Uno.

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-¡Me la han dado!- entré corriendo en casa- ¡me la han dado!
-¡¿Cómo que te la han dado?!- gritó mi padre.
-¡La beca ! ¡Me han dado la beca!- volví a gritar- ¡me voy a Japón!
-¡Imposible!- gritó mi hermano.
-¿Qué estás diciendo, hija?- dijo mi madre.
-Que me han dado la beca para ir a Japón- dije, apoyada en la puerta, cansada de que me vacilaran.
-¿Te han llamado?
-Sí.
-Será una broma de alguien- dijo mi hermano.
-Mira idiota- le enseñé la carta donde decía que había sido aceptada en la preparatoria Tonan.
-Pero...es imposible- dijo mi padre.
-Gracias por el apoyo- les miré mal- ala, voy a hacer a maleta.
-Pues a mi no me hace gracia que vayas- dijo mi madre.
-Quedamos en que si pasaba el examen me ibais a dejar ir.
-Sí, pero..

Hacía un año me inscribí para conseguir una beca para estudiar en Japón. Mis padres no estaban muy a favor, pero como creían que no iba a poder conseguirla, aceptaron.
He de admitir que el hecho de tocar el violín e ir al conservatorio me subió un par de puntos.

-Tienes 17 años Alejandra...¿qué vas a hacer tú sola en un país tan grande con otro idioma, otras costumbres...?
-Mamá, allí está el señor Aihara y lo del idioma...no se si eres consciente de que llevo estudiando japonés desde hace diez años. Lo manejo mejor que el inglés.
-Sí, pero irte tu sola...sin nosotros.
-Lo que os molesta es que haya pasado cuando creíais que no sería capaz- dije, enfadada- voy a ir a hacer la maleta.

Me puse a empacar las cosas para un año entero.
El señor Aihara era amigo de mi padre desde hacia mucho tiempo. Se conocieron en una excursión que hicieron al Tibet y allí su mujer y mi madre se hicieron muy amigas, por lo que mi padre y el señor Aihara tambien. Poco después de eso, la señora Aihara falleció y el pobre de quedó solo.
Se había ofrecido a cuidarme mientras estuviese allí, pero la escuela me llamó diciendo que una familia muy amable se había ofrecido a tenerme en su casa, y sin dudarlo, acepté.

-¿No crees que seria mejor acabar tus estudios aquí? Tienes a tus amigos, a tus profesores...lo acabarías bien- dijo mi madre, en la puerta.
-Precisamente porque quiero acabarlo bien me voy. Quiero saber como es estar en otro país, conocer sus costumbres, saber como estudian...todo. No me voy a atar a un lugar por nadie, nunca.
-Nunca digas "de este agua no beberé", porque no sabes lo que va a pasar.
-Mamá, ¿me ayudas?- quería cambiar de conversación.

Me iba en una semana. El curso empezaba la primera semana de abril, así que llegaría el domingo para empezar el lunes.

La semana pasó. Una vez en el aeropuerto, mi madre no hizo otra cosa mas que llorar.
-Mamá...vamos a hablar todos los días, no te preocupes, voy a estar bien.
-Si...pero...¿con quién voy a discutir ahora?- dijo, riendo.
-El teléfono da para mucho- la abracé.
-Portate muy bien- me dijo mi padre- y anota siempre las cosas que veas para que no se te olviden.
-A la orden mi capitán.
-Y saluda a Aihara de mi parte. Te quiero mi niña.
-Yo también te quiero, papá- también le abracé.
-Oye, no ligues mucho por alli- me dijo el bobo de mi hermano pequeño.
-Baaka- me reí- tengo 17 años, española, soy una delicia por esos países...no pidas milagros- me reí.
-Voy a echar de menos tu ego.
-Me vas a echar de menos a mi- y, aunque a trompicones, conseguí abrazarle- bueno, familia, me marcho. Os quiero mucho. No me echéis de menos, bla bla bla...- reí.
-Adiós cielo- se despidieron mis padres por última vez antes de cruzar la puerta de embarque.

Todo fue bastante bien. No estaba triste sino todo lo contrario, no cabía en mi de la emoción que sentía.
-Bien, a darlo todo- me dije a mi misma, justo cuando el avión que me llevaría a mi nueva vida despegaba.

ODIO AMARTE...AMO ODIARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora