Prólogo

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1 de marzo del 2021.

Sangre.

Eso fue lo primero que observé al abrir los ojos. Estaba acostada en el suelo de mi habitación cubierta de ese líquido carmesí. Mi vista borrosa detectó algo cerca de mis piernas. Pasé una mano por mis ojos para mejorar mi visión.

Un cadáver.

Una mujer con cabellos dispersos por su rostro. Su ropa estaba totalmente manchada por la abertura que tenía en su piel desde el cuello hasta el ombligo.

Diría que se me revolvió el estómago, pero no voy a mentir, al menos no en este momento.

Lo describiría como un buen trabajo.

Escuché como se abría la puerta de mi habitación.

-¿Rebeca qué hiciste? - las lágrimas corrían por las mejillas de mi madre.

-Yo no lo hice mamá.

Sentí a lo lejos como sonaban las sirenas de las patrullas.

Genial, tenía que ir preparando un discurso para el interrogatorio, pero eso no sería un problema.

Me paré rápido del suelo y me miré en el espejo.

Tenía un aspecto horrible.

Traté de acomodar mi cabello.

-¿Cómo puedes estar tan tranquila después de lo que acabas de hacer y teniendo a la policía ahí afuera?

-Oh madre, relájate, veré como me las arreglo.

Sé que le molestó mi tranquilidad, también sabía que no me creía, pero, ¿saben qué?. No me importó en lo más mínimo.

Bajé las escaleras y al abrir la puerta principal:

-Buenas noches hermosos - dije con un tono burlón.

Me paré frente a uno de los policías y extendí mis manos para que me colocara las esposas. Luego lo miré con una sonrisa en mi rostro antes de entrar a la patrulla.

Ni en los momentos más desafortunados se puede perder la actitud.

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