DOCE.

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No sabía hacia donde ir.

Había pensado en llamar a Jinko o Satomi, pero me daba vergüenza molestar a sus padres y ya era tarde par ir a molestar al señor Aihara.

-Kin-chan...-suspiré y cogí el móvil, pero antes de poder siquiera buscar su nombre en los contactos, alguien me lo arrebató de las manos- ¡hey!

-¿Piensas ir a pasar la noche a casa de ese?- era Naoki.

-¿Y a ti qué te importa?- cada vez que lo veía la sangre me hervía.

-No es correcto, va a inentar que os metáis en la misma cama.

-Repito que eso no te tiene que importar lo más mínimo- lo miré con lágrimas en los ojos recordando lo que me dijo el otro día- además, yo no valgo como mujer, no tiene que pensar en hacer nada conmigo.

-Oye...-agachó la cabeza- sumimasen- susurró.

-¿Qué?- quería que me lo dijese mirándome a los ojos y bien claro.

-Sumimasen- me miró y al momento giró la cara- no quería que te lo tomases así.

-No importa, no me afecta lo que puedas decirme- mentí.

-Vuelve a casa, mi madre está preocupada.

-No pienso volver a vivir con la limosna de nadie. Además, tu madre está empeñada en emparejarnos.

-¿Y tú crees que lo va a conseguir?

-Evidentemente no, eso está claro, pero me ha molestado mucho su actitud tanto como la de mi madre...me siento una inútil.

-Oye, dudo mucho que te hubiesen dado esa beca por mucho dinero que tus padres tengan si no tuvieses un mínimo de talento.

-Tienes una manera muy curiosa de consolar a la gente- reí- admite que quieres que me quede en tu casa porque te gusta vivir conmigo.

-Oye, no te pases.

-Oh, vamos, si tú mismo lo dijiste cuando nos aceptaron en la misma universidad.

-Si quieres volver, vuelve, no te voy a rogar.

-Pero si has venido hasta aquí corriendo- dije al verle sudado.

-Adiós- dio media vuelta y empezó a caminar pero se paró al no sentir mis pasos- ¿enserio no vas a venir?

-A mi el rollo de machito pasota no me lo cuelas eh- reí y empecé a caminar hacia él- aunque no creo que me quede mucho más tiempo. Llevo ya un año metida en tu casa, tengo que independizarme.

-No digas tonterías- me agarró la maleta y empezó a caminar rápido.


Yo solté una risita y me quedé mirando su espalda...fuerte...definida...robusta...

-Una mierda- me dije a mí misma en español, quitándome por completo esos pensamientos de la cabeza.


Llegamos a casa y la señora Irie nos estaba esperando con dos tazas de chocolate caliente.


-¡Ale-chan!- vino corriendo hacia mí y me abrazó- por un momento pensé que no ibas a volver.

-No lo tenía pensado- dije, seria.

-Ale-chan, de verdad que lo siento. Tu madre sabe lo mal que lo has pasado...

-¿Y eso le da derecho a decidir sobre mi vida, mi futuro y mis sentimientos?

-No lo pensamos bien...

ODIO AMARTE...AMO ODIARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora