Era un vampiro, por el amor acongojado,
viviendo entre criaturas atadas a su cruz.
Ni en mil años se había enamorado,
mas de un bello mortal, lo atrajo con su luz.
Su amor me alimentó de forma desenfrenada
y transformó sus torpes palabras en ternura...
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Las maletas puestas estaban, con resignación de nuevo a su lugar donde había venido.
Enfrente del trono, la vampira y sus padres tenían que dejar el castillo, porque el conde ya no les prestaba atención en ningún aspecto.
Estaba desanimado y lleno de cólera sabiendo que su único hijo lo traiciono de esa forma.
Sentado aun en su trono, el padre de la chica se despidió con una reverencia ante su rey...
—Ya nos vamos mi rey, no tiene caso que sigamos aquí, tu hijo fue un mal agradecido al irse de tu lado y faltar a su compromiso con mi hija, pero ni modo, nosotros no podemos soportar tal falta de humillación...
—Buen viaje, ojalá que regrese mi hijo y podrá reanudar su compromiso...
—Creo que es tarde para eso, Taehyung nunca quiso comprometerse con mi hija, no se porque razón, es tan diferente a nuestra raza siniestra.
Tu hijo es tan parecido a un humano que no lo educaste para ser nuestro príncipe...
—No me reproches ahora que no somos iguales o se me olvidara que somos amigos de muchas décadas.
Encontraré a mi hijo y después de lo que hice se que regresará a mi.
—Lo dudo mucho y es cosa que no nos interesa ya, mi hija conseguirá marido, un partido mucho mejor que ese supuesto futuro príncipe.
Sufrió mi hija la peor de las humillaciones y no hay remedio ante eso, no pretende casarse con tu hijo, ahora nos vamos conde dracula y buena suerte, con la educación de Taehyung.
Haciendo una reverecía, la familia se despide ante el trono de su rey, sin volver a verlos, el viento de la noche expresó la presencia del príncipe de nuevo al castillo, donde alguna vez fue su hogar...
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—¡Padre!—grito con firmeza, ante la voz imponente del joven vampiro que había llegado a reclamar por su felicidad...
—Hijo, regresaste...
—No regrese padre, solo vine hablar contigo—sus ojos color carmín se notaron de haberle dando donde más le dolía...
—Entonces a que viniste, a decirme que estas enamorado de un maldito mortal, que no tiene nada que ver con nosotros...
