Agnosco veteris vestigia flammae vetus. (Parte 2)

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Reconozco las huellas de una antigua llama.


Flashback

6 años atrás.

Respiraban pesadamente. Anhelosas de excitación. Lourdes le estaba haciendo el amor con ansias y sus cuerpos estaban pegados de tal forma que nada las podría separar si lo intentaban. Al fin y al cabo, llevaban semanas sin verse. Acariciaba su sexo con suavidad, pero con firmeza. Jadeaba. Estaban en el apartamento acompañadas, de la ya no tan pequeña, Rebecca, quien decidió dejarlas a solas en cuanto empezaron a besarse apremiantemente. Su piel ardía bajo el tacto de Lourdes y esta no dejaba de besar su piel expuesta. Era la primera vez que lo hacían de píe, aun cuando la cama estaba a solo unos pasos de ellas. Pero la pared, a pesar de su dureza y la verticalidad, se le provocó cómoda e increíble, más porque Lourdes la sostenía con su propio cuerpo, porque sus piernas no respondían debido a la debilidad y a las cosquillas que la embelesaban.

Cuando Lourdes se agachó frente a ella y la empezó a torturar con la lengua, tras poner una de sus piernas en su hombro, no pudo controlar más los gemidos. Lourdes la estaba volviendo loca y su lengua debería ser ilegal. Desde la primera vez que lo hicieron, repitieron varias veces más en ese viaje y cada vez que podían lo hacían. Eran insaciables. Sentía que era cada vez más y más adicta a Lourdes, a su piel y desde que se atrevió a probarla por primera vez en su sexo, sabía que era como su dosis de cocaína, y cada vez sentía que la quería más y más.

Succionó en cuanto sintió que Martina estaba a punto de llegar al orgasmo y esta, con un ligero grito, se liberó y se dejó caer sobre Lourdes, quien las hizo tumbarse sobre la alfombra aún abrazada a ella.

-Eso fue divertido, ¿no?

Martina se concentró en respirar.

-Hubiera sido más inteligente de nuestra parte hacerlo allí-señaló. Lourdes miró la cama y se encogió de hombros.

-Pero contra la pared le da un toque interesante a todo- dijo pícaramente y riéndose de la expresión adormilada de Martina.

Después de unos minutos, y aún acostadas en el suelo, Lourdes acariciaba su espalda y ella dormía.

-Mi mamá está empezando a sospechar de mis llegadas tarde.

-¿Y?

-¿Y?- se despertó de golpe- ¿Solo dirás "Y"?

-¿Qué quieres que diga?

-No lo sé- Lourdes la tomó de la cabeza y la hizo acostarse de nuevo en su pecho. - Creo que lo que sea que tengamos es serio, ¿no?

-Lo es- carraspeó.

-Aún no le he dicho a mi madre que me gustan las mujeres, y creo que es el momento ideal para que se conozcan. Ya sabes, tú y ella, que ella sepa que eres una persona especial en mi vida- Lourdes dejó de mirarla y se tensó bajo suyo. -¿Te molesta que te diga eso?

-No- se apresuró a decir- Es que es tu mamá y me da miedo que no me acepte, al fin y al cabo, eres su niñita- dijo agarrándole una de sus mejillas y achuchándole.

-La verdad no sé cómo podría reaccionar. Quizá quiera matarte o te prefiera sobre cualquier otro, porque no puedes dejarme embarazada. -Lourdes rió.

-¿Y cuándo sería eso?

-No sé, quizás este fin de semana.

-No puedo, Mar, tengo que regresar a la ciudad donde vive mí mamá por la pasantía- dijo Lourdes tratando de esquivar la invitación de Martina. Su madre se había ido a vivir a esa otra casa desde que se pudo remodelar lo justo para que vivir allí no fuera peligroso. No obstante, Lourdes detestaba ir allí porque le recordaba a su padre, y más su muerte hacía casi un año.

Nuestra canción favorita // MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora