentimiento estaba ahí. Sigue sin calmarse y está exhausto, molesto con su cuerpo por no concederle un descanso. Incluso cuando sus ojos arden y se cierran, no pasan más que unos tediosos segundos. Ante la tensión en sus músculos no puede hacer más que levantarse de la cama, era como estar acostado sobre piedras. Recorrer su casa se convierte en su tarea pero su mente aún es un gran torbellino. Sus pasos son lentos cuando va a la habitación de sus padres, acariciando el papel de las paredes y los relieves de los muebles de madera. Shoto apretó sus mano en estos al abrir el ropero, su mano acaricia lentamente las ropas de su madre y el sentimiento parece hacerse mayor. Más pesado. Shoto cerró los ojos cuando dio un paso al frente y su cara rozó la ropa colgada, el perfume de su madre se sintió casi como una caricia en la mejilla. Tan delicado, tan necesario. Las puerta se cerraron con fuerza y Shoto huyó de la habitación casi como si hubiera una peste, bajando las escaleras pero de pie a mitad de ellas. Shoto desea arrancarse en cerebro o darse un buen golpe que ponga todo en silencio. Sus ojos caen al pie de la escalera unos segundos, recordando a su padre. Cerró los ojos y alejó ese pensamiento, bajando rápido sin ver ese sector.

GRITO SILENCIOSO [𝔹𝔸𝕂𝕌𝕋𝕆𝔻𝕆]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora