Te dije una vez que te arrebataría todo lo que de ti quisiera tener.
***
Después de la cena, bajaron al sótano. Para sorpresa de Samara, el amplio pasillo daba a un inmenso salón repleto de cojines enormes, sofás de terciopelo de mil colores y alfombras persas. Las paredes eran de piedra, varias lámparas de aceite iluminaban la estancia y al fondo había una pequeña barra semicircular tapizada en rojo y un mueble de estanterías diáfano lleno de licores de todo el mundo. Le recordaba a los salones de té de Marruecos; era muy acogedor, y aquella habitación también estaba provista de una pequeña chimenea empotrada en la pared. Carlo pasó por delante de ella y pegando un salto se tiró en el primer sofá; su joven sumisa no tardo en descalzarse y colocarse entre sus piernas en el suelo; en cambio Roberto optó por tumbarse donde los cojines acompañado de Yelina y Xiamara, una pequeña mesa de centro le servía para colocar su copa.
—Los cojines son para los que tienen flexibilidad —dijo Luis mientras se acomodaba junto a Dominic y Samara en otro sofá.
—Por eso Carlo está en el sofá —se mofó Roberto.
Antón había entrado el último y, encendiendo un enorme puro, se sentó en una butaca próxima a la chimenea; un pequeño interruptor en la pared encendió una suave melodía que invadió cada rincón de aquel lugar. Cogió uno de los periódicos sobre la chimenea y se puso a leer.
—Después de cenar siempre hemos bajado aquí. —Luis besó su hombro y se apoyó en ella—. Aquí hemos tenido conversaciones para escribir varios tomos. Nos encanta este salón.
—Es muy bonito. —Miró a su alrededor, todos charlaban animadamente mientras Dominic se mantenía distante, totalmente ajeno a su entorno.
—Escucha —dijo en tono bajo—. Antes has estado maravillosa.
Le sonrió con la necesidad de trasmitirle lo mucho que la ayudaba aquel comentario, y miró de nuevo a Dominic pero este mantenía la mirada fija en Roberto y las dos mujeres. Se sintió algo avergonzada al comprobar que Carlo empezaba a dejarse tocar por Meredit que, colocada entre sus piernas, palpaba sutilmente su entrepierna mientras este hablaba con Roberto sin prestar atención a sus movimientos. Se aferró al brazo de Dominic, le dirigió una mirada algo inquisitoria y se movió incómodo.
—¿Te ocurre algo? —le preguntó.
—No, preciosa, nada que ver contigo. Ahora quédate con Luis. Tengo algo
que hacer.
Se levantó del sofá y se dirigió hacia la barra; Roberto no tardó en
incorporarse y fue tras él. Durante unos minutos se mantuvieron apartados hablando hasta que la voz suave de Roberto emergió tajante, rompiendo los murmullos de todos.
—Yelina, a tu posición.
Fue escuchar su voz y la muchacha se incorporó desorientada, se desprendió de su ropa y se puso de rodillas frente a todos con la cabeza baja y la mirada hacia el suelo. Roberto se acercó a ella y se inclinó para susurrarle algo, que Samara no pudo escuchar. Solo pudo ver los ojos suplicantes de la joven, que apenas podían contener las lágrimas intentando sin respuesta rogarle con la mirada que no la dejara allí. Entonces Dominic se aproximó; llevaba una vara en la mano y levantó con ella su barbilla.
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TRILOGIA VENGANZA- MALENKA RAMOS
RomanceDominic Romano es un abogado prestigioso, poderoso y seguro de sí mismo. Aunque posee todo lo que quiere, jamás ha podido olvidar a Samara, la joven que se reía de él en el colegio. Ella es la razón de su vivir, la ama con la misma intensidad que la...