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-Cree en ti, solo en ti, llegará un momento de tu vida en el que serás tu único apoyo, nada es eterno y mucho menos real, ni siquiera tú eres real. No eres auténtica, solo eres fruto de retorcidas enseñanzas, no naciste siendo una criminal, te volviste una criminal - su voz se repetía una y otra vez.

Se sentía tan cercana que parecía real, esa voz que tantas veces había escuchado había regresado esta noche para entrar en mis sueños y adueñarse de ellos como tantas veces. Su forma de hablar era única, su personalidad era extraordinaria y esa originalidad que transmitía mediante todo su ser le daba un aire de superioridad enorme.

Al abrir los ojos pude sentir la suavidad de las sábanas sobre mi cuerpo, mi nariz undida en mi almohada y mi cuerpo boca abajo. La habitación no contaba con luces encendidas, solo con los tenues rayos solares que se colaba por las ventanas quedando atrapados en mis largas cortinas rojas oscuras. Sí, toda mi recámara era de este color: las paredes, la alfombra frente a la cama, la lámpara en la mesita de noche, el puff frente a la mesa del maquillaje, el cojín de la silla al lado de mi cama, en fin casi todo. El resto de las cosas que ocupaban el lugar eran de madera blanca: la cama, las puertas y gavetas del closet, la mesita del maquillaje,la de la computadora y las de al lado de la cama.

Volví a cerrar los ojos por un momento, no pretendía seguir durmiendo, solo quería estar un rato más allí, de todas formas, no había motivo para levantarme. Sería un día muy aburrido, como todos los anteriores, sin novedades, pero eso sería solo el día, todo lo contrario a la noche. Hoy era martes, eso significaba pillamada, pillamada a la que había aceptado asistir e incluso dejé hacer en mi casa por un motivo:

Culpable o culpables.

Ya había dado por hecho que los responsables de los crímenes ocurridos en Wamter, estaban en este grupo reducido de adolescentes que dormirían aquí, o al menos algunos. Tal vez pudiera obtener alguna pista hoy, hasta lo más mínimo podría ayudarme. No estaba preocupada porque encontraran lo que había en casa, era imposible, pero en todo caso pondría seguro en la puerta del cuarto de mamá. Pensándolo otra vez...,en caso de que mis sospechas fueran ciertas y los responsables estuvieran entre mis sospechosos, ¿por qué lo harían?, ¿qué motivos los llevarían ha hacer estas cosas?, ¿por qué amenazarme y tratar de intimidarme con mis secretos?, y sobre todo, ¿por qué esperar hasta ahora para hacerlo?

Muchas preguntas y pocas respuestas.

Finalmente volví a abrir los ojos, me volteé sobre mi espalda y fijé mi vista en el techo. Unos segundos más tarde me paré de la cama acomodando mi vestido de dormir y me senté en el puff frente al espejo. Me miré en él, observé cada detallé de mi rostro, estaba hermosa incluso despeinada. Tenía un alto autoestima, pero no se trataba solo de sentirme linda, sino que en realidad lo era. Mis largos y negros cabellos caían en ondas hasta la parte baja de mi espalda, las facciones de mi rostro eran como la de la típica protagonista de un libro de romance juvenil donde todos eran ridículamente lindos. Mi piel pálida hacía contraste con mis oscuras cejas, eran finas y levemente arqueadas. Mis ojos azules claros bordeados por largas pestañas captaban la atención en cualquier lugar, eran asombros. Mis gruesos, mojados y rojos labios incitaban a por un beso. Mi cuerpo era delgado, aunque no exageradamente, mis anchas caderas llevaban en su parte trasera unos formados glúteos, una estrecha cintura y un busto mediano hacían de mí una mujer con un buen físico, útil para conseguir todo lo que quisiera.

Ahí seguía yo, con las manos cruzadas sobre la mesita observaba mi rostro en el espejo a pesar de la poca iluminación de la habitación. Tomé el cepillo y cepillé mi cabello hasta eliminar todos los nudos. Fui al baño y me bañé. Luego volví a mi habitación, esta vez encendí la luz para vestirme y sacarme el albornoz. Opté por un short corto y alto color arena y una blusa negra de tirantes, recojí mi cabello en una trenza y me coloqué unas sandalias. Al terminar organicé mi habitación y abrí las ventanas apartando a los lados las cortinas y miré la hora en mi celular.

¿Yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora