VEINTICINCO

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Nos hicimos fotos con todo el mundo, saludamos a toda la familia, me presentaron a la familia de Naoki y yo le presenté a la mía sin poder evitar fundirme en abrazos con todo el mundo. Llevaba años sin ver a mi familia de Colombia, tenía muchas emociones juntas.

- Tu familia es muy simpática- me dijo, mientras nos subíamos al coche para ir al salón.

- Lo son, pero espérate a conocerlos a fondo- me reí- la tuya también está bien.

- Prepárate- sonrió.

No le di mucha importancia en ese momento.

Llegamos al banquete donde todo el mundo nos esperaba sentado en sus respectivas mesas.

Comimos y todo pasó tranquilo.

Llegó la hora del baile.

- Señoras y señores, tengo el placer de presentarles a los señores Irie- dijo el encargado de sala.

- No, perdone, yo no voy a cambiar mi apellido, haga el favor- le dije, para que rectificara.

- Disculpen- carraspeó- les presento al señor Irie y a la señora Gallego.

- ¿De verdad que no quieres llevar mi apellido?

- ¿Por qué debería renunciar al mío?

- No, por nada. Me gusta como suena.

Me agarró de la mano y me sacó a bailar un vals.

- No sabía que bailabas- le dije, mientras me pegaba a él.

- Por ti he hecho cosas que nunca imaginé hacer, esto es de lo más suave- sonrió.

Yo me sentía flotando en una nube. No me podía creer lo feliz que estaba. Cuando conocí a Naoki, jamás pensé que me llegaría a gustar y menos que me iba a casar con él. La vida da muchas vueltas, nunca se puede decir nunca.

- ¿En qué piensas?-  me preguntó.

- En ti y en mí, en cuando nos conocimos y en cómo han cambiado las cosas.

- Es verdad. Jamás pensé que íbamos a acabar así.

- ¿Así cómo?

- Cómo te gusta restregármelo...

- Eres mi maridito, no tiene nada de malo decirme que estás locamente enamorado de mí- me reí.

- No te lo creas tanto- arqueó una ceja y me pegó más a él para terminar el vals.

Todos nos aplaudieron y muchos no paraban de llorar.

- Bueno, ¿y la música?- gritó uno de mis primo.

- Ya tardaban- me reí y le hice una seña a la señora Irie para que pusiera las pistas que le di a los encargados del salón.

- ¿Música?- Naoki me miró extrañado y se asustó cuando mi prima mayor pegó un grito y sacó a su hermano a la pista.

- Te presento a mi familia, ahora sí que sí- entonces lo agarré de la muñeca y empecé a bailar una salsa con él.

- Oe- se puso rojo.

- Vamos, no seas tímido- mi madre lo agarró del brazo y me lo quitó.

Yo empecé a bailar con el señor Irie mientras él se esforzaba en seguirme el paso.

Japoneses, colombianos y españoles, todos en una sala bailando y riéndose.

Me sentía en un estado de plenitud indescriptible.

Bailamos, cenamos y volvimos a bailar hasta la madrugada.

Llegamos reventados a casa.

- Niños, venga, mañana os vais de viaje, hay que acostarse ya para que descanséis- la señora Irie nos empujó hacia las escaleras.

ODIO AMARTE...AMO ODIARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora