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Me puse de rodillas al lado de su cuerpo inconciente, tomé la nota y la metí en el interior de mi sostén. Él estaba boca abajo, lo giré con mucho esfuerzo hasta que quedará tendido sobre su espalda y al lograrlo agarré su rostro con mis manos.

-¡Cameron reacciona! - dije aunque no me escuchara.

Después de aproximadamente un minuto dió un pequeño brinco volviendo a la realidad y sentándose en el césped.

-¿Qué te pasó? - pregunté arrodillada a su lado.

-Fue muy raro, salí al jardín ha hacer ejercicios y de pronto sentí que algo desde atrás me golpeó la cabeza y caí al suelo, aún me duele.

-Déjame verte - dije girando su cabeza.

No era nada grave, el hielo bajaría la hinchazón en unos segundos.

-¡Auch! - se quejó.

-¿Te lastimé? - pregunté.

-No, pero me duele el labio, siento como la sangre bombea con agresividad ahí dentro.

Volví a mirar su rostro, su labio inferior estaba roto en la parte derecha, seguro se lo había roto al caer al suelo y chocar contra alguna roca.

-Vamos a el comedor, te curaré.

Asintió con la cabeza y nos paramos del césped. Él me esperó en el comedor y yo fui al baño a buscar un botiquín. Al regresar pasé por la cocina y tomé una bolsa con hielo.

Al llegar nuevamente al comedor él estaba sentado en una de las sillas cabeceras. Me acerqué y puse el botiquín sobre la mesa.

-Toma, póntelo en la cabeza, ayudará a bajar la inflamación - dije ofreciéndole la bolsa con hielo.

Asintió y tomó el hielo colocándolo con su brazo derecho sobre la parte trasera de su cabeza, la posición en la que ahora se encontraba su brazo lo hacía ver muy ejercitado.

Procedí a preparar un algodón con alcohol.

-¿Qué haces? - preguntó mirando el algodón.

-Voy a limpiar tu labio inferior con un poco de alcohol para desinfectar la herida en caso de que hayas adquirido alguna bacteria del suelo - dije mientras aún preparaba el algodón.

-Vaya, ¿en tu otra vida fuiste enfermera?, pareces saber curar bien, ¿quién te enseñó? - dijo

-No creo en eso de la vida pasada, es absurdo. Mi papá me enseñó a curar heridas y muchas otras cosas - dije.

-¿Y dónde está tu papá? - preguntó.

-Muerto - dije firmemente.

-Lo siento, no debí preguntar - dijo un poco apenado.

-Tranquilo, ya no me afecta hablar de él, murió hace unos años.

-Mi madre no murió, pero al menos para mí sí, nos abandonó a mí y a mi padre en cuanto me dió a luz, ni siquiera la recuerdo - dijo.

-Lo siento, vamos a desinfectar tu herida - dije cambiando el tema con el algodón ya listo en la mano.

La muerte de papá no era mi tema favorito.
Me paré frente a él y abrió sus piernas para dejarme acercar más a su rostro. Coloqué el algodón en su labio.

-¡Auch! - se quejó.

-Sé que arde un poco, pero aguanta, solo serán unos segundos - dije aún limpiando su labio.

Cuando terminé dejé el algodón sobre la mesa y le quité la bolsa de hielo de su brazo y la coloqué en su labio dando pequeños toques sobre él.

¿Yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora