Capítulo 6 - Efecto Rebote

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Shinobu debe admitir que las palabras y acciones de Giyuu la afectan mucho más de lo que deberían, son cómo un peso asentado en su estómago que lo hace cosquillear violentamente. Son una calidez que la recorre de los pies a la cabeza. Son ardor en sus mejillas y un hormigueo en su piel.  Siente los latidos de su corazón por todo su pecho y su garganta, ruidosos y acelerados.

Tal vez el sentimiento sea peor de lo que pensaba, irrefrenable.

Porque ella lo quiere todo.

Porque ella lo quiere.

Dios, ella realmente quiere a Giyuu.

No solo lo desea, sino que lo quiere. De una forma mucho más vehemente que la propia definición de la palabra. La aceptación de ese hecho es un balde de agua fría sobre su cabeza.

Por eso tuvo que salir del club, y alejarse de él. Necesita enfríar su mente y ordenar el remolino de sentimientos y pensamientos que la atribulan. Y la brisa nocturna es una buena ayuda para ello. Shinobu piensa en todo lo que la ha traído hasta aquí.  La pérdida de su hermana. La pérdida de su propio camino. El deseo de venganza. La entrada a la Kimetsu no Mafia. Conocer a Giyuu.

Al principio era molestarlo, solo eso. Tener un buen rato a costa de la irritación de Tomioka. Pero mientras más tiempo pasaba con él, más se daba cuenta de que Giyuu no era esa criatura impasible que todos creían. Él no experimentaba ningún tipo de sentimiento o emoción cuando mataba, eso era un hecho temible. Pero fuera de eso, Giyuu sentía. Shinobu lo provocaba a sentir por ella, y eso tenía un efecto rebote, porque ella también se veía movida a sentir por él.

Necesita despejar un rato, sacárselo de la cabeza 5 minutos. Se recarga contra la pared del Lady Slayer, lo suficientemente cerca de la puerta como para escuchar la música del club, su mirada pérdida en el cielo oscuro salpicado de estrellas. Su trance se ve interrumpido por alguien que la agarra de la muñeca. Shinobu nota que es un hombre desconocido, que al parecer la ha confundido con una prostituta o tal vez no, después de todo Shinobu sabe que es bonita.  Lo mira unos segundos, analizándolo. Es bien parecido, no se compara con Giyuu pero tampoco están tan mal. Tal vez le pueda servir para no pensar en él por un momento.

Shinobu sonríe, aceptando la invitación del hombre para ir a otro lado a pasar el rato, y permite que la mano de él se pose en su cadera, también deja que le plante un beso en el cuello, totalmente dispuesta a dejar el trabajo. No le importaba escuchar una reprimenda luego.  Sin embargo, un escalofrío que le recorre toda la espina dorsal la detiene.

— ¿Qué crees que estás haciendo? — Giyuu esta parado en la puerta del club, sus ojos azules llenos de una furia que ella nunca había visto en él, su voz es un sonido bajo e iracúndo y su cuerpo está completamente tenso, agarrando el marco de la puerta con tanta fuerza que podría romperlo.

De pronto Shinobu se siente avergonzada, muy avergonzada. Así que se separa del desconocido, pero este la agarra bruscamente de la muñeca, dispuesto a no dejarla a ir. Comenzó a balbucear cosas incoherentes, como que él la había encontrado primero, o que iban a divertirse.

El enojo que él le había mostrado cuando lo de Ashiya Douma no se comparaba con esto. En un rápido y mortal movimiento, Giyuu toma al hombre por el cuello de la camisa y lo levanta del suelo, su metro ochenta y muchos años de entrenamiento hacen que él pueda lograrlo con facilidad. Destilaba intenciones asesinas, asfixiantes y densas, sus ojos azules feroces, su boca apretada en una línea se separó para hablar.

— La vuelves a tocar, o a mirarla siquiera y no vivirás para contarlo, ¿entendiste? — su tono era firme y amenazador, y el hombre, con la cara tan pálida como un papel, asintió rápidamente. Giyuu lo soltó, y el hombre cayó en el suelo para luego levantarse y desaparecer del lugar como alma que lleva el diablo.

Ahora la mirada de Giyuu estaba sobre Shinobu, tan intensa que la hizo sentir avergonzada de nuevo. Giyuu la toma del brazo y sin decir una palabra la lleva hasta el callejón que está justo al lado del club, acorralándola contra la pared. Shinobu nunca había sentido a Giyuu tan enorme e intimidante cómo en este momento. Solo cuando su espalda choca contra la pared fría y dura es que logra reaccionar.

— ¿Tomioka-san? ¿Qué diablos te pasa? — intenta sonar enojada, pero en realidad está muy nerviosa por alguna razón. Su palma grande y caliente se posa en la garganta de Shinobu, no la aprieta, solo está allí, sintiendo el pulso que se acelera con cada cosa que él hace. Su otra mano se aferra a su cintura. Giyuu no dice una sola palabra, con su nariz le recorre el cuello , aspirando su aroma. Shinobu ya no sabe que pensar, su cerebro se ha desconectado por completo, así que lo único que puede hacer es respirar pesadamente y sentir cómo su cuerpo arde por culpa de Giyuu.

— No solo Douma, no quiero que ningún otro hombre te toque. No voy a permitirlo. — le susurra al oído, su voz grave y cargada de algo que le causa un hormigueo en el vientre. Algo que ninguna persona le había demostrado anteriormente, pero que aún así puede reconocer.

Posesividad.

La sensación de que él la esté reclamando es abrumadora y ominosa, no por ello menos excitante, menos deseada.

Pero por alguna razón se siente irritada.

— ¿Quién piensas que eres para reclamarme? Tú y yo no somos nada, así que no tienes ese derecho. Yo puedo hacer lo que se me dé la gana — realmente está enojada, y contrariada, y miles de cosas confusas, y Giyuu apegado a ella no la está ayudando en lo absoluto. Intenta empujarlo pero él es un muro, totalmente inamovible. — ¡Al menos di algo, me estás sacando de mis casillas! — Shinobu grita, había perdido toda compostura y ahora mismo eso le importaba un rábano.

Giyuu agarra las manos de Shinobu, son mucho más pequeñas comparadas con las suyas.  Y besa sus pálidas palmas mientras la mira, deteniendo cualquier reclamo que ella fuera a decir. Shinobu contuvo la respiración de forma inconsciente, la mirada de Giyuu sobre ella es abrasadora. Giyuu la acorrala nuevamente con su cuerpo, su pecho y el de ella impactan con suavidad. Shinobu deja salir el aire, la cercanía amenaza grandemente su estabilidad emocional.

— Realmente no entiendo que diablos te pasa hoy. No pareces tú. — ella le reclama de nuevo.

— Debes ser alguna especie de bruja. Si no parezco yo mismo es por tu culpa.

— ¡Y ahora estás hablando sandeces! Dejame ir. — Shinobu intenta safarse de nuevo, pero él se apega aún más a ella.

— Hoy me has mostrado muchas expresiones. Me gustan. — él la quería matar, definitivamente la quiere matar de un infarto.

— ¿Qué es lo que quieres de mí? — ya esto se había salido de su control, por completo. Ya no reconoce al hombre frívolo que supone que Giyuu es. Esta nueva y posesiva faceta de él, le asusta y le gusta a partes iguales. Porque la está haciendo perder la calma y la compostura.

— Dame ese derecho que dices que no tengo. Lo quiero.

— ¿Cómo puedes pedir eso si no te entiendes a ti mismo? Estoy segura de que no estás en tus cabales, y cuando reacciones te vas a arrepentir de esto.

— Olvídate de eso. ¿Qué tengo que hacer para tener ese derecho? ¿Me lo darás? — Giyuu insistió de nuevo. Por primera vez, seguro de lo que quería. Por el contrario, Shinobu no estaba tan segura de cómo iba a terminar esto, pero aún así dispuesta a lanzarse al abismo. Después de todo, ya no tiene nada que perder.

— Eres un imbécil. — Shinobu le lanzó un insulto, para luego en un arranque de valor, tomarlo por el cuello de la camisa y besarlo.

Giyuu le correspondió.

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Se prendió está mierda , MUAJAJAAJAJAJJ 乁ʕ •̀ ۝ •́ ʔㄏ

Perdonénme si estuvo muy corto.

Vieron que no me tardé tanto, ya le cogí la vuelta a esto.

Espero que les haya gustado el capítulo, nos vemos en el próximo.

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