Capítulo 12: Eso Va Por Mi Hermana

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ADVERTENCIA: Este capítulo contiene escenas de violencia explícita que pueden afectar la sensibilidad del lector, se recomienda discreción.


Parpadeó lentamente hasta lograr abrir los ojos en su totalidad, siendo recibida por una luz rojiza que no le daba buena espina. Se sentía adormecida y mareada, ninguna de sus extremidades reaccionaba al instinto de moverse. Lo única parte de su cuerpo que realmente podía realizar alguna clase de movimiento eran sus ojos, que observaban a su alrededor buscando alguna pista de su situación.

Estaba viva, al menos.

— Eres una maravilla, Shinobu. Despertaste en menos tiempo de lo estipulado. — un escalofrío le recorrió la espalda y miró de dónde provenía esa voz burlona y calmada que le desagradaba tanto. Douma salió desde una esquina oscurecida de la habitación con esa sonrisa en el rostro que la estremecía de pies a cabeza. Shinobu hizo un intento de abrir la boca y articular palabra, casi celebrando al darse cuenta de que podía hablar.

— De nuevo... me halagas. — la palabras salían arrastradas y lentas, pero era un avance que la ayudo a calcular el tiempo que le tomaría a su cuerpo asimilar lo que sea que le hubieran suministrado. El hombre se permitió mostrarse sorprendido al escucharla, pero de nuevo, la sonrisa regresó a su expresión.

— Tienes un cuerpo impresionante. Se te inyectó una droga que podría dormir y paralizar a un león por casi un día completo, y solo pasaste 3 horas dormida antes de despertarte y hasta hablar. Estoy genuinamente impresionado. Probablemente en unas 3 horas más puedas moverte de nuevo. Claro que tendremos que suministrarte una dosis mayor, hay que ser precavidos. — Douma comentaba aquello cómo si estuviera hablando del clima, y Shinobu solo podía maquinar a toda prisa una forma de salir de allí viva.

— ¿Por qué no me mataste? — decidió preguntar directamente, darle conversación y entretenerlo, celebrando internamente de nuevo al notar que adquiría su velocidad normal al hablar. El hombre le miró cómo si la respuesta a su pregunta fuera la cosa más obvia del mundo. Solo estaban ellos dos en aquella habitación insonorizada, la única forma de salir era una puerta de metal justo detrás de dónde Douma estaba parado.

Él se acercó lentamente hasta quedar a unos pocos centímetros y la tomó de la barbilla haciéndola levantar la cabeza. Si Shinobu hubiera podido moverse se habría apartado de su toque en el mismo instante en que sus dedos se posaron en ella.

— Eres hermosa, Shinobu. Y yo adoro a las mujeres hermosas. ¿Pero sabes que más adoro? Arruinar las cosas hermosas y aplastar a los fuertes hasta que me rueguen. Y tú eres ambas cosas, Shinobu, eres lo que siempre he buscado, una mujer hermosa y fuerte.

— Y yo adoro a los hombres cómo tú. — a veces ella misma no podía creer lo fácil que mentía, Douma amplió más su sonrisa y se rió de forma burlona, negando varias veces con la cabeza.

—Eres tan buena mentirosa Shinobu, casi me lo creo. Pero ambos sabemos que eso no es así. A ti te gustan los hombres rectos y serios, que sean fuertes, de preferencia con el cabello negro y los ojos azules. Y si su nombre por casualidad es Tomioka Giyuu es un ganar-ganar para ti. — Shinobu sintió un bajón en el estómago. Él sabía perfectamente quien era la persona que ella quería, pero no se dejaría amedrentar ni amenazar por ello.

— Me conoces mejor de lo que esperaba.

— ¡Por supuesto! Me cautivaste desde el primer momento que te vi, estaba más que claro que querría saberlo todo. Y resulta ser que mientras investigaba descubrí un par de cosas curiosas acerca de ti. ¿A qué no sabes lo que encontré? — un muy mal presentimiento le oprimió el pecho cuándo la sonrisa del bastardo se hacía más grande con cada palabra que decía, tragó en seco y negó con la cabeza y él le acarició el cabello peinándoselo hacia atrás hasta llegar al broche de mariposa, quitándoselo de un tirón. Shinobu contuvo el quejido por el halón repentino que recibió en su cabello que cayó inmediatamente sobre sus hombros y aunque intentó mantenerse serena la furia y el desagrado se filtraban por sus ojos lilas.

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