Es necesario que comprendáis mi vida para entender todo. Para darle sentido a ese calor que sentí en el pecho, a ese sudor que casi me ahoga, a esos fuertes latidos de esa llama de mi interior que lentamente me convertía en cenizas. Ademas me encanta hablar. Me encanta comunicarme, especialmente con gente que no me responde. La gente piensa que por ser antisocial y no relacionarse con la gente, automáticamente no te gusta hablar, pero no es así. La gente como yo habla a unas personas en específico, y a los que no son personas también.
Recuerdo que una vez tuve una verdadera amiga con quien hablar, hace unos años, lo malo era que no era una persona, era un juguete. Tenía una elefanta de peluche, a quien le contaba todo. Esa elefanta sabía más de mi que nadie, sobre mis problemas, mis metas, mis miedos...Hasta que un día mi querido padre decidió que era un juguete muy viejo y lo botó. Lo dejó en una bolsa de basura, listo para que se lo llevasen a los basureros. No lo podía permitir. Esa misma noche bajé a por él. A la madrugada, una vez que ya estaban todos dormidos, fui a donde se encontraba esa bolsa de basura y pasé dos horas buscando la elefanta. La encontré claro que sí, la encontré desmenuzada. Las patas por un lado, la cabeza por otro, el bonito torso morado con el que dormía todas las noches, su preciosa colita por otro lado. Estaba por partes, como una saga de libros. La subí a mi pieza de todos modos.
Al día siguiente le dije a mi padre que quería aprender a coser, realmente me daba igual la costura, pero bueno, era una ocasión especial. Fui a clases de la misma por un mes y cosí mi hermosa elefanta morada, con los ojos enormes, que ahora estaban llenos de lágrimas, y no suyas, lágrimas mías. Esa amiga mía sigue debajo de mi cama, escondida bajo una madera del suelo, como si fuese algo ilegal. Nadie se enteró de que yo había recuperado esa elefanta, nunca hasta hoy, claro. Yo le había puesto hasta un nombre, alma. Lo puse así porque le confiaba hasta mi alma, le contaba lo que estaba en el fondo de mi corazón. Todo eso se escapó por las heridas que le había hecho mi padre, las mismas que yo cicatrice, pero esas seguían ahí, había quedado una marca indeleble.
Quedé destrozada, como la elefanta.Vivía envuelta en una red de caos, y a diferencia del resto, me acomode ahí. La mayoría suele intentar salir de esa red, y algunos lo logran. No era mi caso, yo me sentía cómoda allí, estaba sola y acostumbrada a ella. Nadie me molestaba porque nadie quería estar ahí, no se atrevían a arrimarse porque tenían que cruzar la red primero. La realidad es que vivía en una burbuja. ¡Que va! Vivo en una burbuja, sigo dentro de esa red de caos, que ahora tiene varias capas, y por un tiempo hubo una salida, pero no la tomé, preferí usarla como entrada para alguien más. Esa persona que entró, logró salir, pero con múltiples consecuencias, salió aún peor, enredado en una horrible y peligrosa tormenta de desastre. Podía ver las nubes negras que cada tanto lanzaban un rayo a su alrededor. Ahora estaba maldito, condenado, como yo. Nadie quiere acercarse a una tormenta, o a una red, temen quedar atrapados o salir heridos. Y eso fue exactamente lo que pasó.
Aún puedo recordar el fuego rodeándome. Amenazando con quemarme viva. Puedo ver a la muerte caminando por esas llamas, llamando mi nombre. Lo veo todo borroso, escuche un agudo pitido que parece no terminar nunca, siento un mal cuerpo impresionante, como van desapareciendo mis pulmones, las millones de agujas clavadas en el fondo de mi corazón, en el fondo de mi alma. Y parece que no era la única. Lo que no logro sentir es el miedo. En ningún momento sentí ese miedo a morir. De hecho, pensé que si así es como debía morir, lo aceptaba, me parecía una muerte digna. Además se ahorraban tener que incinerarme, ya estaban allí mis cenizas, lo que sí, no podían encontrarlas.
Me recuerda a aquella vez en la que a un compañero se le incendió la casa, en tercero de la eso. Su hermanita pequeña intentó cocinar unas pastas y se dejó la hornalla prendida, sin hablar de que también había prendido el horno para calentar el agua, que es algo ridículo. Después de estar todo el día y toda la noche encendida, explotó, literalmente. Hizo que se empezara a quemar la casa, empezando desde la cocina y el comedor. Fue subiendo las escaleras hasta llegar al piso de arriba, donde se encendieron las alarmas de incendio. Se escuchó a el hijo gritar ¡Papá, papá, joder que se quema la casa! Y lo siguiente que se escuchó fueron las sirenas de los bomberos y los gritos de una familia desesperada. Supongo que ellos habrán vivido lo mismo que yo, pero sin el misterio y el crimen de por medio, claro.
Después de que un grupo de peritos especializados en incendios descubriera que la causa del incendio había sido el despiste de la pequeña, la castigaron, y con razón. La menor tuvo que limpiar absolutamente toda la casa por su cuenta, no se juntó con sus amigas por unos meses y le sacaron todos sus juguetes, y obviamente no la dejaron cocinar hasta los diecisiete años. Me enteré de esta historia en la escuela, como no, la mayor fuente de chismes y rumores. Las teorías sobre él y su familia hicieron que su vida tambalease un poco, solo eso. La gente comenzó a decir que su familia era muy despistada, que como era posible que la niña cocine si tan solo tenía doce años, que si maltratan a la niña y que no la podían obligar a limpiar tal desastre, que si era culpa de los padres, y muchos otros rumores, que por supuesto, no eran ciertos.
Esto es lo más cerca que estoy de identificarme con alguien. No me vais a ver compadecer a alguien jamás. Después de todo, tengo falta de empatía ¿No? Ese es uno de los síntomas ¿No? Seguramente os estáis preguntando ¿Síntomas de que? Y yo prefiero dejaros con la intriga. Hay preguntas que no tienen respuesta. Y hay otras que tienen la respuesta oculta. Y esa respuesta suele estar oculta en alguien. En el alma de alguien. Enterrada muy profundo. Para que nadie la encuentre. No obstante, en algún momento la encuentran y de ahí pueden pasar dos cosas; Que ahora esté escondida en el alma de dos personas, o que la respuesta ya no sea un secreto, sino un tema de conversación.
Supongo que os habéis dado cuenta que me encantan las metáforas. De hecho mis profesores siempre me felicitaron por ello. Te permiten dar una descripción más concreta y compararla con un ejemplo, además dejas que el lector imagine más la situación. Eso me dijo una profesora en la primaria, y me ha quedado grabado desde entonces. Prácticas del lenguaje siempre fue mi asignatura favorita, pero lo mantuve en secreto. ¿Por qué? No lo sé. Me daba vergüenza, supongo, y cuando preguntaban siempre decía que mis asignaturas favoritas eran geografía e historia, que realmente van en el segundo y tercer lugar. Tengo muy buena memoria y uno de mis pasatiempos favoritos es aprender la ubicación, capital y bandera de cada país. Sé casi todas las capitales y banderas del mundo, y donde se encuentran aún más. Me faltan algunos países de África, que se confunden entre sí. Lamentablemente aquí no hay ningún mapa ni nada con el que pueda terminar de aprender, solo me queda repasar lo que ya sé. Con la historia es más de lo mismo. Al tener buena memoria e interesarme parte de la historia, me parece sencillo el tema, e interesante. Sin embargo, no me gusta toda la historia, claramente, me interesan las Guerras Mundiales, la Guerra Fría, la época vikinga y demás.
Creo que ya sabéis demasiado de mí. Pero qué más da. Si realmente no sabéis ni mi nombre. Sabéis como soy, pero no quien, y eso me agrada, me atrevería a decir que incluso me entretiene. Es como contaros una historia sobre alguien más, aunque realmente soy yo, eso nunca lo sabréis con certeza. Puede ser que quien esté escribiendo esto sea la persona que os estoy describiendo, o puede que sea otra. Es un misterio que os toca a vosotros resolver. Yo ya me he encargado de varios.
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El fuego de mi interior
Mystery / ThrillerUna chica sobrevive a un terrible incendio, saliendo ilesa, sin absolutamente ninguna quemadura. Ella venía del piso 23, donde el fuego había empezado, y bajó las escaleras saliendo completamente bien. ¿Cómo es eso posible? Le preguntó el juez, y la...