Esta vez, quédate.

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-¿Martina?- repitió de nuevo la castaña sin creerse su suerte. ¿Qué hacía Martina en la casa de sus padres?

-Sí, Lourdes, soy Martina, mucho gusto- dijo sarcásticamente. Salió de la cama y caminó a la salida. Maldita sea su vida, se suponía que Lourdes no iría a casa de su madre sin avisarle antes. ¿Sería que Gabi lo sabía y no se lo había dicho?

-¡Martina!- Lourdes se interpuso en su camino y la tomó del brazo bruscamente- ¿Qué haces aquí?

-Martina, ¿qué sucede? - dijo Gabi saliendo de su habitación y, claramente, dormitaba. En cuanto notó la presencia de su hija, abrió los ojos como platos- ¿Lourdes? ¿Qué haces aquí?

-Yo le pregunté lo mismo a Mar, pero al parecer no me quiere hablar.

-Lourdes- dijo molesta Martina- Suéltame.

Lourdes miró su mano agarrando con violencia el brazo de Martina y se ruborizó porque estaba haciendo más fuerza de la necesaria y le había dejado unas cuantas marcas con las uñas.

Martina se acercó a Gabi y esta le acarició el lugar que su hija había lastimado.

-Hola a ti también mamá- dijo Lourdes en cuanto el silencio las había embargado y las tres mujeres solo se atrevían a observarse sin mover ni un musculo.

-Oh, lo siento hija- Gabi se separó de Martina y se acercó a su hija para darle un beso y un abrazo- Hola, princesa. ¿Qué haces aquí?

-Vine a visitarte.

-¿Sin avisar?

-Quería alejarme de todo por un tiempo- miró a Martina que las observaba en silencio- tengo que despejar mi mente y arreglar algunos asuntos con personas importantes- Martina no fue capaz de sostener por más tiempo la mirada a Lourdes. - Finalmente, inicié los trámites de divorcio con Galo.

'¡Ja! "Galo"' pensó Martina.

-Lo siento mucho, hija. Pasar por un divorcio ha de ser un infierno.

-No lo sientas, mamá, es algo que quise hacer casi desde el primer minuto en que me casé con él.

-En ese caso, entonces, es una buena noticia. ¿Tienes hambre? - Gabi no esperó una respuesta y comenzó a caminar rápidamente al piso de abajo- Te prepararé algo de beber, estás helada. Haré algo de café para las tres- dijo lo anterior mientras bajaba las escaleras.

Se miraron. Ninguna se atrevía a hablar. Lourdes la observaba sin saber cómo interactuar, y Martina, tenía una actitud altiva.

La hacía sentir físicamente pequeña. La hacía sentir débil. La hacía sentir temerosa. La hacía sentir frustrada.

¿Por qué ninguna hablaba?

Martina estaba vestida con ropa de dormir, así que, confirmado, se estaba quedando allí mismo, su madre había mantenido contacto con Martina y se sentía traicionada. De repente se sintió furiosa. Su madre había tenido el privilegio de saber de la vida de Martina durante todo ese tiempo y ¿nunca había sido capaz de contarle al respecto? Su propia madre le había mentido, le había ocultado información aun cuando la había visto sufrir por Martina durante tanto tiempo.

-Lo siento- rompió el silencio finalmente Martina.

¿Por qué se disculpaba? ¿Por hacer que su madre le mintiera?

-No fue propio de mí reaccionar como lo hice la otra vez en el restaurante. Me exalté y puede que me haya pasado de la raya con los comentarios que hice.

Lourdes intentaba concentrarse en mantener la furia hacía Martina y su madre, pero ¡Dios! ¡Martina se lo hacía tan difícil!, que en cuanto había terminado de decir la última palabra ya había olvidado todo. Miró a Martina de nuevo, se mantuvo callada. Martina tenía una camiseta ceñida al cuerpo color verde claro y sus pantalones de dormir eran demasiado cortos... y su cabello. Su cabello... simplemente le traía recuerdos. ¡Y qué recuerdos!

Nuestra canción favorita // MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora