Capítulo V : Miedos

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-Serpiente-

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-Serpiente-

Si había algo en el mundo que odiara más que el dulce, eran las proposiciones indecorosas de cada chica que se me plantara en frente. La última de ellas había sido...¿Cómo se llamaba? ¡Ah, sí! Se llamaba Rin, curioso nombre.

No se trataba de que no me gustaban las mujeres, es más, me podía considerar un experto en ellas, pero si eran tan...¿Cómo decirlo sin que suene mal? Regaladas... No les importaba su dignidad y si soy sincero, me llegan a transmitir incluso lástima.

Eran tan molestas y tan...tan iguales a la hora de fastidiar. Hasta ahora no había encontrado a una sola que lograse llamar mi atención, con ello quería decir algo más que atracción física, algo más que deseo.

Habían pasado ya unos cuarenta minutos desde que recibí noticias de Naruto, una pena, era un buen chico...¿A quién le iba a joder la existencia a partir de ahora? ¡Qué dilema!  Me llevé un pequeño sobresalto al sentir la vibración de mi dispositivo móvil en mi bolsillo.

—Ya era hora, perdedor...-Sus reclamos al otro lado de la línea eran mucho más molestos que las declaraciones amorosas de mis "Fans Girls"-¿Lo tenéis todo?- Pregunté esperando que esa molesta voz me diera respuestas.

—Sí, estúpido, pero tenemos un "pequeño" problema.- Genial, ya empezamos.- La entrada a las alcantarillas está a quince metros de la casa, pero estamos rodeados de esos caminantes.- Si tenían un coche no iba a representar un problema sólido para ellos, la cuestión era...¿Cómo iban a salir de el sin tener rasguños?

—¿Vais armados?- Aún tenían una posibilidad de salvarse, al menos la mayoría de ellos. La línea quedó en silencio durante un periodo de tiempo, en el cual, mi paciencia se resentía enormemente.-¿Sigues ahí, perdedor?- Escuché un movimiento al otro lado de la línea y entonces recibí su respuesta.

—Sí, Sakura se atrevió a entrar en la casa y encontró un arma y varios cuchillos...-No conocía a esa chica, pero si se había atrevido a entrar en la casa, ya me caía bien.-¿Debemos de...?- Sí, debían de enfrentarse a ellos si querían sobrevivir.

—Espero que la mayoría de vosotros sobreviva..- Susurré con mi apática voz, pero, ¿qué más quería que hiciera? Ahora todo estaba en sus manos, todas las cartas estaban echadas.-Os esperaré con un equipo de rescate.-Y colgué.

-Y colgué

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