Sentía mi respiración pesada, como mis ojos se dilataban ante la espantosa imagen que presenciaban. Mi labio inferior temblaba de impotencia al ver todos esos cuerpos mutilados, carentes de vida y sin un ápice de cordura.//Me llamo Sakura Haruno, so...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Serpiente
Un puñetero apocalipsis, eso era. Decenas de muertos rodeaban las murallas que protegían el campo de concentración, todos los que aquí estamos somos supervivientes. Algunos estaban infectados y los habíamos matado en cuanto empezaron a mutar para convertirse en esas mierdas que andan por lo que antes era una civilización.
Todos me conocen como Serpiente, tengo veintidós años. Mi nombre no es una cosa que me interese recordar, por eso prefiero que permanezca en el anonimato. Era agente del TKB* antes de que toda esa mierda arrasara el mundo y convirtiera en salvajes a la mayoría de la población.
Soy experto en todo tipo de armas blancas, espadas, dagas, katanas... Aunque también me defiendo bien con las armas encañonadas. Practico artes marciales y digamos que soy temido por muchos peces gordos de la sociedad, aunque probablemente ahora estén deambulando por la calle como almas en pena.
No tengo muchos amigos, es más, los que tengo se podrían contar con una sola mano. No es que sea antisocial, sino que prefiero no tener a ningún traidor en mis filas. Siempre existe el riesgo de que alguien te traicione y venda a tus enemigos esa información de suma importancia que guardas con tanto recelo.
La melodía de mi teléfono me sacó de mis pensamientos. Lo agarré y eché la pantalla hacía arriba para ver de quién se trataba. Perfecto, el estúpido de Naruto estaba vivo. Bufé y entrecerrando mis ojos le di al botón verde para aceptar la llamada.
—Creía que estabas muerto, idiota.- Dije nada más apoyar el teléfono cerca de mi conducto auditivo, pero dejé un corto espacio entre el y el aparato porque sabía que los gritos del que estaba al otro lado de la línea me destrozarían el tímpano.
—¡Hey estúpido, no me digas idiota!- Sonreí altanero, era tan predecible.-Tenemos un problema y necesitamos tu ayuda.-¿Tenemos, necesitamos? ¿Con cuántos idiotas se había topado?-Somos siete adultos, tres niños y un perro.- Genial, la familia al completo...
—¿Qué te hace pensar que te ayudaré?-Era muy arriesgado, todavía no me había dicho su posición, pero no pondría en peligro a mis hombres sin saber con certeza si estaban limpios.-Tienes mucha fe en mi.-Solté un par de roncas carcajadas mientras sentía como el gruñía al otro lado de la línea.
—Vamos estúpido, estamos todos limpios, esas escorias no nos han tocado...-Rogó, yo rodé los ojos ante la muestra de debilidad.-Por favor...- ¡Demonios! Siempre andaba en problemas y yo tenía que salvarle el trasero de todas esas mierdas...
—¿Dónde?- Pregunté al fin dándome por vencido mientras escuchaba sus eufóricos gritos al otro lado de la linea. Yo no era conocido por tener un cupo infinito de paciencia, es más, tengo poca y, la que tengo, se agota por momentos.
—En la avenida Ninjutsu, hay un descampado y al fondo de este, se encuentra una casa. Estamos en el garaje y hay como...- Paró de hablar y sentí como se movía al otro lado.- Unos treinta o cuarenta infectados ahí fuera...- Resoplé mientras removía mi cabello, aquello era jodido, muy jodido.