TRES.

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-¿Sorprendida?- me dijo el chico con una sonrisa de lado.
-Omae...- lo miré con odio.
-¿Deberías mirar así a aquel que te acoge en su casa?
-No es tu casa. Es la de tus padres. No te atribuyas méritos que no son tuyos.
-Pero al fin y al cabo, yo soy como el dueño legítimo.
-Sabía que me darías problemas desde que te ví esta mañana- entré nuevamente en la casa y choqué con un niño- oh, sumimasen.
-Oe, ¿eres ciega o qué?- me dijo.

Era exactamente igual al tal Naoki.

-Ehe, me he disculpado, no es para ponerse así- chasqueé la lengua .
-¿Y tú te consideras una chica con esos modales?
-Pequeño mocoso...
-Oh, ya estás de regreso Ale-san. Veo que ya has conocido a mis hijos. Ven, vamos a tomar un poco de té- dijo la señora Irie, arrastrándome hasta el salón.
-Goume...no me gusta el té- dije.
-¿Vienes a Japón sin tomar té? ¿A qué has venido?- volvió a decir el tal Naoki, que se sentó delante de mi junto a su hermano.
-Oh, sumimasen, no sabía la clave para ser alguien importante, saber idiomas y ser el mejor era tomar el té. Estoy segura de que serás todo un triunfador en la vida si sigues así. Me ofrezco a comprarte té todos los días, no queramos que sus esfuerzos caigan en saco roto- me crucé de piernas con una sonrisa triunfante mientras veía a los hermanos mirarme atónitos.

La señora Irie me trajo un poco de café.
-Arigato- le sonreí- y disculpe la molestia.
-No te preocupes. No hagas caso de estos dos. Son un par de amargados.
-No hace falta que lo jure. Una, por tonta que parezca, se percata de detalles importantes. Es evidente que con ese maravilloso carácter y tomando té, llegarán muy lejos. ¡Oh, Dios! ¿Y qué haré yo entonces?- dije, poniéndome una mano en la frente y hablando de una forma muy dramática.

Yo podría tener muchas cosas y carecer de otras, pero pelos en la lengua, nunca.

-¿Eres consciente de lo ridícula que te ves?- me dijo el hermano mayor.
-Y tú eres igual a un dios con esa risita tonta del gimnasio...como no lo había notado. Perdón por mi ignorancia hacia lo perfecto.

La señora Irie empezó a reír.

-Me gusta esta muchacha. Tiene carácter y sabe manejar a Onii-chan- dijo, dándome golpecitos en la pierna.
-¿Es así como pretendes dar buena imagen de tu país?
-Yo no he venido aquí para dar buena imagen de nadie- me levanté- yo he venido aquí a superarme a mí misma, a crecer, a salir adelante yo. Si mi país quiere dar una buena imagen, que la de, pero que conmigo no cuente. Yo no dependo de nadie. Con permiso- y dicho todo eso, subí a mi habitación.

Me cambié de ropa, llamé a mis padres para decirles que había llegado bien (no me apetecía contarles los detalles de la familia por el momento) y me puse a terminar los deberes.
-¿Quién se cree ese mocoso? Eso es lo que es...un mocoso malcriado...y el herma o pequeño sigue muy de cerca sus pasos- decía en susurros entre ejercicio y ejercicio.

Entonces, alguien llamó a la puerta.
Me levanté, abrí y me encontré con Yuuki.

-Te odio- me dijo, antes de bajar otra vez corriendo por las escaleras.
-¡Chotto mate!- grité- ¿qué demonios...?

Me volví a encerrar en mi habitación y a los cinco minutos alguien volvió a llamar.
Era Naoki.

-¿Qué? ¿También vienes a decirme que me odias?
-Esta era la habitación de Yuuki. Mamá lo cambió a la mía para que te quedases aquí y ahora casi no tenemos espacio.

Me sentí mal, pero no iba a dejar que lo notase.

-¿Y? ¿Pretendes que me disculpe contigo?
-Sería lo mínimo.
-Pierdete, risitas- y le cerré la puerta en la cara.

Me senté en la cama y me puse a pensar.
De verdad me sentía mal por Yuuki. Es normal que si a un niño le quitas la habitación para que venga una persona extraña, se enfade.
Pensando esto, me levanté y bajé al comedor.
Encontré a Yuuki viendo la televisión solo en el salón.

-Nee, Yuuki. Goume. No sabía que te quitarían el cuarto. Si lo prefieres, puedo hablar con tu madre y decirle que te lo devuelva. Yo puedo ir a vivir con un amigo de mi padre.
-Pues no se a que esperas.
-Oe oe...que ye estoy hablando de buena gana.
-¡De eso nada!- gritó su madre por detrás de nosotros- ¡Ale-san se queda porque lo digo yo! Ella ha venido aqui a cumplir sus sueños, no voy a dejar que se los amargues. Deja de ser tan egoísta, Yuuki.
-¡Oka-san!
-Nada de oka-san. Asunto cerrado. Venga, Ale-san, sigue estudiando, en un rato te haré la cena.
-S...sí- y subí.

Pensé en ignorar el tema por el momento.
La cantidad de deberes que tenía no era normal. Me pasaría toda la noche estudiando y repasando, y eso que solo era el primer día.

La cena pasó tranquila. No hubo ninguna discusión, aunque seguramente esa seria la calma que viniese antes de la tormenta.
Desde que vi a ese chico, supe que no nos llevaríamos bien.

-Oe- me dijo, antes de que ambos entrasemos en nuestras habitaciones- no le digas a nadie que vives bajo el mismo techo que yo.
-¿Bromeas? ¿Qué necesidad tendría de hacerlo? Ni que estuviese loca.

Me miró serio y se encerró.

Me pasé hasta la media noche repasando.

-¿Se puede?- preguntó la señora Irie.
-Adelante- le abrí la puerta y vi que llevaba una pequeña bandejita con una taza de café y unos sandwiches- ¿y todo esto?
-Es un bocadillo de media noche. Siempre he querido hacer esto.
-¿No lo hace con Naoki?
-Ese hijo mío no estudia. Es el mejor de todo Japón, pero nunca toca un libro.
-¿Qué?
-Increíble, ¿verdad? Aunque a la vez es terriblemente aburrido. Siempre quise tener una niña para vestirla, peinarla, ir de compras con ella...e incluso ayudarla a encontrar un buen marido, pero Dios solo me otorgó hombres. Vivir sola con tres hombre...no sabes lo aburrido que puede llegar a ser.
-Entiendo...
-Oh, casi se me olvida- se fue hacia la puerta y cogió una bolsa negra- es un regalo de bienvenida.
-Señora Irie...no tenía por qué.
-Me hacía mucha ilusión. Por favor, aceptalo.
-Arigato- recibi la bolsa. Dentro había una caja de zapatos y en esta, unas hermosas bailarinas negras con tachuelas en las puntas- son preciosas- la abracé- arigato.
-Me alegra que te gusten. Son con todo mi cariño.
-Mañana mismo las estrenaré.
-Bien- sonrió- entonces me voy. No te acuestes tarde, debes descansar. Oyasumi.
-Oyasumi.

Tenía la impresión de que nos íbamos a llevar muy muy bien.

ODIO AMARTE...AMO ODIARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora